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La vida boheme del «Negro» Cordero

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Escrito por Beatriz Quintana

Acarigua.- Cuando al final de nuestra vida nos vamos quedando solos, sobra tiempo para recordar y escribir acerca de los buenos momentos y es lo que hace el conocido actor de teatro, director y productor de cine, Eimar Cordero, a quien nadie conoce sino como el «Negro».

Su interesante cuenta en Instagram llamó mi atención, no solo por los personajes a los que alude, siempre famosos, sino por la manera fresca, jocosa y precisa con la que suele contar sus anécdotas.

Apenas ha comenzado -contó- a garabaterar sus memorias, que a sus más de 80 años, es una maravilla que conserve tan bien.

Desde su WhatsApp se mantiene en comunicación con la familia y los amigos, porque sociable y conversador como es, a veces le cuesta tolerar la soledad, aunque ha sido su decisión.

Su hijo Pedro, que desde que tuvo edad suficiente le acompañó en sus proyectos audiovisuales, le instó a escribir y le ayuda en  la edición y montaje de la cuenta @negro_cordero, que es un placer leer; con mucho humor, relata sus encuentros con Chavela Vargas, Pérez Prado, Rómulo Gallegos, Fedora Alemán, Juan Domingo Perón y otros.

En la época de «El derecho de nacer», su mamá Aura Colmenárez Bocaranda, recibía los folletos de la novela con el seudónimo Eimar Cordero y fue el nombre con que lo bautizaron. Nunca se acomplejó -porque sonaba muy femenino- pero le molestaba.

«Una vez llegué a Venezuela con una gringuita que me había levantado y fue a recibirme Oswaldo Guevara, que me mandó a llamar desde el ‘fronter’: ‘señorita Eimar Cordero, señorita Eimar Cordero’. Me acerqué y le dije muy apenado ‘dile que ya lo encontraste y cállate’”, explicó bromista.

Se fue a Caracas muy joven a trabajar con su primo Alí Cordero, en su laboratorio y éste le obligó a seguir estudiando. Se graduó de bachiller y comenzó a hacer teatro en la Universidad Central de Venezuela. Lo de artista -dijo- le viene de su abuelo, Jesús María Colmenárez, que fue poeta.

Después de lograr una beca a través del Dr. Gonzalo Barrios, durante el gobierno de Raúl Leoni «y de la virgen del Perfecto Socorro», agregó con humor, se gradúa en dirección y producción de radio, cine y televisión, en el Instituto Nacional de Bellas Artes y en la Universidad Autónoma de México y publicidad en el «Columbia College Panamericano».

Para entrar al Instituto de Bellas Artes debía hacer un examen de admisión. Llegó con su currículum y quedó en segundo año. Después, se presentó a un casting nada menos que con Dolores del Río, la gran estrella mexicana. No lo ganó, a pesar de la buena actuación, porque su dicción no era buena.

Apenas a un mes de estudiar en Bellas Artes, se estaciona un carro de donde baja “La Doña» María Félix. La emoción lo dejó  paralizado, cuando la actriz se dirigió a su amigo y a él para preguntar por su hijo Kike, también estudiante.

Se graduó y continuó en el DF a pesar de las duficultades que, como extranjero, tenía para ingresar a las producciones.

«En México es muy difícil hacer actuación porque los sindicatos son muy estrictos, pero logré hacer el doblaje de un papel que protagonizaba Javier Solis en una versión para Venezuela de la película «Más allá del Orinoco». Nos hicimos amigos y nos reuníamos en mi apartamento a compartir trago y música».

De los secretos del cine mexicano, el Negro reveló que al actor César Costa, haciendo pareja con Angélica María, lo subían en un cajón para poder grabar las escenas de  besos. Se codeó con Enrique Guzmán, padre de la cantante Alejandra Guzmán y Raúl Vale.

«Yo me coleé en muchas películas como extra, y ahora muchas cosas vuelven a mi mente y las escribo. Cuando me descubrían los del sindicato, se acababa el trabajo».

A través de la amistad con unos músicos, conoció a Chavela Vargas, con quien compartió parrandas y buenos momentos.

«Cuando me vine a Venezuela mis amigos me llevaron mariachi y Chavela me cantó «La Llorona», mientras yo también lloraba la despedida».

Ya en Venezuela, el Dr. Pablo Herrera, presidente del Instituto Nacional del Menor, durante la presidencia de la república de su hermano Luis, le dió el cargo de Director Nacional de Teatro del Inam.

Fue también productor de «Desayuno con nosotros» en Radio Caracas Televisión. Escribió y condujo un programa de radio llamado «Nuestro folklore», ganó un premio  Guaicaipuro de Oro, que le entregó Mario Moreno “Cantinflas». Entre muchos otros  honores que ahora no recuerda.

Produjo en 1986, bajo la dirección Alberto  Arvelo, el film «Candelas en la niebla» que protagonizó Gustavo Rodríguez y tuvo la mejor interpretación de Gómez, por el actor Rafael Briceño. En esa película, el Negro también hizo un papel que despreció el actor Orangel Delfín.

«El día del estreno en La Previsora tuvimos que llamar a todas las amistades porque no fue nadie, al frente pasaban «Rambo» y el cine venezolano no resultaba interesante».

Con Arvelo, volvió a compartir durante las escenas que grabaron en la finca La Llanada (Acarigua), cuando este dirigió “Libertador».

Cordero estuvo casado con la mexicana Lidia Núñez, se hicieron novios en una «lunada» en el DF y con ella tuvo a Pedro, su único hijo.

«Ahora me dedico a escribir porque tengo que matar el tiempo, estoy muy solo. El de la idea fue mi hijo: ‘papá, tuviste una vida tan bella, escríbela’. Yo le envío mis memorias, él edita y publica en Instagram».

En su casa recibe con mucha frecuencia a Wilfredo Bolívar, depositario de sus documentos y premiaciones. Toca el cuatro, lee y llama por teléfono a sus allegados.

Pedro que está en Querétaro, espera que su papá decida cuándo quiere ir a vivir con él.

«Voy a llevar las cenizas de mi esposa a su país natal», dijo cantando las estrofas de: «México  lindo y querido si muero lejos de ti…», una copa de vino, su prima Mariela Cordero y yo, le acompañamos. (CNP: 16.100)

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