Estados Unidos impuso el viernes 23 de febrero amplias sanciones con motivo del segundo aniversario de la invasión rusa de Ucrania, dirigidas a más de 500 personas y entidades, en un intento de Washington por aumentar la presión sobre Moscú. «Putin pagará un precio aún más alto por su agresión en el extranjero y su represión en casa», dijo el presidente estadounidense Jose Biden.
Se trata del mayor arsenal de sanciones desde el inicio de la guerra en Ucrania: más de 500 personas y organizaciones de varios países ligadas a la maquinaria de guerra rusa se ven afectadas. Dos años después de la invasión de Ucrania, y tras la muerte del opositor Alexéi Navalny, Washington marca así la ocasión.
Las medidas van dirigidas al sistema de pagos Mir, las instituciones financieras rusas y su base industrial militar, la futura producción de energía y otros ámbitos sensibles para Rusia.
También abarcan a funcionarios implicados en la muerte del líder opositor ruso Navalny, según informaron los departamentos del Tesoro y de Estado en sendos comunicados.
La acción busca responsabilizar a Rusia por la guerra y la muerte de Navalny, explicó el presidente estadounidense Joe Biden, en un comunicado, en momentos en que Washington busca seguir apoyando a Ucrania incluso cuando enfrenta una aguda escasez de municiones y la ayuda militar estadounidense ha sido demorada durante meses en el Congreso.
Vladimir «Putin pagará un precio aún más alto por su agresión en el extranjero y su represión en casa», dijo Biden sobre las sanciones.
El Departamento del Tesoro de EE. UU. sancionó a casi 300 personas y entidades, mientras que el Departamento de Estado cargó contra más de 250 y el Departamento de Comercio añadió más de 90 empresas a la Lista de Entidades.
Esta cifra supone un aumento con respecto al año pasado, cuando Estados Unidos impuso sanciones a más de 200 personas y entidades ligadas a Rusia, mientras que el Departamento de Comercio sancionó a 90 empresas con motivo del primer aniversario de la guerra.
Rusia desafía a Occidente y da ultimátum a la madre de Navalny para un funeral secreto
Poco después de conocer la nueva ronda de sanciones contra el Gobierno ruso, el embajador del Gobierno de Vladimir Putin en Washington, Anatoly Antonov, aseguró que las medidas de Occidente no detendrán a su país ni harán que Moscú deje de “proteger sus intereses”.
«Las nuevas restricciones ilegítimas son otro intento descarado y cínico de interferir en los asuntos internos de la Federación Rusa», afirmó Antonov, citado por la agencia de noticias rusa, RIA.
Además, y pese a que la cuestionada muerte de Navalny- en una cárcel del lejano círculo Ártico a donde fue trasladado dos meses antes de su deceso-es una de las razones centrales de las recientes sanciones, el Kremlin insiste en no entregar el cuerpo del líder opositor a sus seres queridos.
Este viernes, las autoridades rusas dieron un ultimátum a la madre del fallecido hombre de 47 años: acepta, en un plazo de tres horas, enterrar a Navalny sin público o será sepultado en la colonia penal donde murió. Así lo informó en las últimas horas, la portavoz de la figura de la oposición rusa, Navalny, Kira Yarmysh.
«Hace una hora, un investigador llamó a la madre de Alexéi y le dio un ultimátum. O acepta en tres horas un funeral secreto sin despedida pública, o Alexéi será enterrado en la colonia penal», afirmó Yarmysh.
La vocera añadió que la madre de Navalny, Liudmila Naválnaya, sigue exigiendo que le entreguen los restos del hombre que por años denunció tramas de corrupción en la Administración de Putin.
Un día antes, la mujer había denunciado que recibió presiones para que aceptara un funeral secreto. «En mi presencia reciben órdenes del Kremlin o del aparato central del Comité de Instrucción. Quieren que se haga en secreto, sin despedida. Quieren llevarme a las afueras del cementerio, a una tumba fresca y decir: ‘Aquí yace su hijo'», dijo en un vídeo colgado en el canal de Telegram del equipo de Navalny.
Desde que el pasado 16 de febrero, Moscú informó sobre el fallecimiento del político y abogado, su madre se trasladó hasta la lejana región donde estaba recluido. Durante días, la mujer ha estado pidiendo que le entreguen el cuerpo de su hijo para poder enterrarlo en un servicio fúnebre, al que puedan asistir sus amigos, familiares y seguidores para rendirle tributo.
Pero el Kremlin se ha negado rotundamente a entregar el cadáver, bajo sospechas de que su cuerpo presente evidencias de que haya sido asesinado, como denunció su esposa Yulia Navalnaya, el pasado 19 de febrero.
El opositor ya había sido objeto de un envenenamiento en 2020 con el agente nervioso Novichok, un compuesto desarrollado durante la desaparecida Unión Soviética, según determinaron, tras pruebas de laboratorio, las autoridades de Alemania, a donde fue remitido, en crítico estado de salud.
El Gobierno de Vladimir Putin siempre ha negado las acusaciones sobre su implicación.
Reuters