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Eduardo Arocha: un autodidacta que rompe paradigmas en la música

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Escrito por Beatriz Quintana

Guanare.- Las serenatas entre 1970 y 1980 fueron la oportunidad perfecta para que los muchachos guanareños desarrollaran el talento musical y en su afán romántico, cantar en la ventana de sus novias y amigas. Uno de ellos fue Eduardo Arocha Villanueva, extraordinario cantante, compositor y arreglista, que se destacó en el escenario y se dedicó como docente a la difusión no solo de la música folklórica, sino también latinoamericana.

Eduardo se formó en el Ateneo Popular de Guanare entre dos maestros, el compositor y guitarrista Rómulo Legones y el luthier, instrumentista y compositor Antonio Torrealba, dos grandes baluartes de la cultura guanareña.

Eduardo, que es instrumentista múltiple, comenzó tocando el cuatro, luego pasó a tocar la mandolina, más tarde el violín pero dice que es la guitarra su acompañante ideal y permanente para cantar y componer.

«Mi primera canción fue inspirada por una novia que tuve a los 17 años. Se llamó ‘Anhelos’, pero he compuesto muchas de amor inspirado en mi esposa Danny», señaló.

La música romántica se teje entre el amor y el desamor -explicó- pero es en los momentos intensos de este último, cuando afloran con más facilidad la inspiración. Hay personas que me inspiraron a hacer canciones con mucho estilo poético en la epoca en que estudiaba en Mérida, los poetas Yorman Tovar y Cristóbal Burgos, con quien conformé el grupo folklórico «Cimarrón de Venezuela».

El éxito de «La Campechana»

Pero fue la admiración por el trabajo narrativo de la faena llanera de Joel Hernández, que compuso una de sus canciones más conocidas «La Campechana», dedicada a la hamaca hecha de cuero, y «Tú eres el amor», grabada por el barinés Luis Silva.

Sin embargo, aunque consideraba un honor que cantantes nacionales grabaran sus temas, se dio cuenta que nadie las cantaría mejor que él mismo, dotado de una voz fuerte y dulce a la vez.

Recorrió el país con sus discos bajo el brazo, entregándolos en las emisoras, sin promotor ni representante, una intención buena pero no la ideal, si querías triunfar comercialmente.

«La creatividad es muy amplia, nunca me quedé en un solo estilo. El ateneo me brindó una diversidad de géneros, porque yo lo que tocaba era vals y joropos, se abre -entonces- para mí el panorama latinoamericano que enriqueció mi repertorio».

De la estudiantina a la orquesta sinfónica

Es así como da paso al marketing y se da a conocer como creador de jingles, una oportunidad en campañas políticas, y el posicionamiento de marcas y empresas, con su apoyo creativo.

«Mi mente ha estado abierta a la creación, destacando las virtudes de las personas y las empresas pero ya estoy en otra etapa. Grabar era complicado, había que buscar un estudio reconocido y trasladar los músicos y eso era muy costoso pero tuve siempre la suerte de que mis amigos me apoyaran, porque yo solo era un simple maestro», indica con la humildad que lo caracteriza.

Se ha destacado como profesor de música en la Universidad Pedagógica Experimental Libertad (Upel) y la Universidad Experimental de los Llanos “Ezequiel Zamora» (Unellez) y como director de múltiples agrupaciones folclóricas y populares.

Además, coordinó la «Voz Magisterial» y fue presidente y vicepresidente del Festival Internacional de Música Llanera «El Silbón».

Pero es con el Festival Nacional de la Canción Coromotana, cuando este autodidacta incursiona en la música sinfónica como coautor y arreglista de la primera obra ganadora, y colaborando con el maestro Alfredo Ortega, en todas sus ediciones siguientes.

Actualmente, se dedica a la composición de este género y está escribiendo una ópera sobre la vida, pasión y muerte de Jesucristo, que aspira poder estrenar próximamente. Además de armonías corales y de obras para bandas marciales.

Su reto es crear musicales de orquestación sinfónica, con el fin de acercar a una mayor cantidad de público a la música formal, que la gente desee ir a escucharlos.

El ilimitado talento de este trovador, le ha posicionado entre los más respetados músicos, uno sin ningún egoísmo que entrega todos sus conocimientos a sus congéneres, a los que se inician y a los ya consolidados artistas.

«Los compositores deben ser conocidos y reconocidos, porque generalmente se pierden detrás del cantante y del productor; son ellos los que ganan fama y dinero. Considero que esto tiene que cambiar y que cada vez que suene un tema nuestro, se nos debe nombrar y pagar regalías», indicó.

Para coronar su sueño está escribiendo un libro, porque quiere dejar un legado palpable, con sus temas, sus arreglos y composiciones, para que, después de su muerte, su trabajo pueda ser seguido por las futuras generaciones. (CNP 16.100)

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Beatriz Quintana

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