La artista plástica Teresa Tretola se renueva en cada pintura y su mayor inspiración siempre ha sido la naturaleza, por lo que, con su infinita luz y creación, siempre tiene un motivo para recrear.
Llegó de Italia natal muy joven. Su difícil juventud ha puesto su sensibilidad a flor de piel. Ganó su primer premio en una muestra colectiva en honor a la virgen del Pilar, hace aproximadamente 50 años.
Su obra va desde el figurado impresionismo, pasando por el abstracto hasta los cuadros intervenidos. Son coloridos, vistosos, alegres. Dice que se ha adaptado a los estilos decorativos de las diferentes épocas. “Antes se llenaban las paredes con cuadros medianos, pequeños y hasta miniaturas, y hoy se usan los de gran formato en el que, uno solo, cubre todo el espacio visual», explicó.
Le gusta pintar lo que la gente siente y quien vea su obra se sienta identificado. Por eso si se la encargan para un espacio determinado, complace los deseos de su cliente.
Su taller está en su casa: pinceles, telas y tubos de pintura, yeso, madera y mucha inspiración, son su compañía desde que su amado esposo murió.
Crea, mezcla colores, puede hasta cambiar de idea a la mitad del camino y, a medida que mancha el lienzo, cruzar imágenes que al inicio no estarían. El boceto inicial se transforma y el resultado final ni siquiera ella lo sabe.
«Los artistas nunca terminamos de aprender, siempre descubrimos nuevas formas de expresarnos; me gusta ser libre», expresó.
Como artista plástica lamenta que no exista promoción continua de los pintores, por que no hay salas de exposición aptas. Las últimas -dijo- han tenido que instalarlas en restaurantes, porque son los sitios más visitados, pero donde el arte no es protagonista. Yo necesito que la gente los vea, porque si no ¿para qué uno pinta? pero necesitamos salas aptas para exponer.
Tretola es versátil y complaciente, su estilo de vida y su pintura son muestra de un espíritu emprendedor y alegre, sus cuadros dicen mucho de su personalidad. Dice que aunque le duele todo, la mano siempre está dispuesta.
A sus 74 años, y si no fuera por su afección en la columna, ella diría que no tiene edad. La pintura llena de tal manera su alma que pierde la noción del tiempo y encuentra siempre en la belleza, en la vida, su gran inspiración. (CNP 16.100)