Los dados están lanzados. Claudia Sheinbaum es la nueva presidenta de México y será la encargada de trazar el futuro de uno de los pilares de la región latinoamericana por los próximos seis años. Pero la presidenta científica no encuentra un panorama fácil para sus primeros días.
El sexenio de Andrés Manuel López Obrador termina dejando registros históricos en materia de seguridad, siendo el período presidencial más violento de la modernidad mexicana, marcado por una estrategia de seguridad ampliamente cuestionada por su pasividad en la lucha contra el narcotráfico, la militarización de la estructura policial y la inefectividad de la polémica Guardia Nacional.
Sheinbaum ha dejado claro que continuará con la visión impuesta por López Obrador, atacando las causas estructurales del crimen organizado, que basa sus filas en personas oriundas de las comunidades más vulnerables del país, y después con un enfoque de «justicia» a través de la investigación y la efectividad del sistema judicial.
Pero para conseguirlo, Sheinbaum deberá tener una vocación negociadora mucho mayor de la que tuvo su antecesor.
A pesar de haber alcanzado una mayoría dentro del Poder Legislativo, Alfredo Coutiño, director para América Latina en Moody’s Analytics, resalta la importancia que tendrá el esfuerzo conciliador desde el Poder Ejecutivo para conseguir materializar los ambiciosos proyectos de reforma que promete la izquierdista.
Uno de los grandes desafíos del nuevo gobierno mexicano será «restablecer la unidad nacional a través de lograr un consenso entre las diferentes fuerzas políticas y sociales para acabar con la polarización agravada en los últimos seis años.», manifestó Coutiño en entrevista para France 24.
En materia económica, la exalcaldesa se enfrenta a un panorama complejo. Ante las próximas elecciones en Estados Unidos y la inminente renegociación del TMEC (tratado comercial de México, EE. UU. y Canadá), Sheinbaum deberá construir un puente de comunicación continua y efectiva con Washington y Ottawa, sus más próximos socios comerciales.
«México enfrentaría un gran reto en materia comercial: primero, debe limar las asperezas que existen en la relación bilateral con Estados Unidos y, segundo, enfrentar una renegociación satisfactoria del acuerdo comercial trilateral, de tal forma de potenciar los beneficios para México y eliminar los posibles conflictos que pudieran derivarse de su relación comercial con China», señaló Coutiño.
El combate al cambio climático, la recuperación de la diplomacia mexicana, el desarrollo social, el impulso a la igualdad de género y los derechos LGBTIQ+ también son tareas pendientes para el nuevo gobierno mexicano, que, si se adscribe como un proyecto de izquierda, debería tener en su agenda política.
México tiene nueva presidenta, la primera en su historia, una científica y militante moderada que enfrenta su mayor reto dentro de su propio movimiento, aún bajo el cobijo y la pesada sombra de un polémico pero histórico líder social que en diciembre se retira de la vida política nacional, según sus propias palabras.
México tiene su primera presidenta.
Con AP y medios locales