Cultura y Espectaculo

Megalodón 2: la verdad sobre el megatiburón extinto

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Escrito por Redacción

Otodus megalodon, el tiburón más grande de todos los tiempos, ha cautivado durante décadas la imaginación de paleontólogos y público. La fascinación científica se debe a la enormidad de sus dientes fosilizados. Grandes como manos humanas y dentados como cuchillos de cocina, le servían para cortar ballenas que tuvieran la mala suerte de cruzarse en su camino.

La cultura popular le ha dado fama. Nunca ha causado tanto revuelo como en la película de 2018, Megalodón, a la que este año sigue la secuela Megalodón 2: La fosa.

La adaptación de la novela superventas Meg: A Novel of Deep Terror de Steve Alten cuenta la historia de un grupo de científicos que descubren un megalodón en la Fosa de las Marianas, en el océano Pacífico occidental.

Es innegable que la película está plagada de inexactitudes científicas. Sin embargo, no puedo evitar sentir cierto aprecio. ¿Una película ridícula? Sí, pero todos los implicados son muy conscientes de ello, lo que la hace muy entretenida.

En mi opinión profesional, si un futuro paleontólogo hace nuevos descubrimientos sobre el megalodón influido por esta película, entonces habrá merecido la pena. Pienso así porque, en última instancia, se trata de mi propia historia.

Descubrí al megalodón en televisión, concretamente en la serie documental de la BBC Sea Monsters (2003) en la que el zoólogo Nigel Marven visita mares prehistóricos. En su barco, Marven viaja en el tiempo para bucear con antiguas bestias.

Entonces yo tenía seis años. Ahora, veinte años después, soy paleobiólogo en ejercicio especializado en tiburones fósiles y mi trabajo más conocido gira nada menos que en torno al megalodón.

Megalodón se toma licencias artísticas con los conocimientos científicos disponibles. Por ejemplo, los tiburones se representan con un tamaño exagerado de 27 metros (88 pies). Sin embargo, las extrapolaciones científicas más recientes a partir del tamaño de los dientes estiman un tamaño máximo de 20 metros (65 pies) de largo, lo que sigue convirtiéndolos en uno de los mayores depredadores que han existido.

Algunos consideran que el atractivo del megalodón empieza y termina con su descomunal tamaño. Nada más lejos de la realidad. Para empezar, este tiburón estaba en todas partes. Sus dientes fósiles aparecen en formaciones geológicas de seis continentes que datan de hace 20 millones de años durante las épocas del Mioceno y el Plioceno (desde hace 23 millones de años hasta hace unos 3 millones de años).

Curiosamente, algunas de esas formaciones eran hábitats poco profundos donde se han encontrado montones de pequeños dientes de megalodón: signos reveladores de guarderías donde se dejaba crecer a las crías con abundante comida y protección frente a los depredadores. Uno de estos yacimientos es la Formación Gatún de Panamá, a la que se hace referencia en la película.

 

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