Araure.- «Hijo de gatos, caza ratones«, reza el dicho, y en esta familia, la nueva generación ha ido por mucho más, involucrándose en proyectos internacionales, una de esas cosas buenas en que ha resultado la diáspora venezolana, en muchos casos.
Juan Vicente Bolívar Anzola, se vio rodeado desde niño por la literatura, la pintura, la historia, la danza y el teatro. El arte es parte de su vida de manera natural, porque, ya fuera por trabajo o placer, se veía involucrado en cada muestra local.
Lo que siempre quiso estudiar no tuvo que analizarlo mucho, porque estuvo ligado al oficio de producción audiovisual y publicidad, al que se dedicaban sus padres; historiadores, y periodistas, además, Aleyda Anzola y Wilfredo Bolívar.
«Me gustaba mucho la fotografía, el cine, y disfrutaba mucho cuando mi papá hacía campañas de televisión y yo me iba con él, igualmente con otras manifestaciones culturales. Lo complicado es que no tenía la posibilidad de hacerlo en Caracas, lo intenté en Mérida, pero no quedé seleccionado, únicas ciudades donde ofrecían la carrera», dijo.
Un año después pudo hacerlo -sin moverse de Araure- cuando la Universidad Nacional de las Artes, Portuguesa (Unearte) abrió la carrera, y se graduó, en la primera cohorte, de licenciado en Artes Audiovisuales, mención Producción Audiovisual, en el año 2018.
Desde hace 5 años se encuentra en Buenos Aires, Argentina, y se autodenomina «un afortunado», porque desde que llegó, se ha ganado la vida con su talento artístico, detrás de una cámara.
Aunque hizo teatro y actuó en algunas obras, más joven, no era como actor que quería involucrarse, sino como guionista, productor o director de fotografía.
«Quise salir de Venezuela a formarme, en busca de más oportunidades específicamente en cine, porque mi experiencia con los cortometrajes en Venezuela fue muy satisfactoria y en 2019 ya estaba en Argentina», indicó.
De los Bolívar de Araure
Juan Vicente nació el 22 de noviembre de 1993, en Acarigua, estado portuguesa. Realizó sus estudios en la escuela de su urbanización, la 24 de julio, y el bachillerato en el Liceo Hilarión López, como toda su familia.
Se inicia en la fotografía acompañando a su papá, alrededor de los 12 años. «En una de las visitas a la represa Las Majaguas, sus fotos fueron tan buenas, que yo preferí publicarlas en nuestra revista, en lugar de las mías», explicó Wilfredo Bolívar su padre.
«Es además un excelente diseñador gráfico y lo hizo durante un buen tiempo para campañas publicitarias, que contratabamos. Los cortometrajes que hizo durante su carrera fueron referencia para los estudiantes que le siguieron, por el profesionalismo y la calidad del elenco, guión, tomas y resultado final», agregó orgullosa Aleyda, su mamá.
«Aprendí mucho sobre teatro a nivel actoral en Venezuela, con el maestro argentino Aníbal Grumm, que si bien no es mi área, sí lo es la dirección de actores. Él de hecho actúa en dos de mis cortometrajes «Amor en paz» y «Cuento de Carnaval», guión de Grumm, basado en la novela homónima de Rómulo Gallegos», explicó.
El principio
A Argentina llegó ya con una entrevista en puertas, 2 días después comenzó con el equipo de marketing, realizando la grabación de un casting para un actor conocido en el medio artístico.
«Eso me lleno de alegría, y es muy loco, porque era un actor más o menos famoso, Vitorio D’Alessandro. Lo disfruté mucho, ya que pude conocer un montón de actores no solo argentinos sino españoles, mexicanos. Fue una experiencia muy nutritiva, yo no tenía sino 6 meses allí y estaba dedicándome a lo mío, haciendo trabajos para diferentes medios audiovisuales», señaló.
Con este staf, también estuvo presente en la preparación de unos shows de una serie juvenil llamada !Go, vive a tu manera! que produjo Netflix.
Cuando terminó con esa empresa se focalizó en un solo cliente y trabajó adicionalmente para un canal de televisión, aunque solo organizando datos y la programación, no con las cámaras.
«Lo más importante, al migrar es adaptarse, porque aunque hablamos español, no es nada parecido. Cada país tiene su propia cultura, sus modismos su manera de hacer las cosas. Igual hay que empezar de cero, sin tu familia, con algunos amigos que te reciben y los que vas haciendo. Lo que no fue fácil, fue salir del nicho, tuve que madurar, tener responsabilidades, como hombre.
Afortunadamente, su novia, ahora su esposa, decidió seguirlo y juntos han ido creciendo, y acompañándose en este proceso de migrar, que siempre está lleno nostalgia, dudas, aciertos y desaciertos, pero que es un camino elegido para vivir y realizar los sueños.
Juan Vicente, aunque nos dice que es un poco disperso, está recopilando ideas, que anota seguido, para poder escribir un nuevo guión, preparándose para un nuevo cortometraje, que quiere rodar en Venezuela, junto a algunos amigos con los que ya ha conversado.
Cambio
«Un día decidí hacer un cambio en mi vida. Yo era gordito, pero antes de venirme comencé a practicar CrossFit, me aficioné de manera total, cambie mi alimentación, mis hábitos y tuve resultados muy positivos. Llegué a Argentina y me mantuve, durante la pandemia los límites en Argentina fueron drásticos y eso hizo que no siguiera entrenando. Pero ese es el deporte que me encanta, y ya me compré mis nuevos zapatos para reanudar’, comentó entre risas.
Otra de sus aficiones, también viene de su padre, viajar. Por eso ha viajado dentro de Argentina, Brasil y España donde fue a grabar y dirigir un vídeoclip de Isaác Camacho, para su tema «Tantas noches». Es también la oportunidad de probar su comida, su arte, algo que también me apasiona», afirmó.
Actualmente, trabaja para un intendente (alcalde), y está dedicado a ésta área. Y aunque no le encanta, le da oportunidad de hacer conexiones personales y la estabilidad económica para, el año que viene, dar otro vuelco a su carrera.
Tecnológia y arte
Explicó que hoy día la tecnología hace el trabajo más fácil y es fundamental para hacer arte.
«El teléfono inteligente nos ha cambiado la vida, el acceso y la forma en la que pensábamos para hacer cine y fotografía. Cosas que antes era impensable hacer, hoy en día solo se hace en horas y los drones nos proporcionan oportunidades, que no tuvieron las generaciones anteriores. Una toma aérea, por ejemplo, debía hacerse en helicóptero, hoy se hace en 30 segundos».
Pero aclaró que «obviamente la tecnología nunca podrá suplantar al arte, porque éste es la expresión del artista, es una condición humana, sin embargo, se puede usar a favor, de manera extraordinaria».
Aprender es para siempre
«Puede ser un cliché pero a mí me ha funcionado si les gusta algo aprendan, indaguen, investiguen. No dejen que nadie les diga que lo que quieres hacer no tiene salida laboral. No – dijo tajante- tú eres el que hace la diferencia, la forma en la que te organizas, tú capacidad profesional y sobretodo, el empeño. Yo creo que si te enfocas en lo que quieres no importa si es el arte, la medicina, la cocina, siempre va a tener potencial. Yo siento que mí me falta muchísimo por aprender y crecer, pero hago lo que me gusta», aseguró. (CNP: 16.100)