El gobierno de Perú confirmó la salida definitiva del embajador de Cuba en Lima, Carlos “el Gallo” Zamora, luego de ser convocado para abordar una revisión de las “actividades realizadas durante su gestión”, que sugieren un serio cuestionamiento a la actuación de la misión diplomática cubana.
La decisión de Lima ocurre en un contexto de creciente tensión regional, avivado por la polémica solicitud de México de otorgar asilo a la exprimera ministra peruana Betssy Chávez, quien enfrenta un proceso judicial por presunta rebelión, de acuerdo a una nota de Cibercuba.
En un comunicado oficial que marca una ofensiva diplomática, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú criticó duramente la aplicación de la figura del asilo diplomático en la región. Tras un análisis jurídico, el Ejecutivo peruano concluyó que esta práctica se ha “desnaturalizado” al ser utilizada para proteger a personas acusadas de delitos comunes, tergiversando el espíritu de la Convención de Caracas de 1954.
Como respuesta directa a esta problemática, Perú anunció que elevará una propuesta ante la Organización de Estados Americanos (OEA) para modificar la Convención de Caracas y evitar su “tergiversación”, garantizando que el “imperio de la ley sea respetado por todos”.
Sombra de inteligencia
La salida de Carlos Zamora, quien presentó sus credenciales a fines de 2021, se ve envuelta en fuertes especulaciones. Medios peruanos, citando fuentes y un exagente cubano, aseguraron que el diplomático tendría un largo historial vinculado a la inteligencia cubana, donde supuestamente él y su esposa ostentarían el rango de coroneles. De hecho, exoficiales de la Marina en Perú ya habían solicitado su expulsión en agosto, considerándolo un riesgo para la seguridad nacional, especialmente con miras a las elecciones de 2026.
La tensión bilateral se suma a una fricción diplomática ya existente con México, cuyo gobierno rechazó recientemente la declaración de “persona non grata” emitida por el Congreso de Perú contra la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, argumentando que se basaba en “planteamientos falsos” de injerencia.
Con la expulsión del embajador cubano, Perú no solo marca una posición firme contra La Habana, sino que también refuerza su ofensiva regional para reformar los mecanismos de asilo y enfrentar la injerencia percibida en sus asuntos internos.
El Nacional

