Acarigua.- La feligresía de la parroquia Catedral Nuestra Señora de la Corteza, colmó este recinto santo, para ser testigos del mensaje de la misa de Nochebuena, que este 24 de diciembre presidió monseñor Gerardo Salas Arjona, obispo de la Diócesis de Acarigua-Araure, asistido por el presbítero Luis Fernando Rangel y el seminarista Rafael Gil.
En esta importante celebración para la comunidad católica del mundo, el prelado hizo énfasis en un mensaje cargado de emotividad, destacando que la Navidad es el lugar para valorar el encuentro y la pequeñez.
A su juicio, lo mundano ha desfigurado el rostro propio de la Navidad que se basa en la alegría y el gozo, pero que para muchos representa tristeza, dolor, angustia, miedo, soledad, hambre, rabia, impotencia, desesperanza, nostalgia, oscuridad, la ausencia de los seres queridos y venezolanos pasándola mal en otras fronteras, expuestos al peligro.
Ante lo descrito, la Iglesia se ha dispuesto a dar gracias por el Adviento vivido, que ha permitido a los creyentes un tiempo de gracia y acercamiento a Emmanuel, para vivir con gozo y alegría su nacimiento.
El signo de la Nochebuena es un niño en la dura pobreza de un pesebre, donde no hay más luces, ni coro de ángeles, sino solo un niño. “Allí está Dios en la pequeñez y este es el mensaje: Dios no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez. Es la pequeñez el camino que eligió para llegar a nosotros, para tocarnos el corazón, para salvarnos y conducirnos hacia lo que es realmente importante”, dijo.
También, el celebrante invitó a contemplar a Jesús en el pesebre, que representa cada uno de los que integran la familia de Nazareth.
Por último, invitó a unirse a la iglesia universal en este año jubilar que dio inicio el papa Francisco, abriendo las puertas de la basílica de San Pedro, bajo el lema «peregrinos de la esperanza», caminando al encuentro de Jesús, que nos espera en el pesebre de cada hermano, familia, comunidad parroquial, para que —contemplándolo— le adoremos en espíritu y verdad.
Como es tradición, en el marco de la santa misa, se procedió a la adoración y beso al Niño Jesús, acto simbólico que permite a los feligreses ese acercamiento con el amor y la pureza que el redentor, recién nacido, transmite a quienes confían.
Prensa, Catedral (Mayami Alvarado, CNP 4.655)