Existe un mito muy extendido acerca del tiempo necesario para adquirir un nuevo hábito. La mayoría sostiene que 21 días son suficientes para incorporar un cambio sostenible, como empezar una rutina deportiva. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que la realidad es diferente y formar el hábito de ir al gimnasio puede llevar más tiempo del esperado.
El origen del mito de los 21 días
Durante décadas, la creencia de que bastan tres semanas para asimilar una rutina se difundió sin demostrar un respaldo científico sólido. Anastasia Buyalskaya, investigadora del Instituto Tecnológico de California (Caltech), advierte que “no hay un número mágico para la formación de hábitos”, desmintiendo la idea de que se puede estandarizar el proceso para todas las personas y actividades.
Este cálculo no consideró la diversidad de comportamientos ni los factores individuales que influyen en la constancia, como la motivación, el entorno social y el tipo de actividad elegida.
Colin Camerer, también experto de Caltech y coautor del estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, señala que estimaciones populares como la de los 21 días “no se basaban en ningún dato científico”. Explica que, en realidad, la velocidad de formación de un hábito depende del comportamiento específico y de una serie de variables personales y contextuales.
El estudio que revela el tiempo real para adquirir el hábito
Para arrojar luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores empleó técnicas de aprendizaje automático para analizar datos de más de 30.000 usuarios de gimnasios. Este trabajo, en colaboración con la cadena 24 Hour Fitness de Estados Unidos y presentado por Men’s Health, siguió a los asistentes durante cuatro años revisando patrones de comportamiento, frecuencia y contexto. Según Buyalskaya, la ventaja del aprendizaje automático es que “podemos observar cientos de variables de contexto que pueden predecir la ejecución de conductas”.
El resultado del análisis fue contundente: la idea de que el hábito se establece en tres semanas quedó superada por la evidencia. El plazo promedio real para integrar el hábito de ir al gimnasio es de unos seis meses. Esta estimación, que recopila la experiencia de miles de personas, señala que la constancia y el hábito requieren paciencia, dedicación y repetición sostenida en el tiempo.
Factores que influyen en la consolidación del hábito
El estudio identificó variables interesantes. Por ejemplo, el tiempo transcurrido desde la última visita al gimnasio resulta crucial. Para el 76% de los participantes, ese intervalo influía notablemente en la probabilidad de volver y mantener la regularidad. Así, cuanto más tiempo pasaba sin ir, menos opciones existían de convertirlo en rutina. La repetición y la proximidad de las sesiones son fundamentales para lograr adherencia.
Otro factor relevante es la predilección por determinados días. El 69% de los asistentes mostraba una tendencia a preferir los lunes y los martes, patrones que ayudan a estructurar la semana y favorecen la consolidación del hábito. Si bien variables como la hora del día no presentaban una influencia significativa, el historial previo de ejercicios y la regularidad mostraron ser determinantes.
Motivación, objetivos claros y elección de actividad
Aunque el estudio ofrece un promedio estimativo, no existe una fórmula única aplicable a todos. La motivación personal, contar con un objetivo definido y elegir una actividad que resulte agradable son esenciales para mantenerse en la senda del ejercicio.
“Puede que tu motivación esté por las nubes, que tengas un objetivo bien perfilado y que generes el hábito en pocos días”, aseguró Buyalskaya. Sin embargo, la mayoría de las personas requiere tiempo, por lo que tener paciencia y ajustar expectativas se vuelve necesario.
Sentirse cómodo y satisfecho con la rutina elegida favorece la adherencia en el medio y largo plazo. Los especialistas coinciden en que lo fundamental es progresar poco a poco y adaptar la actividad a cada perfil, evitando la frustración y el abandono prematuro.
Como expresa el sitio especializado Men’s Health, es crucial identificar y superar los obstáculos para no romper el ritmo dentro de los primeros meses.
Los beneficios a largo plazo y la importancia de la constancia
Pese al esfuerzo inicial, los beneficios del ejercicio físico son visibles y se mantienen en el tiempo. Además del bienestar físico, la práctica deportiva mejora la salud mental, el ánimo y la energía cotidiana. De acuerdo con los expertos, quienes consiguen superar los primeros meses construyen un hábito que facilita la continuidad y transforma la relación con el entrenamiento.
En palabras de Colin Camerer, “la formación de hábitos depende del comportamiento y de la repetición constante”. Si los primeros meses representan un desafío, la recompensa futura es indiscutible. Así lo comprobaron miles de personas cuyos datos consolidan la nueva verdad: para formar el hábito de ir al gimnasio hay que pensar en seis meses de práctica regular y enfocada.
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