Acarigua.- «Yo pienso e imagino todo a color desde que era una niña y no podía entender por qué los demás no creían que esos primeros dibujos que yo hacía eran realmente míos y no calcados, si era para mí tan natural pintar y tan fácil».
Así como respirar o hablar, pensar a color y pintar es, para la artista plástica Jackeline Díaz, algo tan intrínseco que su trabajo -dentro de su propia evolución en cuanto a técnicas- siempre ha guardado el encanto de la niñez, la cándida expresión que lo niños suelen dar a sus dibujos; hermosos, coloridos y llenos de magia.
La misma que tiene su casa, donde exhibe cuadros de su madre, de su hermano Tulio Díaz, recordado y reconocido artista plástico local, y que demuestra que lo de artista le viene en el ADN porque hasta su hijo, Sergio, es también ilustrador.
Puertas y muebles intervenidos, gatos y elefantes, cafeteras convertidas en objetos decorativos y hasta su propio outfit de zapatos pintados a mano y jeans con aplicaciones originales, todo en su mundo está impregnado por el arte, porque hay magia también en sus manos.
En su última serie,»Floreada«, pintadas en acuarela y acrílico, tiene más de 15 piezas al estilo Zentangle, que es un método de dibujo creado en 2004 por Rick Roberts (educado como monje budista) y María Thomas (calígrafa) que consiste en crear dibujos a partir de patrones abstractos, llamados tangles.
«Me gusta basar mi trabajo en lo cotidiano, por lo que siento y percibo en el momento, me inspiraron las flores y las combiné con arabescos, resaltando en degradé los claroscuros, luego fui incorporando los rostros», explica.
Obras muy delicadas, pero a la vez de gran carácter. Desde los primeros hasta la última, la artista dice que hay una gran diferencia.
«Esta semana retomé esta serie y se pueden ver variantes, dependiendo del estado de ánimo, cada momento marca una armonía y atmósfera distinta, porque la inspiración se transforma«.
Búsqueda constante
Su estilo es fácilmente reconocible, con muchos detalles orientales ornamentando la figura central. Ella define su pintura como naíf, (del francés naïf, “ingenuo”), una corriente caracterizada por la espontaneidad y la interpretación libre de la perspectiva o, incluso, la ausencia de ella.
Jackeline es autodidacta, jamás ha asistido a una escuela de arte, es una observadora de la naturaleza, que se «pule» a sí misma mediante el estudio, el análisis de la obra de otros artistas y a través de la inspiración visual y espiritual.
«Todo lo que podamos ver nos nutre, aunque tomemos las técnicas ya desarrolladas. Por eso, andamos en una constante búsqueda. Las cosas nunca son iguales y nuestra apreciación tampoco y eso que se vive se refleja en la obra. Las cosas pasan primero por la mente, pero a medida que una va aplicando pintura, todo cambia. Yo empiezo y termino, porque tengo la ansiedad de verlo listo».
Practica el desapego de una forma muy particular -explica- pues cada lienzo tiene un cuadro de base que luego «tapa» con elementos del arte pop, los interviene pegando, chorreando, haciendo una pintura sobre otra pintura, donde mezcla el nahif, lo figurativo y lo abstracto.
Por el mundo
«Ha sido difícil llamarme artista porque el arte es mi vida completa y ha sido parte de mí siempre, desde que veía a mi mamá pintar. He pasado por muchas facetas. Hice también modelado con arcilla y todo es un lienzo para mí; he pintado avisos en tiendas, murales y también he hecho pintura sobre telas».
Y hay que ver las bellezas de jeans, zapatos y chaquetas pintadas a mano creadas por Jackeline.
Sus obras están esparcidas por el mundo porque se las han llevado a Italia, España, Panamá, Inglaterra, España y, por supuesto, toda Venezuela.
Ante los pocos espacios culturales para exponer, las redes sociales son la vitrina perfecta para mostrar sus obras, aunque eventualmente los centros comerciales promocionan concursos y exposiciones colectivas para los artistas locales.
Ahora está realizando una serie de miniretratos divertidos muy «pop art» que hace solo por encargo y que puede ser un lindo y muy especial regalo.
«A mí, como artista, no me interesa solo vender, sino que la obra sea realmente apreciada por ser arte, que haya una conexión espiritual, casi un amor a primera vista, entre la pintura y quien la adquiere», finalizó la artista. (CNP 16.100)