Acarigua.- En la ciudad de Aylesbury, capital del condado de Buckinghamshire, en el sureste de Inglaterra, el nombre de Acarigua comenzó a ser conocido desde hace unos años cuando en 2021, Miguel Ángel Pepe González se convirtió en la pareja de Steven Lambert, el vicealcalde de la ciudad, asumiendo responsabilidad oficiales desde entonces.
Desde el año 2023, Miguel Ángel es el consorte oficial, pues Steven fue ascendido a alcalde mayor.
«Es una emoción bastante fuerte, cada vez que me toca ir a un evento de manera oficial que involucra ataviarnos como lo indica el protocolo, con las cadenas de oro, que resaltan el color rojo que escogió la dinastía Tudor. Me siento cual celebridad, la que yo uso fue donada en el 1917 y tiene mas de 100 años», detalló.
Steve Lambert le dijo a la alcaldía: “este año, por primera vez en la historia de Aylesbury, seremos dos hombres: alcalde y consorte, así que tenemos que hacer algo diferente” y la misma alcaldía dijo: “tenemos la medalla perfecta para Miguel”, que es la que han usado los alcaldes del 1917 hasta el 1953, cuando decidieron cambiar.
Miguel Pepe, es ahora nuestro embajador. Muy particular, porque desde su investidura, los latinos y venezolanos en esa localidad, son ahora más visibles, y hasta salsa ha enseñado a bailar, a su círculo de amigos ingleses.
Como migrante venezolano, Miguel paso por Italia, Estados Unidos, Irlanda, Noruega y, finalmente, Inglaterra, en busca del mejor lugar donde vivir y trabajar. Un trayecto que le ha permitido laborar en diversos oficios, aprender cuatro idiomas, además de su español natal, e incorporarse a una importante empresa, que recicla desechos de alimentos para producir gas y energía eléctrica, y que a él le gustaría poder replicar en Venezuela.
Pertenece, además, al team de voluntarios de un proyecto ecológico que cada domingo recoge la basura que el viento riega en las calles y apoya otro de recolección de insumos y recursos que ayuda con donativos a algunas fundaciones venezolanas.
Aunque este acarigueño debió adaptarse a la cultura y el estricto protocolo inglés, sigue siendo -dice- simplemente «el hijo de Attilio y Petra, el muchacho que vivía haciendo tremenduras» y que respondió con el humor típico de los venezolanos todas mis preguntas.
«Cuando me gradué de la universidad y me fui a trabajar a Caracas, me di cuenta que ya no me podía engañar más, así que tuve que aceptarme como era. Pasaron muchos años para que me diera cuenta que no hay nada errado en mí. Por eso, lo que más me gusta de mi vida actual es ver como mi percepción ha cambiado al respecto. Siempre pensé que tenía que ser aceptado por los demás, pero luego aprendí que no tengo que ser aceptado por nadie; simplemente tengo que ser respetado y punto», expresó.
La relación de Steven y Miguel Ángel pasó de ser amor a primera vista a una relación muy seria, desde el inicio, y ya anunciaron que se unirán en matrimonio el próximo mes de abril.
El gordo Pepe
«Quien me llama así, el negro o terremoto, es porque me conoce desde que era un bebé», señaló.
Describe a sus padres, como grandes trabajadores (hoy en día son pensionados y viven en Italia). «Cada uno con lo suyo, pero mi mamá es de las mejores. Qué negra tan fuerte. Nació en la pobreza, creció en la pobreza, conoció a mi papá, se enamoraron y decidieron formar una familia. Salieron adelante, nos dieron una formación y nunca nos hizo falta nada en la casa. Claro que hubo momentos difíciles, pero tengo que admitir que lo lograron; ellos son mi ejemplo a seguir».
Estudió su primaria en el San Vicente de
Paul hasta 4to grado y se graduó de bachiller en ciencias en el Colegio Gran Mariscal de
Ayacucho.
«Nací en el 1980, y crecí en Acarigua y alrededor del 1994 nos mudamos para otra ciudad… pa’ Araure. Tuve una infancia muy feliz, yo era super tremendo, así que los que estaban a mi alrededor, fueron menos felices que yo. Ibamos mucho al Club Canario, donde aprendí a nadar con el ‘Chato’ (José Rafael Vásquez, exalcalde de Araure). Aprendí a jugar fútbol, béisbol, voleibol y hasta a montarme en las matas de mango del estacionamiento. ¡Qué recuerdos de aquellos mangos verdes con adobo!», relató.
En el 1994 se mudaron a El Túmulo y de allí recuerda a sus vecinos Carlo y Leo Vicentini, Pedro Pablo, los hermanos Tovar, Miguel y Abraham; Giuseppe Russo, José Alberto y, por supuesto, Augusto. «En esta época, el único deporte que hacía era natación hasta que conocí a Denia Caramori. Ella vivía ganándome, así que me di por vencido y abandoné».
Quiso, al salir del bachillerato, entrar a la Marina y lo rechazaron por ser daltónico. «Por supuesto que no lo sabía, aún me cuesta creerlo», afirmó.
Y aunque estudió Contaduría Pública en la Universidad Yacambú (1997-2002), originalmente su interés eran las Ciencias Ambientales, pero su papá dijo: «no, ¿qué es eso?, ¿para qué sirve? Yo no creo que tenga
mucho futuro».
«De Venezuela me fui en 2002 para Italia, al pueblito donde nació mi papá, Collevecchio. Para llegar a Inglaterra di hasta saltos mortales, pero, aquí estoy. Primero, me fui a hacer un curso de inglés en Dublín, capital de la República de Irlanda. Llegué en pleno invierno. En enero del 2009, justo después de la crisis mundial del 2008, el país casi se fue a la quiebra. Ahí viví por casi 4 meses, la pasé de lo mejor y también aprendí mucho. ¡Por cierto!, los irlandeses son los latinos de Europa. ¡Son muy panas!», expresó.
En 2012 se fue a Houston, Texas, por amor y con la intención de mejorar su inglés, pero regresó a Europa sin amor y con un fuerte acento mexicano. Lo bueno de esa experiencia fue que entendió que tenía que estudiar.
Decidió hacer un máster en Gerencia y Negocios Internacionales en el Reino Unido. Lo aceptaron en dos universidades, Liverpool y Birmingham. Al final, escogió la última porque Marlie Delgado, su amiga del alma, vivía ahí.
«Le invadí el rancho, viví con ella y su hija Helena (hoy en día es mi ahijada) por casi dos años. ¡Que momentos tan buenos, los recuerdo como si fueran ayer. Me gradué con honores 2:1 en el 2015 y tuve que regresar a Italia porque en todos estos años nunca había resuelto lo de la ciudadanía italiana, así que me vi obligado a irme del país», relató.
Mientras tanto, en el 2016, tras el Brexit, el Reino Unido se retira de la Comunidad Europea, noticias nada alentadora porque él sentía que su futuro estaba allí.
«Al final, a pesar de las adversidades, logré obtener mi doble nacionalidad en el 2017. El mismo día que me llegó el pasaporte me
metí en la página británica de empleo y apliqué a un solo trabajo -¡sí, estás leyendo bien!- Me entrevistaron por teléfono, renuncié con IVECO, hice mis maletas y finalmente me mudé al Reino Unido con trabajo. Seguí en casa Marlie; ella dice que yo soy su ángel, pero lo que ella no sabe es que… ella es el mío» .
Migrar es aprender
«El aprendizaje siempre es mucho. Idiomas, cultura, costumbres. Siempre tuve la mente abierta y eso me ayudó mucho. Es el consejo que le doy a todo el mundo. Irse del país es difícil, pero es aún peor hacerlo y no
cambiarse el chip», sostuvo.
Miguel no habla de olvidar nuestra raíces, pero sí de aceptar que hay otras formas de vivir en un país que te acoge con los brazos abiertos.
«Hoy en día, hablo tres idiomas fluidamente, machuco el portugués (el de las colonias y no
el de Portugal… eso no se entiende, ni con varios tragos encima), estudié otro dos idiomas, pero los abandoné: noruego bokmål y el árabe clásico. El noruego sirve solo si vives ahí y, ni siquiera, porque hablan inglés mejor que los ingleses, y bueno, al final, decidí no mudarme para allá. El árabe es un idioma muy bonito, pero cuando la profesora me dijo que íbamos a estudiar las letra sol y luna, ahí me dije: ‘Miguel, esto se ha puesto muy peludo, así que mejor usted se levanta y se va pa’ su casa'», afirmó.
Sus proyectos
«El año pasado conocí a un cura peruano, el padre Ernesto Lozada. En el encuentro, hablamos mucho sobre cómo crear más comunidad latina y llegamos a la conclusión de que sería bueno comenzar a hacer misas en español una vez al mes. El que me conoce sabe que no soy muy religioso, pero esto no lo hago por mí sino por mí gente», expresó.
Está orgulloso de trabajar en el sector de la economía circular, en una empresa llamada Olleco, que se dedica al reciclaje, usando desechos de comida, de restaurantes y de las casas, como materia prima para producir energía eléctrica y gas que, a su vez, es vendido al Gobierno.
«No te imaginas las veces que he pensado en llevar esta idea para Venezuela. Este tipo de empresa podría aliviar el inmenso déficit que existe en nuestro país, en cuanto a electricidad y gas», comentó.
También han creado, él y sus amigos, un grupo de varias nacionalidades que se llama «Hablamos español en el Reino Unido». Se reúnen para socializar, compartir un buen rato y para ayudar a los británicos a que pronuncien y practiquen más el español.
La historia de amor
Se conocieron en el mes de mayo de 2018. Viajaban en un tren, pero en direcciones diferentes. Los trenes se detuvieron por un instante. Ambos estaban en una aplicación para solteros que les indicó que estaban a solo 3 metros de distancia, pero Steven iba a Birmingham y Miguel a Londres.
«Así que nos conocimos por pura casualidad. Nuestros trenes se pararon en la misma estación, al mismo tiempo, solo que yo iba al sur y el al norte, ¿qué loco, no?», recordó.
Planearon verse luego y fue amor a primera vista. La relación comenzó ese mismo año y desde un principio la cosa fue seria.
«En el 2020 tomamos una decisión muy importante: irnos a vivir juntos, pero todo se adelantó por el Covid y, a decir verdad, ha sido una de las decisiones más sabias que he tomado en mi vida, porque somos muy compatibles», reconoció.
Allí, explicó Miguel, la sociedad es mucho más abierta que en Venezuela. Son respetados plenamente e invita a que lo sigan por Instagram (@Aylesbury_Mayor_Consort) y vean los eventos en los que participan.
«Ser el consorte me llena de mucho orgullo. La gente me saluda en la calle y les devuelvo el saludo y la sonrisa. Aquí mismo, en Aylesbury, vive Olyana Oviedo, que es también de Acarigua, y su marido, Rafael Uzcátegui. El día que se entero que iba a ser el consorte, me dijo: ‘definitivamente tú no eres consorte, sino con suerte'», agregó
Y aunque tiene una vida privilegiada y se codea con las representantes del Rey Carlos III de Inglaterra, dice: «soy simplemente Miguel Pepe, el muchacho de Acarigua«. (CNP 16.100)