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Dra. Dalila Teixeira: «Todos queremos gozar de salud mental, pero no renunciar a lo que nos enferma»

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Escrito por Beatriz Quintana

(9-3-2025).- La mente es un misterio que la ciencia nunca ha comprendido del todo aún, pero hoy más que nunca los neurocientíficos se han empeñado en escudriñar, rectificando el mito de que «loro viejo no aprende hablar», porque descubierta la Neuroplasticidad y la Epigenética, se nos entrega la responsabilidad de nuestros pensamientos por encima de la herencia y los desafíos que nos impedían decidir sobre nuestra propia evolución.

La historia de hoy confirma que cuando nos toca muy de cerca una enfermedad que afecta el núcleo familiar, se enciende en nuestro interior el deseo, no solo de solucionar nuestro caso, sino el de ir más allá y contribuir con quienes están en las mismas condiciones, tejiendo una red de ayuda y fraternidad.

Por eso Dalila María José Teixeira De Freitas, no es psiquiatra solo porque le pareció una especialidad fascinante —que lo es— sino por el deseo de ayudar a su propia madre, sumida en una depresión posmenopáusica que la llevó a estar internada varias veces.

Fue una estudiante brillante, shorstop de kikimboll en la secundaria y en sus primeros años de la universidad, ganando varias medallas. Se graduó de médico e hizo posgrado en la Universidad Central de Venezuela, y se graduó con honores.


Agradecer es una de las cosas que hace a diario

«Siempre soñé ser médico. Recuerdo un regalo del Niño Jesús, con el que perseguí, mascotas, familia y vecinos para tomarles los signos vitales y ‘diagnosticarles’ enfermedades», dijo.

Actualmente, aparte de su ejercicio profesional, dice que disfruta de la lectura, compartir un café con las amigas y de los talleres de orientación y crecimiento personal que dicta periódicamente, para quien quiera saber un poco más sobre cómo usar la mente a su favor.

«Todavía y con la experiencia que tengo sigo aprendiendo. Todos queremos gozar de salud mental, pero pocos estamos dispuestos a renunciar a lo que nos enferma. ¡Yo me mantengo en estado de gratitud, gracias, gracias!, destacó.

Reencuentro

Nació en un barrio caraqueño el 18 de febrero de 1964 y es la menor de 4 hermanos. Después de 10 años en Venezuela su papá se reunió con su madre y sus 3 hijos que seguían en la isla de Madeira, Portugal, ella es fruto de ese reencuentro.

«Como la pequeñita de la casa era muy traviesa, me escondía, hurgaba los armarios, jugaba con semillas y los pequeños objetos que iba descubriendo para luego agrupar. Me llamaban ‘Tumbaranchos'», describió.

Recuerda con nitidez a su maestra Aída de primaria, estudió secundaria en un colegio de monjas, referentes de una educación estricta y con valores, pero menciona a sus padres como sus mejores guías, y de quienes aprendió la constancia y logros, a través del esfuerzo y merecimiento. También sus hermanas mayores, ya fallecidas, fueron sus modelos.

De pequeña amaba cantar y no concibe la vida sin música porque con ella ha dormido, bailado, fantaseado, llorado, y la describe como elemento de sanación y salvación. No en balde, su hijo Samuel, es uno de los violinista venezolanos más reconocidos en Estados Unidos. Ama y es diestra en la cocina desde su adolescencia, porque era tradicional que toda la familia se reuniera los domingos para saborear los exquisitos platos que Dalila y su madre preparaban.

El día que se recibió de médico, junto a sus padres

La psiquiatría

«Mi madre, después de la menopausia, hizo cambios emocionales y en varias oportunidades fue internada en una casa de reposo. Lo recuerdo como un lugar muy tranquilo, lleno de verdor, rodeado de riachuelos, pero también veía jóvenes con rostros de dolor, adultos con miradas perdidas, hombres caminando erráticamente. Mi mamá, entre ellos, y yo con apenas 9 años me preguntaba ‘¿por qué?’ y eso quedó grabado en mi mente», narró.

Además, cuando estaba haciendo el internado llegaban al hospital casos que nadie quería atender, conductas extrañas y gritos, entonces, ella pedía un espacio tranquilo para escuchar a aquellos pacientes. Así se dio cuenta de su vocación.

¿Por qué ir al psiquiatra?

Es el especialista quien tiene la potestad de hacer un diagnóstico y la capacidad clínica para diagnosticar una enfermedad mental y el que está facultado para medicar, y el que puede diferenciar si nos enfrentamos a un mal manejo de emociones, un trastorno de ansiedad, una crisis de pánico o una reacción de duelo, casos pasajeros o, en cambio, se trata de una depresión o enfermedad mental que necesita un abordaje de terapia y psicofármacos.

Si el médico psiquiatra, como en su caso, se ha ha formado en psicoterapia le puede dar herramientas de crecimiento personal y lo acompaña en el manejo de sus emociones.

Construyendo Bienestar Emocional y Café Asertivo, son dos de los talleres que organiza la Dra. Dalila

La familia

«Fui pilar en la familia base. Por ser la menor, me quedé con mis padres, y a los 15 me toca ser la ‘mamá’ de mi madre, por su enfermedad, porque tardó muchos años en recuperarse. Me levantaba muy temprano, ayudar en la cocina, irme a clases, que me quedaba muy lejos. Los sábados, limpiar y ordenar la casa, y los domingos recibir a mis hermanos y sobrinos adorados para comer», dijo.

Por su alto promedio salió seleccionada en la UCV y prometió a su padre, no enamorarse hasta graduarse. Luego de recibirse y en una reunión —cuenta emocionada por el recuerdo— su papá dijo: «Ahora ya me puedo morir tranquilo. Lo prometiste y lo cumpliste. Ya tengo a mi hija graduada de médico».

Después comenzó el posgrado y se enamoró, algo programado que la «desprogramó».

«Habíamos planificado el matrimonio, y en ese camino llegó la luz de mi vida, me casé con 5 meses de embarazo, pero nos casamos por amor. Y si volviera a nacer, haría exactamente lo mismo, cada una de cosas que pasé. Si el resultado final fuera tener a Alexis, mi esposo, nuestra vida de pareja y a Samuel, mi hijo, ¡no cambiaría nada!», afirmó.

La felicidad

«Es una pregunta interesante, es un estado de serenidad y de paz, aun cuando se esté inmerso en tristeza y dolor. La felicidad es la seguridad de haber hecho lo que tenías hacer, estar donde quieras estar, no ser perfecta, de estar buscando lo que deseas. Cuando estás haciendo lo que amas, aunque no tengas los resultados esperados, si tienes paz y serenidad, eso para mí es la felicidad», expresó.

Hijos felices

-No hay fórmulas preestablecida, ni manuales para ser padres. Lo importante es saber que los hijos deben ser el producto del amor y la responsabilidad: ser padres económicamente y emocionalmente. Los hijos no vienen a amarrar una pareja, sustituir a nadie ni a cumplir nuestros sueños, para no quedarnos solos. Los hijos vienen para disfrutarlos y enseñarles a ser libres, comentó.

Cuando escucha opiniones de personas que dicen que esta generación no sirve para nada, ella se pregunta ¿de quién es la responsabilidad, quiénes han sido los padres?

Con la luz de su vida su hijo Samuel y su esposo Alexis

Alerta con la depresión

«Si tenemos toda la información, es paradójico, que nos sintamos perdidos. Hay sobreinformación, estamos muy estimulados, con 5 ventanas abiertas en la PC, el Instagram y el WhatsApp al mismo tiempo. Ante una mente tan dispersa, ¿a qué realmente le ponemos atención? Es, precisamente, ese exceso de dopamina por sobreestimulación lo que hace que no sepamos qué hacer cuando no tenemos internet. No sabemos gestionar el aburrimiento», dijo.

-Nos olvidamos que somos seres humanos, de relación, ya no nos miramos a los ojos y no nos hablamos ¡Por eso es que hay tanta depresión! Hemos perdido la capacidad de vincularnos, esencialmente con quien tenemos al lado. El exceso de dopamina disminuye la serotonina, que es el neurotransmisor que tiene que ver con la alegría de vivir, explicó la especialista.

«Los pequeños placeres son esenciales, escuchar música, tomar una taza de café, disfrutar la amistad, caminar, leer, viajar, una buena noche de sueño para resetear la mente. Esas cosas que hemos dejado de disfrutar, o hacerlo rápido, porque nos ponemos excusas: el dinero, el tiempo. Contemplar una flor puede ser un gran placer», nos dijo.

¿Qué es el éxito?

También tiene diferentes puntos de vistas. Los resultados, las medallas, los seguidores, la cantidad de pacientes, libros o discos vendidos pueden ser una medición del éxito, pero si lo haces para complacer a otros y no por tu felicidad, si te lleva a la soledad y al vacío, entonces hay que cuestionarse.

Los talleres

«Además de escuchar al paciente, dedico mi tiempo a la psicoeducación. Me nutro de las historias, me gusta aprender e informar y como mi bebida preferida es el café, tengo dos proyectos ‘Construyendo Bienestar Emocional’ y ‘Café Asertivo’, donde hablamos sobre la mujer, ansiedad, felicidad o cualquier tema. Son como microespacios, entregamos cápsulas terapéuticas muy respetuosamente y con ética, para darle apoyo, contención y cierre a un proceso», indicó.

Tiene planes de seguir construyendo bienestar emocional, porque son muy pocos los psiquiatras en el estado Portuguesa. Hay muchos problemas emocionales y lamentablemente la gente tiene que tocar fondo antes de tomar la decisión.

«Más de 300 millones de personas en el mundo sufren de depresión y el suicidio es una de las 10 causas de muerte entre la población de 15 a 35 años. Ya Psicodata hizo un estudio avalado por la Universidad Católica Andrés Bello que dice que 9 de cada 10 personas entrevistada tiene un problema de salud mental: desesperanza, desconfianza, falta de sueño, entre otras, pero muy pocas van a terapia», afirmó.

-Es de valientes ir a terapia. Para la salud mental no hay atajos y debe ser con un profesional, para escuchar no lo que quiere, si no lo que necesita, acotó. (CNP 16.100)

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