Después de los cinco días “más difíciles de su vida”, finalmente lo consiguió: Wilmer, un granjero venezolano de 26 años, llegó a localidad panameña de Bajo Chiquito a finales de marzo. Su mayor hazaña fue lograr salir con vida del Tapón del Darién, uno de los pasos migratorios más peligrosos del mundo.
“El viaje fue extremadamente difícil; apenas pude dormir. Mírame, estoy en buen estado físico y aun así mi vida corrió peligro. Imagínate lo que es para las mujeres embarazadas o los menores. No recomiendo cruzarlo a pie”, contó a Wilmer a Naciones Unidas tras la travesía.
Intensas lluvias, cruces de ríos con corrientes imposibles, caminatas con barro hasta los hombros o mordeduras de insectos y otros animales salvajes. Fue a lo que estuvo expuesto Wilmer y todos los migrantes que cruzan esa selva. El motivo por el que se exponen a semejante peligro es compartido por muchos: el anhelo de un futuro mejor, el conocido como “sueño americano”, con Estados Unidos como destino final. La única esperanza para muchas personas de bajos recursos que atraviesan situaciones límite en sus países de origen.
Solo dos meses antes, en enero de 2023, una periodista alemana emprendía un viaje similar al de Wilmer. Pero, lejos de la necesidad que empuja a miles de personas, Katja Döhne lo hizo como una “aventura”. O al menos es así como lo vende la empresa alemana que comercializa estos tours, Wandermut –traducido como “valentía senderista” en español–.
“Prepárate para la aventura de tu vida”, es uno de los eslóganes que se puede leer en la página oficial de Wandermut.
Döhne y su grupo de turistas también tuvieron dificultades durante su viaje por el Darién, aunque contaban con garantías de seguridad, la diferencia crucial respecto a los migrantes.
Wandermut y el Darién para los privilegiados
Para emprender el viaje al Darién son necesarios los más de 3.600 euros que cuesta el tour más los vuelos hasta Panamá. A cambio, Wandermut te promete “lograr algo que nadie más ha hecho” por la selva del Darién: 12 días de recorrido en un grupo de máximo 13 personas y con guías supuestamente locales.
“Cada viaje está dirigido por un jefe de expedición experimentado, varios guías locales y un jefe de equipo especialmente formado por nosotros. En caso de emergencia, no sólo disponemos de medicamentos, sino también de teléfonos por satélite y dispositivos SOS”, cuenta la dirección de la empresa alemana a France 24.
Si alguno de los turistas tiene un accidente grave, su seguro sanitario incluye incluso un helicóptero para que vaya a por ellos.
Una realidad paralela a la que enfrentan los migrantes. Según Naciones Unidas, las personas que se adentran en la selva están expuestas a múltiples formas de violencia, como agresiones sexuales, robos y tráfico humano. La situación es especialmente crítica en el caso de las mujeres y los menores de edad.
“Nuestra organización es testigo del sufrimiento de los migrantes en su paso por la difícil selva del Darién. Se exponen a peligros geográficos, enfermedades y distintos tipos de violencia. Es un sufrimiento extremo en un periodo corto de tiempo. Y se debería evitar cualquier iniciativa que banalice este sufrimiento, el Darién es una zona de crisis humanitaria no un lugar para ir de vacaciones”, sostiene Luis Eguiluz, jefe de misión de Médicos sin Fronteras en Colombia y Panamá, ante France 24.
Solo en lo que va de año, más de 166.000 migrantes han cruzado el Tapón del Darién, cinco veces más que durante el mismo periodo en 2022, de acuerdo con las cifras del Gobierno de Panamá.
Desde Wandermut aseguran que su recorrido turístico por el Parque Nacional Darién, que abarca casi 5.800 kilómetros cuadrados, está lejos de las rutas migratorias.
“No ofrecemos excursiones de senderismo por las rutas de los migrantes. El Darién es una región muy extensa. Nosotros operamos en el Pacífico, al suroeste del Darién, lejos de la frontera, mientras que las rutas migratorias discurren muy al norte, en el Caribe (…) No vamos de vacaciones donde la gente sufre”, aseguran Tom Schinker y Martin Druschel, cofundadores de Wandermut.
Una afirmación que los datos contradicen. A pesar de estar en otra zona del parque natural, el flujo migratorio diario no deja margen para la duda: el Darién es escenario de una de las peores crisis humanitarias del mundo actualmente.
El emprendimiento alemán también sostiene que sus viajes están centrados en “experimentar la naturaleza” y “sumergirse” en la cultura de los indígenas embera, con los que colaboran durante las rutas. No obstante, al entrar en su sitio web el principal atractivo que venden es la “supervivencia”.
“Buscamos verdaderos aventureros, porque cualquiera que tenga miedo a mojarse o que sólo quiera caminar relajado por la selva está fuera de lugar aquí”, detalla la empresa alemana en su sitio web.
De hecho, algunos de los influencers con los que colabora la “starup de aventuras” —como se autodenominan— provienen de concursos de supervivencia como el ‘7 vs. Wild’, un programa en el que los participantes deben sobrevivir durante siete días en la naturaleza. Joris Rudy, antiguo concursante del ‘7 vs. Wild’, participó en la última expedición del Wandermut en el Darién para promocionarla en redes sociales.
Muchos migrantes no superan esta prueba de “supervivencia”. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en lo que llevamos de año al menos 19 personas han desaparecido en la ruta, un número que aumenta hasta los 258 desde el 2018. Ellos no pueden llamar a un helicóptero para que vaya a recogerlos.
“El Darién está lejos de ser un lugar para la aventura, es un lugar de sufrimiento. Los migrantes no pueden comprarse la ropa adecuada para hacer la ruta y mucho menos contratar seguros médicos o equipos de seguridad. Creemos que hay que centrarse en el sufrimiento de estas personas, en la necesidad de descriminalizar la migración y en asegurar que tienen acceso a los servicios básicos. Todo eso va por delante de cualquier ruta turística”, asegura Eguiluz.
Organizaciones como Médicos Sin Fronteras han reiterado su preocupación en los últimos meses. Aseguran que es responsabilidad de las autoridades de Colombia y Panamá «garantizar rutas seguras y dignas” para los migrantes.
Y es que la mayoría de sus necesidades básicas no están cubiertas ni al llegar a los ETRM –Estaciones Temporales de Recepción Migratoria–, no tienen seguridad, espacios dignos, acceso a una alimentación adecuada ni condiciones higiénicas mínimas. Ni siquiera tienen acceso a la justicia tras verse sometidos a violaciones y otro tipo de violencias.
France 24