Araure.- Nació para transformar la vida de muchos y hacerlos mejores personas, para intervenir objetos que nadie mira y hacerlos arte, para llevar alegría, color y cultura y para hacer de sí mismo un instrumento de Dios entre los que le rodean.
Más o menos así es la historia de Maxi Vázquez, un acarigüeño que tiene manos prodigiosas y que de una hoja o cartulina, puede hacer formas hermosas, tan complejas y perfectas que es difícil creer que sea papel doblado a mano, y que está considerado uno de los mejores origamistas de Venezuela.
Es también coleccionista de antiguedades y objetos vintage; poeta, titiritero, pintor, vestuarista, scout, hippie, un poco curandero del alma, y gran amigo de sus amigos.
De todo esto y más está marcado el museo popular que es su “Casa Mágica La Palestina», ubicada en Araure y que es, como él, Patrimonio Cultural del Estado Portuguesa.
Su abuela, su maestra
En esta casa que es un mundo aparte, nos habló de su abuela Benigna Meléndez que lo enseñó a rezar, narrar cuentos, cortar, pintar, doblar papel y a hacer figuras, y de su madre con quien aprendió a modelar la tela.
Con su abuela, a los 8 años, mostró sus primeros cuadros. Ella le hacía los marcos y recibía a los vecinos con tisana y dulces; al finalizar le daba un billete, diciéndole que todos se habían vendido. De adulto se enteró, que su abuela los regalaba, y que su intención era cultivar su talento.
La vida le cambia
En Mérida mientras estudiaba medicina, conoce a su esposa, y crea el personaje del payaso América, que cantaba y “leía las cartas», un show que hacía en las plazas.
Junto a su esposa crea la Fundación Corazón Abierto y comienzan a trabajar con el Consejo Venezolano del Niño (CVN), fue así como se hacen cargo de dieciséis niños y ocho niñas sin hogar, pero su amada muere en un accidente de tránsito. Sumido en un shock emocional, lo abandona todo y regresa a Acarigua. Aquí lo recibe en 1983 doña Carmen Aurora de Monsalve y lo contrata como docente en la Casa de la Cultura, donde permaneció hasta hace muy pocos años, cuando fue jubilado.
Ya en Acarigua regresa a las actividades culturales y religiosas, siempre al lado de su abuela, y se trae a sus 16 hijos adoptivos, a las niñas, no se lo permite el CVN. En 1991 su abuela le apoya para que entre en el seminario y cumpla un anhelo que tuvo desde niño, servir a Dios, quedándose a cargo de los nietos. Tampoco allí logra graduarse, pero el camino y la búsqueda habrían de continuar.
Hoy en día todos esos hijos hasta se parecen a él y han heredado algunos de sus talentos artísticos. Están graduados, son su orgullo y ya lo han hecho abuelo. Hasta las niñas, que dejó en Mérida, ahora mujeres de bien, lo siguen llamando papá.
Un museo para todos
La Casa Mágica, es un nombre dado por los niños de La Quebradita de Banco Obrero, Araure, al museo que Maxi ha creado para que todos lo disfruten. La Palestina, es en honor a María la madre de Jesús. El aspecto interior nunca es el mismo. Cada temporada la decoración es renovada por días feriados; sea Carnaval, Semana Santa, homenaje a Sobeida, la muñequera; o el artista plástico Benjamín Arenas, entre otros, pero la más importante y llamativa es la Navidad, tiempo durante el cual, en esta casa se exhiben mil nacimientos de todos los tamaños, procedencias y materiales. La exposición se abre el 25 de noviembre de cada año hasta la Paradura del Niño, en febrero.
«Tengo 46 años haciéndolo, la primera fue con 24 pesebres uno elaborado por cada hijo y el mío. Abro mi casa, en la mañana vienen los alumnos de las escuelas y en la tarde grupos de turistas, funcionarios del gobierno, los amigos y sus invitados», señaló. Hace 20 años La Palestina fue reconocida Patrimonio del Estado y hace 12 años de Araure.
Premiado en Japón
Gracias al origami conoció, en 1991, a la alcaldesa Irene Sáez, quien lo lleva representando a Chacao para que participe en el XXXI Festival Internacional de la Parapiroplexia -hoy ya va por la edición cuarenta y siete-, donde se presentaron con un dragón de 50 metros en papel y con el que Venezuela obtuvo el primer lugar. Una satisfacción que jamás olvidará. El premio fue destinado a la acción social.
Rodeados de su obra artística, jubilado del Instituto de Cultura del Estado Portuguesa, cuenta que su Fundación Corazón Abierto, está ya en siete países llevando consuelo espiritual, siempre de bajo perfil porque no le gusta tomarse atribuciones que son de Dios, y porque lo hace desde el corazón y sin alarde.
Sigue creando, transformando vidas, trastos, madera, papel y corazones con su espiritualidad, sus poemas y su arte. Además, está escribiendo su autobiografía. Pertenece a la Red Nacional de Muñequeros y con ellos proyecta una ruta a nivel nacional, con los cultores.
«De resto -dijo- trato de ser feliz, me reinvento porque soy muy inquieto, estoy disfrutando mi tiempo libre. Leo mucho y recibo a la gente que me visita. Sigo buscando a Dios y comparto mi fe a través de mi fundación, entregando de mí todo lo que soy».
Así es él, tan maravilloso como espiritual y sencillo. (CNP: 16.100)