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Aleyda Anzola: “La vida me ha premiado con mis 6 hijos: 5 nacidos de mi vientre y uno más”

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Escrito por Beatriz Quintana

Araure.- Para celebrar esta fecha especial del Día de las Madres, siempre queremos hacer homenaje a una mujer inspiradora, como Aleyda Beatriz Anzola de Bolívar.

Fue esposa y mamá muy temprano. A los 17 años ya se había estrenado y a sus 66 actuales, le acompañan 5 de sus 6 hijos; 4 nacidos de su vientre —Willy que ya no está en este plano— y el más pequeño, hijo de su esposo, pero con el que no hace diferencia. Tiene 4 nietos, otra por nacer en junio y 2 bisnietas.

“¡Es una familia numerosa. Siempre soñé con ella y Dios me ha premiado!”, dijo orgullosa.

Aleyda es licenciada en Comunicación Social, con maestría en Historia, emprendedora, creativa e incansable.

Fue creadora con su esposo y los amigos de sus hijos de la Fundación Concierto por la Vida, que iniciaron para apoyar a la única sobreviviente de aquel accidente que se llevó a Willy, su esposa y la bebé que gestaba; una hermosa iniciativa con la que recibieron y ofrecieron múltiples pruebas de solidaridad y amor al prójimo.

“Willy solo se ha transformado. Nunca lo menciono con la palabra muerte. Para mí, él sigue viviendo en espíritu. Después de esa experiencia, leí y estudié mucho sobre ese tema junto a Wilfredo, que fue un pilar fundamental para mí en la infausta hora de la partida de nuestro hijo al cielo”, afirmó.

Actualmente disfruta de la nueva generación de los Bolívar como abuela y bisabuela. Sigue creando con su empresa de publicidad y marketing, difundiendo saberes con ese proyecto que nació hace tantos años como una revista “Agenda Turística Portuguesa” y que es hoy una operadora que sigue mostrando las bellezas naturales e históricas del estado.

Su madre, su heroína

Nació en Barquisimeto, el 1 de junio de 1959. Su madre la crió sola, nunca conoció a su padre y es una pena que —dice— aún lleva por dentro.

Mi mamá, Gloria Anzola de Castillo, es una mujer muy valiente —dijo entre lágrimas—, ejemplo de determinación y esfuerzo. Se dedicó completamente a mí. Quiero hacer ese reconocimiento a mi madre y a mis abuelos. Fue años después que se casó con quien la ha acompañado hasta el día de hoy y nacieron mis dos hermanos. Mi papá nunca quiso conocerme, y es un dolor que me acompañará toda mi vida.

Aleyda siempre quiso una familia grande, pero también tenía sueños como mujer. Quería estudiar y ser profesional. Por eso, nunca dejó de intentarlo.

Aleyda es licenciada en Comunicación Social, con maestría en Historia, emprendedora, creativa e incansable.

“Creo que fui la primera estudiante en Acarigua-Araure que culminó el año diurno estando embarazada, pero no pude continuar en la universidad hasta muchos años después. Yo quería estudiar medicina; no pude. Intenté estudiar en el pedagógico y viajaba a Barquisimeto a diario, hasta que volví a salir embarazada. Mientras Willy Alexander y Willeyda crecían, hice muchos cursos y trabajaba. Luego nacieron Willetza, Simón, Juan Vicente y el que no nació de mi vientre: Juan Simón. Todos profesionales”, expresó.

Con una familia tan numerosa era necesario trabajar antes que estudiar una carrera universitaria, pero, finalmente, ambos lo lograron. Cuando Willy Alexander, que era ingeniero, se inscribió para estudiar Comunicación Social, semipresencial, Aleyda y Wilfredo no lo dudaron, también se inscribieron: ¡y se graduaron de periodistas!

Así era antes

Willy Alexander nació en la casa con una comadrona.

“Me puse muy nerviosa y me negué a ir al hospital, mi mamá era enfermera y fue a buscar a una señora experta, que me atendió muy bien. Quise que mi primer hijo naciera con Wilfredo presente y mi familia cerca”, señaló.

Ella, que fue mamá siendo una adolescente, dice que se enredó mucho con los dos primeros. Era mala cocinera, había que lavar pañales de tela, todo a mano, blanquear y planchar. Los otros 3 nacieron 10 años después. Ya había más estabilidad, madurez y los pañales desechables hicieron la gran diferencia.

“La maternidad está hecha de sacrificio, de trasnochos y de dolores, pero todo eso queda minimizado con las alegrías de verlos crecer, al experimentar ese amor, grande, puro, inmenso y desinteresado. Los amamos como son. Estoy agradecida al Altísimo porque mis hijos son hombres y mujeres con corazones bondadosos, que están formando familias con responsabilidad. Esa es mi mayor satisfacción y, aunque no logré algunos sueños personales, no cambio mi familia por nada más”, indicó.

“¡Es una familia numerosa. Siempre soñé con ella y Dios me ha premiado!”, dijo orgullosa.

Lo que sí cambiaría

Explicó que al reflexionar y mirar hacia atrás, y en su afán de darles comodidad y mejor vida a sus hijos, se dedicaron al trabajo y sacar adelante la agencia de publicidad y, probablemente, los hijos sintieron esa ausencia.

“Ahora creo que si pudiera corregir algo, administraría mejor mi tiempo y me dedicaría más a ellos, pero siempre fue pensando en su bienestar. Una mujer que es madre, esposa y profesional no lo tiene fácil, pero hay muchas mujeres en el mundo que demuestran a diario que sí se puede. Tenemos el temple para ello”, aseguró.

Ser abuela —explicó sin poder contener el llanto— es un sentimiento de ternura. Un amor duplicado para ese ser pequeñito que salió de tu hija o tu hijo, y que amas con locura. Tengo 4 nietos y otra nietecita que nace en junio con el favor de Dios: 3 de ellos ya son mayores de edad, hijos de Willeyda. La más reciente tiene dos meses de edad, hija de Willetza. La que está por nacer es hija de Juan Vicente. También tengo dos bisnietas.

Tiene cuatro nietos y dos bisnietas

Sobre Willy

Su hijo mayor Willy —comentó muy conmovida— sufrió su transformación de vida el 19 de abril de 2010, hace 15 años, junto a su esposa embarazada de cinco meses.

“Fue una experiencia demasiado fuerte y dolorosa. Lo peor que puede pasar una madre es ver marchar a su hijo. Pensar y hablar de eso siempre me hace llorar. Es un dolor que no se supera, sino que se aprende a vivir con eso en el corazón. Afortunadamente hicimos terapia con Ramón Monsalva, un señor de Guanare, que también había perdido a su hijo y que tenía mucho conocimiento y nos ayudó muchísimo”, explicó.

-En los días posteriores mi dolor de madre no era solo por la pérdida de Willy, sino ver a mis otros hijos sufrir también. Tenía el corazón hecho pedacitos, soportarlo fue muy difícil, afirmó.

Había quedado viva la novia de su hijo Simón, Rosario Flores, y todos ellos lucharon para conseguir recursos y lograr que ella se recuperara. Entonces nació la Fundación un Concierto por la Vida.

“Vi su entereza y su valentía para acompañar a Simón. Es una pérdida que nunca se supera, pero el día que le dices a Dios: ‘Acepto lo que me ha tocado’, es cuando puedes mirar hacia adelante y continuar, aunque cargando con el dolor… para siempre”, agregó.

“Willy solo se ha transformado. Nunca lo menciono con la palabra muerte. Para mí, él sigue viviendo en espíritu”, dijo.

Ese día pautado para el primer concierto, murió Rosario también. Amistad, amor, lágrimas y dolor, se mezclaron con la música que se elevaba hacia el cielo…hacia el Creador. ¡El concierto se llevó a cabo, solo para alabar a Dios!

Por Beatriz Quintana Mujica (CNP 16.100)

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