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Andrea Ortiz: “Ya tengo un taller textil después de cuatro años y medio en la sala de mi casa”

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Escrito por Beatriz Quintana

Acarigua.- Cada 16 de abril se celebra el Día Internacional del Emprendimiento y sorprende que muchos jóvenes venezolanos quieran quedarse para seguir junto a la familia y para —aún contracorriente— crear modelos de negocio que van haciendo crecer paso a paso, creyendo en sus propias capacidades de creatividad, acción y proyección.

La historia de Andrea Valentina Ortiz Zambrano es un ejemplo de perseverancia, aunque hay que resaltar que su interés por las ventas comenzó a notarse cuando apenas tenía 7 años. Una comerciante natural y auténtica que comenzó vendiendo ganchitos de cabello en segundo grado y hoy, con solo 20 años, ha abierto su fabrica textil con ventas al mayor y al detal.

No ha descuidado, sin embargo, su formación académica. Estudia a tiempo completo Fisioterapia y está casi por graduarse.

Al preguntarle ¿por qué emprender en Venezuela? respondió que el nuestro es un país de retos y, pese a todo el contexto económico, tiene mucho que dar. Aunque piense que lo más difícil es hacer que el negocio sea sostenible y sustentable a través del tiempo, ella ha resistido unas veces, desistido otras tantas, sorteando inconvenientes familiares y vuelto a empezar con mayor ahínco. Y es que nadie se escapa de los problemas: lo que hace la diferencia, es cómo se superan…y ella solo tiene un objetivo, ¡lograr el éxito!

“Emprender en Venezuela es un reto por que tienes que reinventarte y hacer que las personas amen tu producto” expresó Andrea Ortiz

De vender colitas en la primaria, perfumes y cosméticos en la secundaria —que le generaron llamados de atención constantes a su representante—, de vender pan y ropa, casa por casa, hoy se siente realizada y satisfecha al ver la primera fase del sueño; sacar de la sala de su casa, a un local, su fábrica de ropa, “Tita Store”.

“Emprender en Venezuela es un reto por que tienes que reinventarte y hacer que las personas amen tu producto, y sobre todo, que te escojan dentro de una competencia. Además, contamos con materia prima de calidad y sobre todo personal altamente capacitado, al que lastimosamente, no se le da el valor que merece. Por lo tanto emprender en Venezuela me resulta fundamental para realmente definir si estás hecho para emprender o no”, señaló.

Así comenzó

“Mi mamá trabajó con el comercio durante bastante tiempo y fue una de las cosas que me incentivó a vender en la escuela. Ella me compraba muchas cosas de bisutería. Recuerdo claramente que una amiguita me preguntó si le podía vender un ganchito de los que cargaba puestos. Después tenía una especie de mercadito en el colegio. Los niños dejaban de comprar en el recreo. Las maestras llamaron a una reunión, debido a que se les hacía raro las cantidades de dinero en mis bolsillos”, cuenta con humor.

Siendo tan pequeña cualquiera se hubiera conformado, pero no Andrea, que amplió su área vendiendo en la urbanización donde vivía.

“No hubo cosa que no vendiera: caramelos, dulces, tortas y pan, casa por casa. Mis vecinos me vieron crecer y me compraban para estimularme. Luego vino una época difícil, de escasez de productos y de dinero en efectivo. Mis clientes de siempre no tenían como pagarme y ya no me compraban. Con mis ganas de seguir, se lo comenté a mi padrino, quien me cedió un punto de venta. Así que cuando me decían: ‘Niña, es que no hay sencillo’, yo sacaba mi flamante equipo para que pagaran con tarjeta”, recordó.

Cuando tenía 13 años, su abuelita enferma, toda la familia se concentró en cuidarla hasta su partida y las ventas quedaron suspendidas durante ese tiempo. Al cumplir los quince años, recibió de regalo algún dinero que inmediatamente quiso invertir. Su madre le advirtió que la situación económica era complicada, pero ella insistió. Sus padres, por supuesto, la apoyaron una vez más.

-Comencé con bisutería nuevamente y esta vez apoyada en las redes sociales. Con un poco más de madurez, fui dándole forma a mi negocio. Me llevaba una caja al colegio, con lentes y perfumes, y nuevamente me citaron el representante. Fue una etapa muy divertida —dice entre risas— vender con sigilo, para que no me llamaran la atención.

Con un poco más de madurez, fui dándole forma a mi negocio, dijo la joven emprendedora

¿Obstáculos o retos?

Pero llegó la pandemia y otra vez las ventas se vinieron abajo. La gente estaba preocupada, oculta en sus casas, había mucha zozobra. Luego, además, comenzó la escasez de gasolina.

“Nada de eso me detuvo. Compré una bicicleta y seguí visitando a mis clientes amigas, vecinos, mi familia. Empecé a vender ropa y gustaba mucho, paralelamente, durante este período busqué información para poder ampliar mis ventas. Estuve pendiente de hacer estudios de mercado, buscar herramientas de YouTube, leer, estudiar para poder llevar mi negocio a otro nivel”, agregó.

Nace “Tita Store”

Apoyada por su familia, en el 2022 decide vender ropa al mayor. Empezaron a confeccionar porque se enamoró —indicó— del área textil, del diseño y de la moda.

“Desde hace 4 meses, ya tengo un taller, una tienda física ¡después de cuatro años y medio en la sala de mi casa! Además, tengo una cuenta nueva de Instagram, perdí la que había tenido por años. Lo que al principio fue una catástrofe, al final fue una renovación. Siento que he renacido como una mariposa. Me siento realizada”, afirmó.

-Ahora, a mis cortos 20 años, soy el resultado de varias historias, detrás de este negocio que he llevado a término con mucho esfuerzo, perseverancia y disciplina, aseguró. (CNP 16.100)

 

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