Hace poco más de una semana, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa anunció la reducción gradual de los cortes de electricidad de ocho horas diarias a seis, y luego a cuatro.
Debido a la falta de lluvias, las presas están vacías y ahora los cortes de electricidad han pasado a 14 horas diarias; más que en Cuba o Venezuela.
Los enfermos de cáncer se manifestaron ante la convocatoria de la fundación “Jóvenes contra el cáncer» para llamar la atención sobre sus dificultades.
Las consecuencias de los cortes de electricidad en Ecuador son desastrosas, no sólo en términos económicos y de seguridad, sino también de salud.
El gobierno ha decidido no cortar la electricidad en las zonas aledañas a los hospitales, pero el resto del país está sin luz. Paul Ugarte, de la Alianza Nacional por la Salud, lo lamenta por las personas que padecen enfermedades catastróficas, raras y huérfanas:
“Imagínense la situación de los pacientes con respiradores en casa o los que necesitan electricidad para tratar sus enfermedades en casa. Su situación es muy complicada”, afirma.
David Pugos está en remisión desde que recibió un trasplante de médula ósea a principios de año, pero muchos de sus amigos siguen en tratamiento. Buscan desesperadamente electricidad.
“Algunos van a centros de asistencia o a casa de familiares de amigos que tienen electricidad, mientras que otros van a centros comerciales. Enchufan sus aparatos a una toma de corriente y se quedan allí durante horas hasta que vuelve la luz a sus casas”, señala.
Una solución podría ser comprar generadores, pero Silvia Mariño, que padece cáncer de mama, no cree en eso.
«El cáncer nos deja en la pobreza. Para nosotros es muy difícil comprar un generador», dice esta ecuatoriana de 52 años.
Ahora, puede ser aún más complicado, ya que el precio de los generadores se ha multiplicado por cuatro o cinco, y es prácticamente imposible encontrar uno en el país.
Por Éric Samson, RFI