En la sexta jornada de la guerra contra Hamas que está causando estragos en la Franja de Gaza y en respuesta al ataque más letal contra sus ciudadanos, Israel elevó el fuego militar y retórico. Los testimonios de los múltiples asesinatos en los kibutzim y el aumento del balance de muertos (al menos 1.300) han contribuido a que la promesa ya no sea destruir las «capacidades militares» del grupo yihadista sino su propio régimen en el enclave palestino.
Un objetivo que sólo sería posible con una ofensiva terrestre que elevaría sensiblemente el número de muertos que supera los 1.500 y de casas destruidas en la Franja de Gaza.
Israel afronta la guerra con el pleno apoyo de EEUU reflejado en los reiterados discursos de su presidente Joe Biden, el suministro de misiles Tamir para garantizar las reservas de las baterías defensivas antiaéreas en una campaña que se presenta larga y la visita de su secretario de Estado, Antony Blinken, que este jueves estaba emocionado por las imágenes y relatos de los testimonios de la masacre en las comunidades limítrofes con el territorio gazatí.
«No vengo sólo como secretario de Estado sino como judío. Mi abuelo huyó del pogromo en Rusia y sobrevivió a los campos de concentración nazis. Por eso entiendo a nivel personal el significado de los asesinatos de israelíes y de judíos en todo el mundo», afirmó en Tel Aviv. La Casa Blanca reveló que 27 estadounidenses fueron asesinados por Hamas.
«El mensaje que traigo a Israel es que puede que seáis suficientemente fuertes para defenderos por vuestra cuenta, pero mientras Estados Unidos exista, nunca tendréis que hacerlo. Estaremos siempre a vuestro lado», dijo Blinken.
El mensaje no iba dirigido sólo a Netanyahu sino también al líder iraní, el ayatolá Jamenei, y al del grupo libanés Hizbulá, Hassan Nasrala.
El jefe de la diplomacia estadounidense, que se reunió con supervivientes de la matanza en la fiesta musical por la paz, denunció que «Hamas tiene como única agenda la destrucción de Israel y no le importa el bienestar y futuro del pueblo palestino».
«Agradecemos el apoyo del presidente Biden y del pueblo estadounidense en nuestra guerra contra los bárbaros de Hamas», dijo Netanyahu, quien denunció decapitaciones y quema de personas vivas el pasado sábado.
«El 7 de octubre es el día más horrible para el pueblo judío desde el Holocausto», sentenció lanzando un elemento clave en su discurso: «Hamas es el IS». En este sentido, el ejército dijo haber hallado una bandera de este grupo terrorista en el equipamiento confiscado de milicianos de Hamas en el Kibutz Sufa.
Israel intensificó sus ataques de tal forma que desde Ascalón, a 14 kilómetros de Gaza, algunos se pueden escuchar. En la última jornada, la Fuerza Aérea mató a un comandante de la Fuerza Naval de Hamas y destruyó objetivos de la unidad de élite (Nukba) que lideró el ataque del sábado y varios edificios, con previo aviso a los habitantes, en base a información sobre centros de mando de Hamas sacada de los interrogatorios a los que se infiltraron en el sur de Israel.
Este jueves, el ejército avisó a los habitantes en Beit Lahia de que iba a lanzar un nuevo raid, por lo que debían abandonar esa zona en el norte de Gaza. Hamas, por su parte, les exigió no irse. Gaza ya cuenta con casi 400.000 desplazados para una pesadilla que acaba de empezar ya que las instalaciones de la ONU no son suficientes para albergar tanta gente.
«Hemos lanzado más de 6.000 bombas contra Hamas en Gaza. Es sólo el principio hasta que acabemos con ellos. Acabaremos con todo aquel que participó en los crímenes deleznables», afirmó el jefe de la Fuerza Aérea Tomer Bar tras alcanzar 4.000 objetivos.
FRACASO DE SEGURIDAD
El máximo responsable del ejército, Herzi Halevi, compareció ante las cámaras para asumir la responsabilidad en el fracaso defensivo del fin de semana y prometer que será investigada cuando acabe la guerra.
«Quien decidió este deleznable ataque fue Yahya Sinwar (líder de Hamas), el soberano de la Franja de Gaza y su organigrama es blanco para matar. Les atacaremos y desmantelaremos sus sistemas», afirmó mientras un portavoz.
El Tsahal promete alcanzar no solo a Sinwar-escondido bajo tierra por temor a las bombas israelíes-sino a todos los participantes del sábado ya sea para disparar, secuestrar o simplemente alentarlo. Por ejemplo, Mustafa Shahid, que filmó sus asesinatos y los transmitió en las redes sociales. Tres días después, un misil israelí acabó con él.
Ante la grave crisis humanitaria en Gaza en ciernes y las denuncias de las agencias de ayuda locales e internacionales sobre lo que consideran castigo colectivo tras la declaración del cierre, el ministro de Energía, Israel Katz, respondió ayer que no suministrarán combustible, agua y electricidad «hasta la vuelta de los secuestrados israelíes a sus casas. Humanitario a cambio de humanitario y que nadie nos dé lección de moralidad».
Horas antes del ataque del 7 de octubre, la cúpula militar israelí mantuvo consultas urgentes tras recibir alertas de «movimientos extraños» en la frontera de Hamas, pero siguió fiel a la idea de que este movimiento apoyado por Irán «no está interesada en una escalada». Por eso, no tomó medidas urgentes limitándose a una nueva consulta a primera hora de la mañana. Pero más de un millar de efectivos de Hamas se adelantaron y penetraron en Israel vehículos, parapentes y motocicletas.
UN ATAQUE PLANIFICADO DESDE HACE DOS AÑOS
Netanyahu fue informado a las 06.29 cuando ya había comenzado un ataque planificado desde hace dos años, según uno de sus dirigentes, Ali Baraka. «Les hicimos creer que Hamas se había comprometido a gobernar Gaza, que quería centrarse en sus 2.5 millones de habitantes y que había abandonado totalmente la resistencia», dijo a Rusia Today TV. Baraka afirmó que Hamas sólo informó a sus aliados de otras facciones palestinas, Hizbulá, Irán, Turquía y Rusia, una vez iniciada la invasión, y dijo que cualquier acuerdo de intercambio de prisioneros debería incluir a los presos de Hamás detenidos en Estados Unidos.
Salah Harouri, un importante cabecilla de Hamas en el exterior que lleva años en el radar de Israel, que le considera el cerebro de atentados en Cisjordania, cifró en unos 1.200 el número de los atacantes. En una entrevista a la cadena Al Yazira, negó que quisieran dañar a civiles en Israel y apuntó que ciudadanos de Gaza también penetraron la frontera.
Hamas intenta sobre todo deshacerse de la etiqueta de «IS». Es uno de los motivos por los que intentaría realizar algún tipo de canje por presos palestinos con Israel para liberar y liberarse de su enorme responsabilidad sobre rehenes con nacionalidad extranjera o mujeres. Hamas tiene en sus manos más de 100 rehenes, según el dirigente islamista Musa Abu Marzuk. Yusuf, el hermano de éste, murió en un ataque aéreo israelí en Rafah, según diversas informaciones en Gaza.
Hamas espera aún una «revuelta» de los palestinos en Cisjordania e Israel como sucedió en la escalada en el 2021. En el territorio ocupado por Israel en la guerra del 67 se suceden las manifestaciones a favor de Hamas con aumento de choques con soldados israelíes. En Israel, sin embargo, la minoría árabe censura de forma rotunda las acciones de Hamas en su inesperado y sangriento ataque. El aumento de la destrucción y muertes en Gaza puede provocar un cambio en el comportamiento en este sector.
Precisamente cuando su país atravesaba la mayor crisis interna de su historia debido al polémico plan de reforma judicial y las cinco elecciones desde 2019, los israelíes se han vuelto a unir. Y no solo en el Gobierno de emergencia de la guerra. Para ello ha sido necesario el mayor atentado en su historia. Hay consenso de que Hamas ha roto todas las líneas rojas y en casi todo el arco ideológico exigen que pague por ello con una respuesta contundente. Si la guerra como se prevé tomará semanas e incluso meses con la más que probable invasión de Gaza, Hamas acabará con miles de bajas, Gaza semidestruida y un alto número de civiles muertos en los ataques israelíes.
ENORME MOVILIZACIÓN
La movilización en Israel es enorme. No solo militar con 350.000 desplegados, sino también social. Los centros de donación de sangre se llenan diariamente mientras circulan videos en los que decenas de balcones de barrios enteros cantan el himno al unísono. Desde el sábado se pueden ver más banderas de Israel en los coches y casas. «Estamos en nuestro peor momento. Imagínate el 11-S, pues multiplícalo por 10», nos dice Avi Atias que tomó el riesgo de salir de su casa en Ascalón, bajo la diaria lluvia de proyectiles, para hacer algunas compras.
Tras varios días en los que no quiso- o pudo- condenar el ataque del sábado, el presidente palestino, Abu Mazen expresó rechazo a «las prácticas de matar civiles o abusar de ellos en ambos lados porque contravienen la moral, la religion y el derecho internacional». La menguante relevancia de Abu Mazen se refleja en la indiferencia israelí hacia su reacción en los primeros días. El veterano rais gobierna Cisjordania y, a diferencia de su rival interno integrista, apoya un acuerdo de paz basado en la solución de dos Estados. Nunca esta fórmula ha estado tan lejos de aplicarse en la realidad.
El Mundo