Cultura y Espectaculo

Giorgio Armani: quiénes heredarán los cerca de 13 mil millones de euros de su fortuna

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Escrito por Redacción

El fallecimiento de Giorgio Armani, ocurrido el jueves 4 de septiembre a los 91 años en su residencia de Milán, marcó un hito para la industria de la moda global y para el robusto imperio empresarial que supo construir durante cinco décadas. Armani, célebre por el refinamiento de sus diseños y por su inconfundible estilo personal, dejó una huella profunda no solo por revolucionar códigos estéticos internacionales, sino también por anticipar con meticulosidad la continuidad de su legado.

El empresario italiano, artífice de una fortuna estimada entre 11.000 y 13.000 millones de euros, diseñó en vida un complejo entramado sucesorio y blindó su firma para que, tras su partida, se preservara la independencia y permanencia de un emporio convertido en sinónimo de lujo y sofisticación.

La noticia del deceso de Armani, quien nunca contrajo matrimonio ni tuvo descendencia directa, aceleró las preguntas sobre el destino de Giorgio Armani S.p.A.y sus millonarios activos dispersos a través de doce plantas de producción, unas 2.700 boutiques en 60 países y negocios diversificados que incluyen accesorios, perfumes, maquillaje, ropa deportiva, arquitectura, hotelería y hasta la propiedad del club de básquet Olimpia Milano.

Según Forbes, la fortuna del diseñador alcanzaba los 12.100 millones de dólares, mientras que otros medios financieros estiman que el valor total de su patrimonio en dólares ronda los 15.000 millones. El grupo, con 8.700 empleados y una facturación de 2.300 millones de euros en 2024, incluso atravesó un año difícil para la industria con beneficios que cayeron un 6% respecto a 2023, pero mantuvo inversiones estratégicas, como la renovación de la legendaria tienda de Madison Avenue en Nueva York y la ampliación del Emporio Armani Milano.

Armani no improvisó en las cuestiones sucesorias. En entrevistas recientes, tanto con el Financial Times como con Corriere della Sera, subrayó su deseo de que el traspaso de responsabilidades no deviniera en crisis ni rupturas.

Expresó que el proceso debía ser gradual, “una transición progresiva de responsabilidades hacia sus colaboradores más cercanos, como Leo Dell’Orco, los miembros de la familia y todo el equipo de trabajo”.

El propio Dell’Orco, director de la oficina de estilo masculino y su mano derecha y último compañero de vida durante los últimos veinte años, encabeza la lista de sucesores naturales, aunque Armani enfatizó que la sucesión debía tener carácter colectivo, incorporando tanto a colaboradores clave como a sus sobrinas Silvana (de 69 años, parte del equipo creativo femenino) y Roberta (de 54, encargada de relaciones públicas y celebridades), hijas del fallecido Sergio.

También figura su sobrino Andrea Camerana, de 55 años, hijo de su hermana Rosanna, de 86. En conjunto, integran un círculo íntimo preparado para sostener el timón de la empresa según las instrucciones dejadas por el diseñador.

En su autobiografía “Per Amore”, publicada en 2022, Armani ya había anticipado el sentido de permanencia que buscaba imprimirle a su obra:

“Un día tendré que ceder el control y concluir mi trayectoria como diseñador, y llevo tiempo pensándolo, porque quiero que el fruto de tanto trabajo, esta empresa a la que le dediqué toda mi vida y energía, perdure durante mucho tiempo, incluso sin mí”.

Más allá de las personas involucradas, la clave radica en la función central de la Fundación Giorgio Armani, constituida en 2016 con el propósito explícito de “salvaguardar” la integridad y la independencia de la firma. Si bien al momento de la muerte del empresario la Fundación sólo contaba con una participación ínfima en términos de acciones (alrededor del 0,1% o 0,01%, según distintas fuentes), el testamento prevé que este porcentaje se incremente. El verdadero poder de la Fundación reside en su capacidad de orientarse a la preservación del ADN de Armani, evitando que la compañía sea vendida, absorbida o pierda su identidad.

El testamento confeccionado bajo estas coordenadas manifiesta la voluntad de asegurar que la transición no suponga ni un cisma ni una vulnerabilidad para la firma que fundó en 1975 junto a su primer socio y pareja, Sergio Galeotti. El propio Armani, en sus últimos años, tuvo la determinación de colocar los cimientos estructurales para que el desarrollo de la empresa no dependiera de su presencia física. En palabras del diseñador, “hay que mantener la coherencia en cuanto a estilo, imagen, producto y comunicación, para que el desarrollo global del nombre Armani se mantenga en el tiempo”.

Con un legado de innovación estética, sentido empresarial y visión estratégica, Giorgio Armani dejó no solo una de las fortunas más voluminosas del sector, sino el sello indeleble de cómo es posible construir y proteger un imperio familiar en la industria más competitiva del lujo europeo. Sus directrices postmortem son testimonio de una vida diseñada al detalle: desde los cortes más cuidados en sus trajes hasta el futuro de una marca que lleva su nombre y que conquistó los principales escenarios del mundo.

Infobae

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