Madrid.- Es increíble la variedad de circunstancias en las que los venezolanos se están abriendo paso en el mundo entero. Un video subido por una camionera, grabando a una paisana, en España, nos llevó hasta Sandra Karelis Ruiz, una joven que ha vencido miedos y diferencias de género para convertirse en la primera mujer de una compañía de choferes de vehículos de carga. En Europa y otros países, es común ver camioneras.
Sandra es menuda de tamaño, pero con unas ansias de libertad inmensas, que viaja por días traspasando fronteras europeas, en un mundo que durante largo tiempo ha sido exclusividad de los hombres, quienes al principio se detenían a mirar cuánto duraba en estacionar su gandola de retroceso, hecha un mar de nervios, pero sin dejarse vencer por ellos.

Sandra es actualmente una camionera experimentada.
Lo que le tomaba cuarenta minutos, hoy en día lo hace automáticamente, con ayuda y compañerismo de esos que una vez la miraron con recelo, y hoy con admiración y respeto, como una más de esa comunidad.
Ha sido tanto el impacto que hasta un reportaje en Telecinco les hicieron a Paola, Vanesa y a ella. Mujeres camioneras y decididas a vencer obstáculos.
Sandra es del barrio Bolívar de Acarigua, Portuguesa, graduada de ingeniera mecánica, la única mujer de su promoción.

La única mujer entre los ingenieros mecánicos.
“Crecí con un solo apellido, ya que mi padre biológico nunca me reconoció, pero la vida me regaló a un verdadero padre: un camionero que, aunque siempre nos protegió de ese ambiente por los riesgos que implicaba para las mujeres, sembró ahí la semilla y curiosidad de ese mundo”, explicó.

Aquí con su padre, a través de quien ha conocido el mundo de los camioneros.
Llegó a República Dominicana, apoyada por su mejor amiga desde el liceo. Primero, un empleo y otro, con pocas satisfacciones. Entonces decidió emigrar hacia España. Fue allí donde encontró su pasión, frente al volante de esos enormes vehículos, un trabajo que también le ha proporcionado cientos de seguidores en sus redes sociales, @sandritaover, y en TikTok, porque quiso, no solo mostrar que es posible ser una mujer feliz en esa labor, sino proporcionar información valiosa y eficaz para que otras también se atrevan.
Tiene planes de especializarse profesionalmente en el área de transporte y seguir viajando por placer. Nada más sabroso que conocer el mundo y vivir a plenitud, una vida tranquila, sin lujos –que no le interesan–, pero a sus anchas, sin límites ni prejuicios, comentó.
Sandra nunca olvida sus orígenes y viaja en la gandola, con el paisaje europeo frente a sus ojos, libre como el viento, pero con el tricolor y las estrellas de la bandera venezolana, siempre a su espalda.
El lugar que ama
Nació en Acarigua, Venezuela, y creció entre el barrio Bolívar, visitando el campo, cosechando maíz, comiendo cachapas y montando a caballo, siempre rodeada de una gran familia.

Su juventud transcurrió entre Acarigua y Ospino.
Su padrastro es camionero y con la intención de apoyarlo, Sandra estudió ingeniería mecánica en la Universidad Politécnica “J.J. Montilla” .
“Me gradué como ingeniero. Sin embargo, la vida me llevó por otros caminos: trabajé en el Instituto de Ferrocarriles del Estado Portuguesa, donde pasé de supervisora a jefa de estación en poco tiempo. La crisis venezolana del 2017 me obligó a buscar nuevas oportunidades”.

Como ingeniera mecánica trabajó en el Instituto de Ferrocarriles del Estado Portuguesa.
Vivió dos años en República Dominicana, donde ejerció varios empleos, pero sentía que no avanzaba. “Fue un choque de realidades porque nunca había trabajado en oficios. En Venezuela estudié y ejercí mi profesión”, indicó.
Por eso, en diciembre de 2019, hizo de nuevo sus maletas y se fue a España. A los pocos meses se desató la pandemia. Paradójicamente, eso aceleró sus documentos y le permitió empezar a trabajar como teleoperadora.
“Allí conocí a una persona especial, que era camionero, y fue quien me animó a sacar los carnets profesionales. Al principio sentí mucho miedo, pero pensaba: “Si otras pueden, yo también”. Así empecé en el transporte internacional, viajando de día y de noche, recorriendo pueblos mágicos de Europa y viviendo experiencias inolvidables, aunque con jornadas durísimas de hasta 21 horas de trabajo y 9 horas de descanso. Tras separarme de mi pareja, tuve que enfrentar la carretera sola: aprender a maniobrar, superar inseguridades y demostrarme que sí era capaz”, expresó.
Su trabajo transportando contenedores en España, requiere precisión, mucha responsabilidad y habilidad. Trata de hacerlo sobre todo de día, para permitirse más tiempo libre y mantener una vida equilibrada.
“En mi empresa soy la primera mujer entre 180 camioneros, y aunque este oficio es duro, siempre he sentido apoyo de mis compañeros y el respaldo del gremio en cada situación que he requerido de ayuda”.
Nos comenta que trabajó 21 horas por 9 de descanso, viajando fuera de España, aunque no necesariamente conduciendo. Dejando un contenedor y cargando el otro.

“Es una labor que te tiene que gustar”, dijo.
En la actualidad solo labora de lunes a viernes en una nueva empresa. Los fines de semana, hace senderismo, va al gimnasio, visita a sus amistades y cocina. Vuelve a casa todos los días. “Ducharme, comer algo recién hecho, caliente, es algo que aprecio al máximo. Ya he recorrido muchas carreteras “, dijo.
-Yo empecé en transporte internacional, un día de 30 horas para 2 camioneros. Lo más lejos que he llegado es entre los Países Bajos, Ámsterdam y Austria. Es muy fuerte, pero es bello; te permite conocer el mundo. Podía pasar por Francia, comer en la mañana una pizza en Italia y cenar en Austria, precisó.
Se sintió segura, porque es una comunidad solidaria. Quedarse en una gasolinera, dormir en el camión, o al tener un problema en la carretera, siempre encontró una mano amiga, porque todos han pasado por las mismas dudas.
Más allá del volante, ella se define como una persona sencilla que disfruta ir al gimnasio, caminar, hacer senderismo, ver animé y compartir con amigos. “No busco lujos; mi mayor aspiración es seguir conociendo pueblos mágicos y paisajes increíbles”, añadió.
“Mi meta es vivir y no sobrevivir. Tal vez puedan decir: ‘Pobrecita, es camionera’, pero tengo ingresos por encima de la media. No es fácil obtener las licencias, son costosas, pero vale la pena. Claro, te tiene que gustar, y tener mucha paciencia”, afirmó.
Libre
Las redes sociales –nos cuenta– llegaron a su vida, casi por casualidad. Al principio subía videos para guardar sus experiencias, y no sabia hacerlo, “pero cuando dejé de seguir estereotipos y empecé a mostrarme tal cual soy, mi contenido comenzó a crecer”.
Explicó que ahora con autoconfianza y experticia, había comenzado a olvidar lo difícil que fue comenzar, cuánto miedo tuvo que atravesar y el largo tiempo de adaptación para llegar hasta dónde hoy está, por lo que quiso documentar su día a día.
Entonces, tratando de crear contenido siguiendo patrones, todo resultó en frustración y criticas: “No lo haces bien”, “No hablas como ellas”, escuchaba, entre otros comentarios dañinos. Fuerte y retadora como es decidió seguir su corazón, ser ella misma, espontánea, directa y sin filtros.
“Hoy mi cuenta @sandritaover, se ha convertido en una forma de inspirar a otros a cumplir sus metas. Nada me alegra más que cuando algún compañero me dice que gracias a mis videos se animó a sacar el carnet de camión. Eso llena mi corazón de alegría. El mayor provecho que saco a mis redes es siendo reconocida por compañeros del asfalto que me regalan una sonrisa y una charla agradable por donde voy”, recalcó.

Paseando y disfrutando por Europa.
Ahora tiene tantos seguidores que a veces no tiene tiempo de responder a todos.
La historia con Paola, otra camionera venezolana, a quien Sandra grabó en una estación de servicio, tuvo muchos seguidores. Ella le grita: “Yo soy de Portuguesa”. Hoy en día son amigas y se visitan con frecuencia.
Y agregó: “No me interesa la opinión ajena. Sé lo que es luchar contra los prejuicios y el bullying. Lo viví en mi adolescencia por mi cabello y mi forma de ser no convencional; mi mejor amiga me defendía. Yo, en el liceo, traté de encajar, me hacía keratinas y trataba de ocultar mis ‘defectos’, el ‘pelo malo’, era roquera, porque ser diferente no es permitido”.

Con su mejor amiga, en un viaje reciente a Estados Unidos.
Ha cambiado
Reflexiona sobre su llegada Dominicana y piensa cuánto ha cambiado para transformarse en una mujer coherente y auténtica.
“Viajar te hace crecer interiormente, porque cuando te vas, no tienes nada. Te das cuenta cuánto influye el entorno. Somos el producto de lo que nos circunda”, aseguró.
Vive feliz y sin complejos.
“Empiezas a valorarlo todo. Ya no es importante la moda, el teléfono de última generación, sino las pequeñas y significativas cosas”.
–Por eso, hoy vivo libre de la opinión ajena. Estoy convencida de que si alguien pudo, yo también puedo…y tú también puedes, afirmó. (CNP 16.100)