Barquisimeto.- El pasado 10 de octubre, Barquisimeto se convirtió en el epicentro de un fenómeno que trascendió la música: el Rockalandia Fest, un reencuentro con nuestra propia historia y un viaje profundamente emocional, donde la música se erigió como un puente indestructible entre generaciones, memorias y pasiones compartidas.
Como periodista y melómano empedernido de la ciudad de Acarigua, con una profunda pasión por el rock y pop venezolano que forjó nuestra identidad en los 90, me sumergí en esta experiencia con la misión de plasmar, para mi querido medio Portuguesa Reporta, no solo los hechos, sino el sentimiento de una noche inolvidable. El público presente, con una educación y un respeto ejemplar, lo sabía: era una noche para el alma.
El evento, que inició con la puntualidad de un metrónomo, a las 9:30 p. m., dejó claro que el profesionalismo no está peleado con la pasión. La organización, impecable de principio a fin, garantizó que cada acorde y recuerdo, resonara sin interrupciones. A mi lado, mi cómplice de siempre, la locutora portugueseña Jaivory Olivera Granda, recopilaba impresiones para sus redes, tan emocionada como yo de ser testigo de este “milagro musical”.

Una noche de música y reencuentro entre amigos
El legado de Sentimiento Muerto
La noche fue un tributo al legado de Sentimiento Muerto, la banda que para muchos de mi generación, la de los coleccionistas de discos y los soñadores, marcó un antes y un después. Ver en escena a Carlos Segura, ese ícono eterno, fue una “bofetada” de realidad, un recordatorio de que la verdadera música no envejece. La banda que revivió el espíritu de Sentimiento Muerto, “El último sentimiento”, nos regaló joyas atemporales como “Nada es igual”, “Payaso” y la emblemática “Manos Frías”.
Carlos Segura y el rock poético
El clímax llegó con Zapato 3. Con Carlos Segura en escena, nos regalaron una dosis de rock poético que nos erizó la piel. “Pantaletas negras” , “Uñas asesinas” y “Amo las estrellas” sonaron como himnos de nuestra juventud, un recordatorio de que la música de esa época sigue tan vigente como siempre.
Horacio Blanco, un amigo en el escenario y en la vida
Desorden Público, con Horacio Blanco al frente, desató la fiesta con esa energía inagotable que los caracteriza. Al ritmo de “Tiembla” y “Allá cayó”, la banda nos recordó por qué el ska venezolano es una fuerza imparable. Con Horacio, las memorias se desbordaron y, acompañado por Jaivory, pude revivir un reencuentro íntimo con él.

El periodista Carlos Neira junto al líder de Desorden Público, el cantante Horacio Blanco
Un concierto entre amigos, con amigos
La noche fue un auténtico banquete para el alma, y la compañía fue inmejorable. En el público, me reencontré con buenos amigos: Néstor Rosales y Yoe Granados, integrantes de Natural Killer Sound System, banda de ska nacional, y Henry Azuaje, otro compañero melómano reconocido del estado Lara.
El eco de los que ya no están
Pero la música, esa mágica máquina del tiempo, también trae consigo una carga emocional que va más allá de la simple alegría. Mientras coreábamos cada canción, las vivencias con esos amigos que crecieron con nosotros se hacían presentes. Con cada acorde, recordé a aquellos que, por la distancia o por haber partido a otro plano, no pudieron estar. Los sentí cerca, en cada riff, en cada coro.
Acarigua y Araure presentes en el recuerdo
Esa noche en Barquisimeto fue un evento que convocó a los corazones rockeros de todo el país. No pude evitar emocionarme al reconocer a tantas caras conocidas de Acarigua y Araure, que se acercaban a saludarme y me manifestaban su ansiedad por leer este reportaje. Verlos allí, compartiendo la misma nostalgia y la misma alegría, me recordó que la música es el idioma universal de los sentimientos.
Este Rockalandia Fest fue mucho más que un concierto. Fue una experiencia auténtica y profundamente emocional que, como periodista, me permitió escribir la antología más sentida de una noche que quedará grabada a fuego en nuestra memoria. Fue una noche de lágrimas, sí, pero de lágrimas de alegría y nostalgia, de empatía y de reencuentro. Y al final, solo queda una certeza: la música de los 90 no es pasado, es un presente eterno que late en cada uno de nosotros.

Carlos Neira junto a la locutora Jaivory Olivera Granda
Nota de prensa, Carlos Neira (CNP 17.453)
Fotos/ Material audiovisual: Carlos Neira