Acarigua.- Esta es una entrevista que hago con la satisfacción de resaltar no sólo la gran labor profesional del protagonista, sino con la certeza de su calidad humana, su gentileza y de su caballerosidad a carta cabal.
Gabriel Zamudio Acosta es hijo de dos destacadas personalidades que, aunque no nacieron en Portuguesa desarrollaron su vida familiar y sus especialidades en Acarigua, y son la artista plástica Edda Acosta y el odontólogo José Ignacio Zamudio. Ellos le brindaron en su más tierna infancia dos visiones del mundo que supo acoplar perfectamente: la ciencia y el arte.
Gabriel se ha destacado como médico ginecólogo y docente universitario, también ha ocupado cargos públicos importantes en el área de la salud, y además tiene dotes de músico, de gran deportista, es excelente padre y esposo y de una generosidad infinita, cualidad que ha reforzado con la práctica de la fe católica.
Actualmente ejerce su consulta privada, continúa en la docencia, es coordinador de Investigación y Educación en el Hospital «Jesús María Casal Ramos» de Acarigua-Araure, karateca activo y un estudioso permanente para brindar bienestar y salud integral a la mujer.
Vocación definitiva
Nació el 12 de abril de 1967 en Acarigua, aunque no lo parezca porque siempre ha tenido que lidiar con su aspecto juvenil, razón por la que desde estudiante tuvo que dejarse la barba y usar traje y corbata para no parecer siempre un estudiante de medicina, relató.
Desde sus días en el liceo José Antonio Páez, Zamudio se interesó en cursar primeros auxilios y, con el Dr. Leopoldo Olmos, perteneció a la Sociedad Bolivariana y la Cruz Roja. Aún sigue en esta última. Paralelamente tocaba mandolina en la estudiantina de la Casa de la Cultura «Carlos Gauna».
Practica kárate desde los 12 años, obtuvo varias medallas, suspendió un largo tiempo, retomó cuando sus tres hijos empezaron a entrenar y, próximamente, llegará a cinta negra.
Obtuvo sus títulos de médico, obstetricia y ginecología y de salud pública en la Universidad Central de Venezuela (UCV); las especialidades de endoscopía en el Instituto Europeo de Ciencias Endoscópicas; y de ginecología regenerativa en la Universidad Yacambú, aunque -aseguró- «en medicina nunca se deja de estudiar».
Desde pequeño jugó a ser médico y el deseo de curar se afianzó en él a través de su padre y de su tía Carmen Zamudio, también ginecóloga.
«Además de la vocación es la habilidad la que te indica cuál es la especialidad más adecuada, que puede ser mental o manual. Yo soy hábil con las mano para la cirugía y las pacientes con las que mejor me llevaba era con las madres en ginecología. Para mí, la mujer es un ser especial. En mi familia hay un respeto profundo, desde mi abuelas Castorila y Ana; mi madre; mis tías Zamudio, especialmente Carmen que influyó mucho en mí, y entre las Acosta, mi tía Libia, una viajera que me impulsó a irme a Inglaterra con la AFS, y desde entonces , mantenemos un nexo constante con mi familia inglesa y mi hermano de Viena que recibimos en Acarigua».
La docencia
Se inició como profesor de inglés en 1985, en el Centro Venezolano Americano de Caracas. Fue preparador de anatomía e histología, se graduó de médico en 1992 y realizó varios trabajos de investigación. Obtuvo su nuevo título de postgrado en 1997 e ingresó en 1998, como docente de obstetricia y ginecología, a la Universidad Centro Occidental «Lisandro Alvarado» del estado Lara, y la práctica en maternidad, cargo que aún ejerce.
«Me he preparado pedagogicamente con dos componentes docentes y he tenido grandes satisfacciones», agregó.
Fue director de Distrito Sanitario en el año 2000, subdirector del hospital «Casal Ramos», por muy poco tiempo director del Hospital «Dr. Armando Delgado Montero» de Turén, porque fue llamado para encargarse de la Coordinación de Investigación y Educación del Hospital Universitario de Acarigua-Araure, cargo que ha ejercido hasta el día de hoy.
La vida
«La primera vez que recibí un bebé en la Maternidad ‘Concepción Palacios’, para mí fue presenciar un milagro. Ella se llama Raquel y la guardo en mi memoria. Hubo muchas preguntas, algunas que no se pueden responder. El nacimiento es especial, es un misterio. En algunos es exitoso y fácil, en otros difícil pero con final feliz, otros generan tristeza o una gran felicidad. Ser parte de ese milagro desde la ciencia me sigue conectando con la otra parte invisible que hace Dios y la mujer por supuesto. No todo está en los libros y son los momentos donde la medicina se convierte en un arte», explicó el especialista.
Algunas de esas niñas que recibió como obstetra, hoy en día son sus pacientes. Ellas quieren verse con alguien joven y actualizado y a Gabriel lo ayudan sus genes, su apariencia lozana y su amabilidad innata.
Su momento personal más impactante -dijo- fue el día que recibió su título de postgrado, en el que comenzaron 120 médicos y sólo se graduaron seis. Como docente son muchos, por la gran responsabilidad que implica y que va más allá del pénsum. Le gusta asesorar a sus estudiantes en comportamiento y la manera de vestir y a tratar a la paciente más allá de la ciencia.
Picaflor hasta que…
«Yo disfruté mucho mi juventud, entre las muchas actividades que tenía, me dediqué a estudiar pero también era muy enamorado, tuve algunas novias hasta que llegó Claudia. Me casé a los 33 años, ya maduro para asumir esa responsabilidad con mis metas profesionales alcanzadas. Tengo tres maravillosos hijos y una familia que amo», aseguró
Gabriel es católico practicante y está convencido que la espiritualidad le proporciona un estado mental poderoso y efectivo frente a las cirugías y procedimientos complicados.
«Tuve hace poco una experiencia con una paciente que vino por una segunda opinión, era una intervención difícil, yo me encomendé y dejé que el Santísimo guiara mi mano, el procedimiento fue un éxito, gracias a Dios».
La superación
En el 2015 se dio cuenta que había que reforzar la funcionalidad del ser humano, en su caso, de la mujer, porque las pacientes a medida que se va haciendo mayor necesitan estar bien.
«Tenemos vidas más largas y podemos estar activos físicamente, inclusive sexualmente, por eso es tan importante la especialidad de ginecología regenerativa que influye positivamente en la pareja, que evita o corrige la incontinencia y que se usa en muchas otras especialidades médicas. La regeneración es un hecho posible y los latinoamericanos estamos muy actualizados con ese tema», indicó Zamudio.
Los sueños
Gabriel quiere continuar el ejemplo de educación y familia que le dieron sus padres, con sus propios hijos y al lado de su esposa Claudia, porque anhela ser abuelo algún día.
Asimismo, planifica ir por una buena temporada a Inglaterra, donde tiene fuertes lazos de amistad y también con el propósito de tener una experiencia laboral. «Quiero ir a aprender y enseñar sobre todo el aspecto de la medicina regenerativa. Los médicos venezolanos tenemos el conocimiento, la sensibilidad y, sobre todo, nos hemos forjado en medio de diversas dificultades, eso nos hace capaces en cualquier parte del mundo«, finalizó. (CNP: 16.100)