En el backstage del Estadio Wembley, en Londres, nadie se detiene. Técnicos, asistentes de producción y músicos van de un lado a otro. No hay tiempo que perder, el show está por comenzar. Una a uno, los integrantes de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela toman su lugar en el mítico escenario. Aunque aún no es su turno, Chris Martin sale para darle la bienvenida al público y presentar a la que es su orquesta favorita en todo el mundo. “Me gustaría que los traten mejor que a nosotros”, pidió el cantante al público que iba llenando el venue. Se despidió con fuerte abrazo de Gustavo Dudamel, director artístico de la orquesta y gran amigo del cantante, y se sentó a un lado del escenario para disfrutar del show.
Los músicos se enteraron de la noticia en julio y un mes después ya estaban a bordo de un avión con destino a Londres. Llegaron dos días antes de que comenzara una histórica experiencia. Apenas aterrizaron, los esperaban, todo cronometrado, ensayos y prueba de sonido. Todo estaba definido: desde cómo entrarían al escenario hasta su salida. Pero la preparación comenzó mucho antes de viajar.
“Desde el primer momento, el maestro Gustavo empezó a elegir el repertorio apropiado para tocar en el openning y una vez que decidió cuáles eran las piezas que íbamos a tocar, comenzaron los ensayos y las preparaciones”, recuerda Anna González, violinista de 42 años de edad.
Los ensayos para los shows de Coldplay no fueron muy distintos a los regulares de la orquesta. Para los músicos, lo único nuevo fue el aspecto técnico, la microfonía y tener que usas in ears para tocar. “Creo que la diferencia primordial de esta producción ha sido todo el aspecto técnico porque la música que estamos interpretando en este opening también es música académica. La parte del ensayo académico ha sido a la que estamos acostumbrados, lo que hizo el maestro Gustavo fue elevar toda la potencialidad que tiene la orquesta al más alto nivel técnico, que es algo nuevo para muchos y lo que nos saca un poquito de nuestro lugar”, dice Jorge Moreno, contrabajista de 32 años de edad.
Para Anna, tocar con los in ears fue lo más difícil del primer ensayo. “Fue super shockeante porque sentía que no me escuchaba a mí misma mientras tocábamos hasta que me encontré dentro de la mezcla. Otra dificultad es que al tocar en un espacio tan abierto, el sonido tiene rebote. Es complicado manejar lo que estás escuchando, que es el sonido real, con el rebote y no confundirte”, explica la violinista de Punto Fijo, estado Falcón.
El Nacional