Beyoncé dio el miércoles por la noche el pistoletazo de salida en Estocolmo a una mega gira en solitario de cuatro meses, con un escenario futurista, trajes grandiosos y los fans en un frenesí de emoción, siete años después de su último espectáculo.
En una sucesión de acrobacias sobre un módulo lunar, de abeja reina, volando sobre un caballo de diamantes por encima de la multitud, presentadora de telediarios e incluso papisa, Queen B ofreció una actuación de más de tres horas para lanzar su gira Renaissance World Tour, que podría superar la astronómica cifra de 2.000 millones de dólares de ingresos.
«Me he quedado sin palabras, ha sido increíble, extraordinario», declaró Shane Barkey, un locutor de radio irlandés de 31 años de edad.
«No ha hecho ninguna promoción de su álbum, así que había mucha expectación sobre lo que iba a hacer», dijo a la salida del concierto.
Muchos fans habían venido del otro lado del Atlántico, de Estados Unidos en particular pero también de Brasil, para asegurarse de ser los primeros en descubrir la superproducción, una de las más esperadas del año.
Sólo quería decirles: me hacen muy feliz», dijo Beyoncé ante un estadio de 60.000 localidades consagrado a su «reina».
«Veo caras conocidas de gente que voló desde muy, muy lejos para ver el primer espectáculo de esta noche», dijo, cubriendo los vítores de la multitud.
El estreno, que en los últimos días se ha sometido a extensos ensayos cerca de París y en Estocolmo, parecía ya pulido, sin ningún desliz.
«La he visto desde su primer concierto (…) Ha sido otro nivel más para Beyonce, increíble», dijo Abdul Ibraimoh, un londinense de 33 años que tiene entradas para Londres, Barcelona y Miami.