(9-3-2035).- «Sino cerramos nuestra propia historia, no podemos alcanzar la presencia de Dios». Esta fue la enseñanza central que este domingo, 9 de marzo, primero de Cuaresma, transmitiera monseñor Gerardo Salas Arjona, obispo de la Diócesis de Acarigua-Araure, a todos los feligreses que concurrieron a la misa pontifical, oficiada en parroquia Catedral Nuestra Señora de la Corteza.
La misa concelebrada junto al presbítero Alexander Uzcátegui, permitió al prelado dejar un mensaje a través de tres imágenes que derivan de las sagradas escrituras y que —a su juicio— deben hacerse presentes en nuestra mente y corazón.
Así, monseñor Salas explicó que una primera imagen refleja nuestra propia historia, porque a veces nos olvidamos de quiénes somos y dónde provenimos, siendo allí donde se manifiesta la memoria del pueblo de Israel, de cuántas expresiones cultivadas en ese largo camino hacia la «tierra prometida».
Esta idea viene a colación —según palabras del celebrante—, porque se acude a la iglesia con dificultades, nostalgia y la negativa de cerrar ciclos, ante lo cual dijo que el pueblo de Israel nos enseña que «sino cerramos nuestra propia historia, no podemos alcanzar la presencia de Dios».
Como segunda imagen, hizo mención a la fe que hemos recibido en la vida bautismal y que hizo resucitar a Jesús de entre los muertos. Para el prelado, solo la fe se cultiva si permanecemos en la gracia Dios y en comunión con él.
Una tercera imagen, tiene que ver con el desierto y sus tentaciones, citando a la Cuaresma como desierto que invita a explorar, a descubrir cosas maravillosas, porque no solo hay desolación en un desierto. «También brinda oportunidades para orar, para meditar y discernir sobre un cambio en nuestras vidas y permitir que la acción de Dios nos haga instrumentos eficaces para ser luz del mundo».
Prensa, Catedral Mayami Alvarado (CNP 4.655)