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El centrista Rodrigo Paz asume la Presidencia de Bolivia con una promesa: “Vamos a recuperar nuestra patria”

Escrito por Moyas

El centrista Rodrigo Paz Pereira asumió este sábado la Presidencia de Bolivia mirando a los ojos del país en un discurso vibrante, donde no se ahorró críticas durísimas a los mandatarios de la revolución indígena, Evo Morales Luis Arce, que han precipitado a la nación andina, “devastada y derruida”, a la peor crisis en 40 años.

“Vamos a recuperar nuestra patria, vamos a salir de ésta”, prometió el flamante mandatario, quien mostró las primeras imágenes de camiones cargados con gasolina y diésel entrando por las fronteras para paliar el desabastecimiento de combustible que tiene semiparalizado al país.

En sólo 34 minutos y a toda velocidad, tan alejado de los maratones a cámara lenta del líder cocalero, Paz planteó un cambio radical para dar inicio a una nueva era política tras dos décadas de gobiernos del Movimiento Al Socialismo (MAS). Y pese a apostar por la reconciliación nacional, el presidente aseguró sin cortapisas que “nunca más secuestrarán la voluntad del pueblo con ideologías (en referencia al socialismo del siglo XXI inventado por Hugo Chávez) que no te dan de comer”.

Paz, nacido en el exilio de Santiago de Compostela, se presentó ante el país como si llevara media vida mandando, por algo es hijo y sobrino nieto de presidentes. Con las palabras justas y con el timing para subir el tono cuando así lo pedía el discurso. Como cuando dirigió un torpedo político de grandes dimensiones contra a los exmandatarios del MAS: “Evo, Arce, ¿dónde está el bendito mar de gas que nos prometisteis? ¿Dónde está el litio?“.

El abanderado del Partido de la Democracia Cristiana no respondió directamente a su misma pregunta, pero acusó a ambos de “malgastar 60.000 millones de dólares (procedentes de la nacionalización del gas). ¿Somos mejor país? Nos traicionaron, qué carajo hicieron con tanta bonanza. Van a responder a la patria”.

Las grandes líneas del gobierno que presenta hoy en sociedad, donde se comprobará de primera mano que Paz está decidido a adelgazar la obesidad del llamado Estado-tranca, marcaron el resto del discurso, incluido un gran pacto nacional con la oposición en el Parlamento para salir del atolladero. El presidente se congratuló de las mayorías alcanzadas para la elección de los presidentes del Senado y del Congreso, dejando atrás la violencia y corrupción de los últimos años.

Parafraseando al Papa Juan Pablo II en su viaje a Cuba, Paz repitió la frase con la que pretende volver a la comunidad internacional: “Esta es la nueva Bolivia que se abre al mundo, Bolivia vuelve al mundo y el mundo vuelve a Bolivia“.

Testigos del nuevo lugar del país andino en el concierto regional fueron sus principales invitados, cinco mandatarios suramericanos que acompañaron a las nuevas autoridades: el argentino Javier Milei (el más aplaudido), el chileno Gabriel Boric, el ecuatoriano Daniel Noboa, el uruguayo Yamandú Orsi y el paraguayo Santiago Peña. Todas las tendencias políticas estaban representadas, no así los grandes aliados de la revolución indígena (Venezuela, Cuba y Nicaragua), quienes desde el primer minuto sabían que no eran bien recibidos en La Paz.

Tampoco faltó a la ceremonia el enviado de Washington, Christopher Landau, subsecretario de Estado, para dejar claro que para la recuperación económica Paz considera imprescindible la ayuda de la Administración de Donald Trump. El respaldo internacional se concretó además con un centenar de misiones diplomáticas de distintos países.

Ausencias en la ceremonia

España no contó en esta ocasión con una delegación de primer orden, dada la significativa ausencia del Rey Felipe VI, que viaja este domingo a China en visita de Estado. Nada que ver con la asunción de Arce en 2020, cuando el entonces vicepresidente, Pablo Iglesias, compareció para dar su espaldarazo a los líderes del MAS y para encabezar un manifiesto antifascista junto al argentino Alberto Fernández. A la postre, papel mojado en el continente de las tres dictaduras revolucionarias.

Faltaron -tampoco se les esperaba- los protagonistas de entonces, tanto el último presidente, Luis Arce, expulsado en horas previas del MAS, como Evo Morales, quien prefirió mantenerse a resguardo en su fortaleza del Trópico de Cochabamba. Contra el líder cocalero pesa una orden de búsqueda y captura desde hace un año.

“Ante este escenario, reafirmo mi compromiso inquebrantable de seguir luchando con la firmeza y la dignidad que me dio el pueblo boliviano. La lucha por el Estado plurinacional y la unidad en diversidad continúa”, se defendió Evo en sus redes sociales, aunque finalmente bajó el tono tras amagar con no reconocer al nuevo presidente.

El Mundo

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