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Bianile Rivas, un ejemplo para las presentes y futuras generaciones de periodistas

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Escrito por Beatriz Quintana

Guanare.- «Tengo la marca indeleble de mi abuela Brígida en el alma. Ella. que era partera, se empeñó en que aprendiera a leer y a escribir muy temprano para que le ayudara a llenar los certificados de nacimiento. Entre los cinco y seis años, ya yo repasaba solita el libro Mantilla y hacia de memoria los ejercicios del Método Palmer».

Así comenzó la historia que orgullosamente queremos contar hoy. A muy corta edad y de manera tan natural que comprendemos por qué leer sus artículos es tan placentero y la razón de su dedicación ayudando a los grupos más vulnerables, desde su especialidad: escribir.

Bianile Josefina Rivas es una de las profesionales de la comunicación más experimentadas, admiradas y preparadas de la región, y la homenajeada en Nuestra Gente.

Es amable, solidaria, de una personalidad ecuánime y apacible, pero también perseverante, determinada y perfeccionista.

Se graduó de bachiller en el liceo José Vicente de Unda y de periodista en la Universidad del Zulia. Cursó maestría en Gerencia y Planificación en la Unellez e hizo su tesis sobre los 10 años del proceso de descentralización en Venezuela, un trabajo extraordinario, que obtuvo la máxima calificación y la orden de publicación.

Ha ocupado cargos públicos a lo largo de su carrera y ejercido el periodismo en diversos medios e instituciones nacionales y regionales, como en el diario «La Prensa» de Barinas, la Arquidiócesis y la Gobernación de Mérida, así como la Gobernación del estado Portuguesa en la Dirección de Información. Fue la Secretaria de la Comisión Permanente de Desarrollo Económico, entre otros despachos, y actualmente escribe para los espacios digitales El Pitazo y Portuguesa Reporta.

Bianile, además, con iniciativas y proyectos internacionales de cobertura transfronteriza, ha ganado reconocimientos como los premios Gabriel García Márquez, Ortega y Gasset y de la Sociedad Interamericana de Prensa.

Forma parte de la Red de Periodistas «Mujeres Constructoras de Paz» y cuenta historias por los derechos de las mujeres en el portal «Tejiendo Redes». Es también investigadora de la organización «Una Ventana a la Libertad», una ONG dedicada a la defensa de los derechos de los privados de libertad en calabozos policiales y pertenece a los grupos germinales de la Agenda Social y Derechos que promueve el Foro Cívico, donde se promueve la participación ciudadana en Venezuela.

Se mantiene activa como delegada voluntaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, en la Red de Mujeres y en la Red de Derechos Humanos de Portuguesa.

Bianile Rivas es una de las periodistas más preparada de nuestra región

Es muy apreciada en el gremio de comunicadores sociales, goza del reconocimiento institucional, de la admiración de sus amistades y es la “tía preferida”.

Guanariteña

Nació en Guanarito, hace 63 años. Allí cursó la primaria en el Grupo Escolar Monseñor Unda (1966), dirigido por el maestro Luis Yunez, al que describe como recio y abnegado.

«Él siempre nos hacía sentir orgullosos de nuestro origen campesino. De él aprendí desde niña a valorar a mi gente y sus quehaceres. Por eso, jamás me distancié de la bruma de mi río Guanare, que lo tuve a menos de un kilómetro de la casa, de los maizales que crecían en los patios nuestros y contiguos, de la tertulia familiar que nos hacía atesorar el viento fresco al frente de la casa de mi abuela Brígida, ubicada en una ciénaga a la que sus pobladores migrantes de caseríos y vecindarios más rurales llamaron Barrio El Río», relata la periodista.

Es hija de una india barinesa conocida en Guanarito como «la negra» Antonia y forma parte de una gran familia de 11 hermanos, 6 mujeres y 5 hombres, tres de ellos ya fallecidos: Niza, Rafael y Flabio. Todos profesionales, gracias al trabajo de su madre, y a fuerza de lavar ajeno y limpiar hogares a domicilio.

Después de aprender a leer y aún siendo tan pequeña, Bianile se escapaba de su casa para visitar al telegrafista Majin Jara Venero y su sucesor José Ramón Castillo, y buscar libros de historia y revistas ilustradas. Con esa voluntad que la caracteriza pudo acompañar a su abuelita y registrar cada nacimiento que ella asistía.

«En la escuela siempre fui aventajada. Logré pasar de un grado a otro en un solo año cuando se permitía la promoción extraordinaria por mérito académico. Asimismo, hice parte de cuanta actividad extra cátedra había en la escuela: fui la enfermera de la Cruz Roja, la ponente permanente de ambiente y naturaleza y una ganadora persistente de los planes vacacionales que promovía cada año escolar doña Alicia Pietri de Caldera. Gracias a esa iniciativa conocí Caracas y La Guaira: la ciudad y el mar», indicó.

En esa época no era común tener un televisor en casa, pero nunca faltaron ni un equipo de radio ni revistas. La gente en los pueblos escuchaba los noticieros.

«Mi mamá oía siempre Radio Rumbos y la Voz del Sinaruco, por las noticias, las novelas y los juegos del Magallanes. Mis primos y hermanos mayores jamás soltaban las novelas vaqueras, escritas por Marcial La Fuente. En un descuido se las robaba y me metía en esa ‘escritura mágica'», dijo Bianile

A la capital 

Cuando cumplió 12 años la llevaron a Guanare, la capital, a estudiar bachillerato, porque en esa época, si se quería progresar, había que inscribirlo en un buen liceo —aclaró— Por eso muchos guanariteños fueron estudiar al Páez de Acarigua y al Unda de Guanare.

«Y ahí comenzó la suerte mía. Mi abuela Brígida, que había sido hermana del alma de doña Zoraida Gacel de Betancourt —la matrona de Guanarito— me dejó en las manos más dulces que yo haya conocido; me entregó al corazón de Erlinda Betancourt de Colmenares, quien desde ese momento hasta que me gradué de periodista, no dejó de protegerme y enseñarme. Me dieron un hogar y una familia insuperable», agregó.

En Guanare, en esa bulliciosa casa de la carrera 4, rodeada de periodistas, descubrió su vocación, porque allí no faltaba nunca un periódico, una revista informativa, una señal radiofónica, mucho menos una Olimpia y una Olivetti, las máquinas de escribir con los que los periodistas de esa época trabajaban.

«Eran frecuentes las tertulia de colegas, fotógrafos y amigos de la prensa. Iván, el mayor de los Colmenares Betancourt, ya era un periodista de oficio y comenzaba su carrera académica en la Universidad Central de Venezuela. Era imposible que yo, huésped de honor en esa casa, no me contagiara de su pasión, del corazón que le ponía a su columna ‘Pico y Espuela’ y a su noticiero madrugador de Radio Estelar. Allí, en esa, mi casa, podría faltar el pan menos los periódicos, y tenían que llegar lisos y sin señal de manoseo», recordó.

-Yo me dejaba colar entre el tecleo de Iván y su música de Tito Fernández «El Temucano», para leer El Nacional, las revistas Zeta y Resumen, El Universal y Últimas Noticias, Tribuna Popular, Punto Socialista y la prensa local Ultima Hora y el semanario Guanare, dijo.

Hora de elegir

Llegó el turno de escoger una carrera. Entre, Historia en la Universidad de Los Andes, Psicología en la Universidad Central de Venezuela, se decidió, sin dudas, por Comunicación Social en la Universidad del Zulia. Por su promedio académico fue seleccionada en el primer listado de aspirantes.

Al iniciar ese nuevo proyecto, llegó acompañada de Aura Vallecillo Jurado, con quien compartió aulas y sueños en el Liceo Unda. Con ella y su hermana Maritza, ingresó al Círculo Literario y al Centro de Estudiantes de esa institución.

«En Luz y en Maracaibo me sentí segura. No era para menos, contaba con Aurita y su familia, unos maracuchos entrañables. La tercera familia que Dios me dio», exclamó agradecida.

Se graduó de periodista en febrero de 1985 y antes de obtener el título, ya estaba en la nómina del diario «La Prensa» de Barinas, donde Iván la recomendó con Rubico Ramírez, su editor propietario. Luego de dos años de aprendizaje como reportera de política y comunidad fue convocada a un trabajo en Mérida. Allí ejerció en los medios impresos y radial de la Arquidiócesis de Mérida por 8 años continuos y en la cadena radial Líder FM hasta que fue postulada para un cargo de periodista en la Dirección de Información de la Gobernación de Mérida.

«Ese último cargo me dio la experiencia suficiente para luego colaborar con Iván Colmenares durante su mandato en la Gobernación de Portuguesa. Lo acompañé en la Dirección de Información, en la Secretaría de Despacho y hasta en la Secretaría General de Gobierno», informó.

Abrí espacio en la década de 2000 y cursé la maestría en Gerencia y Planificación en el Vicerrectorado de Planificación de la Unellez, en Barinas. Hice la tesis de la maestría sobre los 10 años del proceso de descentralización en Venezuela, trabajo que obtuvo la máxima calificación y la orden de publicación.

Junto a su madre, Doña Antonia

Fue entonces cuando decidió iniciar su maestría un trabajo de investigación de dos años que le hizo conocer otras fuentes de trabajo.

«Todo el trabajo de campo lo hice entre el Fondo Intergubernamental para la Descentralización, el Consejo Nacional de la Vivienda, las 335 alcaldías y las 23 gobernaciones; lo necesario para que luego de obtener el título de Magister en Ciencias en Planificación, me ofrecieran la gerencia de planificación del Fides y más luego la Secretaría de la Comisión Permanente de Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional».

Superación

Tras ganar un concurso de oposición en la Universidad Rómulo Gallegos, en el estado Guárico, se vio obligada a renunciar al cargo por razones de salud. Bianile sufrió un accidente cerebrovascular que le obligó a mantenerse en reposo hasta 2014.

«Superado el evento de salud me encuentro con el mayor de los desmantelamiento, por parte del Estado, del ecosistema de medios de comunicación social del país. Hubo medios cerrados —más de 400 en los últimos 20 años —, negación de papel periódico, censura y persecución de periodistas.

-Me di un salto al periodismo digital, aunque no libre de esas amenazas. Comencé a trabajar en El Pitazo, una iniciativa de compañeros que venían despedidos de la Unidad de Investigación del diario Últimas Noticias, bajo el liderazgo de César Batiz, detalló.

Bianile fue la coordinadora de los corresponsales de la región Los Llanos, en El Pitazo

Ahora, orgullosamente, se ha adherido al equipo de Portuguesa Reporta.

Acciones y aficiones

Bianile es reconocida por sus opiniones certeras, siempre clara, nunca complaciente. De la misma manera, acciona dentro de los diferentes grupos humanitarios, sociales y profesionales en los que participa.

«Me mueven la solidaridad y el trabajo por el reconocimiento de los derechos humanos. Desde esa perspectiva enfoco mis haceres diarios y profesionales. Hago monitoreo sobre derechos de libertad de expresión y libertades digitales con el Instituto Prensa y Sociedad IPYS, Venezuela».

Como gremialista, ejerció cargos en Mérida, fue secretaria general y presidente del Tribunal Disciplinario del CNP. También ejerció responsabilidades en la Cruz Roja Venezolana de esa entidad.

Pasión por escribir 

Con un estilo elegante, armónico con su personalidad, narra las historias comunes y extraordinarias sobre las que piensa que es necesario llamar la atención y cambiar. Relata e introduce al lector, letra a letra, hacia la conciencia no solo informativa, sino intelectual.

Bianile junto a las activistas de la Red de Mujeres Constructoras de Paz

En consecuencia, le preguntamos sobre su posible interés en escribir, más allá de la noticia.

«Aún no lo decreto, pero es el sueño de todo buen periodista: perpetuar historias propias y de la gente para que la historia no sea un bien ajeno», declaró.

Su preparación académica, su experiencia y su calidad humana, hace que Rivas sea un ejemplo para para las presentes y futuras generaciones de comunicadores sociales.

«Un periodista debe estudiar lo suficiente para apegarse a la veracidad, cumplir su mandamiento ético y ser una buena persona. Ser periodista requiere aprendizaje continuo, inteligencia emocional y conciencia de valores democráticos. Eso hay que cultivarlo», recomendó.

-Lo más importante es creer y reconocerse en la vida del otro y hacerte grande a partir de esa interpretación. Luchar por lo que se nos arrebata o por lo que no se nos reconoce como derecho, afirmó. Entender que no somos únicos, que el mundo está hecho de la vida humana, animal y vegetal. Que el planeta nos convoca a preservarlo. (CNP 16.100)

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