Si algo tiene Venezuela y en particular el estado Portuguesa es un enorme talento artístico y una gran escuela formal, que ha entregado al mundo maravillosos músicos y maestros.
Óscar Eduardo Bejarano Prada, ingresó al Sistema de Coros y Orquestas Sinfónicas de Venezuela cuando tenía apenas 4 años de edad y, por su gran trayectoria, pasión por enseñar y talento, es actualmente el líder y director de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Guanare, que bajo su batuta ha sido una de las más sobresalientes a nivel nacional.
Ser músico le viene por herencia paterna, pues varios miembros de esta rama de su familia pertenecen a una orquesta bailable. Fue allí, entre ellos –mientras pasaba unas vacaciones en Colombia– cuando quedó prendado de la música, en especial de esos instrumentos que marcan el sabroso ritmo caribeño y dan rimbombancia a cualquier género musical: la percusión.
Muchos no saben cuál es el importante papel del director orquestal porque cada músico tiene su propia partitura y puede leer la obra, pero es una figura fundamental como el responsable de que la orquesta transmita la visión del compositor y de la pieza tanto a los músicos como al público. Su papel es crucial para lograr una interpretación coherente y de alta calidad. Y para los pequeños músico y jóvenes, el director es el modelo a seguir y el que marca la diferencia del núcleo que dirige.
Según sus propias palabras, si un niño sueña con convertirse en un héroe cotidiano o en el imaginario superhéroe, un maestro es lo más parecido por su noble papel de enseñar, moldear, cambiar vida, y hasta salvarla de un destino incierto, y si se trata del arte, su huella es aún más profunda.
Como solista, ha formado parte del Ensamble de Percusión de los Llanos en las diferentes ediciones del festival nacional y de su gira a Francia, de la Orquesta Juvenil de Caracas a Japón y Corea del Sur, y como profesor, de la Orquesta Nacional Infantil de Venezuela en sus presentaciones en Milán, Italia y Ginebra y Suiza.
De bailable a sinfónica
Óscar nació en Guanare el 15 de septiembre de 1992 y comenzó a la edad de 4 años, bajo la tutela del profesor Manuel Linares, a recibir clases de lenguaje musical y de percusión con los profesores Elias Hawatt, José Calderón (+) y Laura Becerra.
«Parte de mi familia paterna son músicos populares. Yo me definí por la música clásica y, actualmente, mis sobrinos van siguiendo mis pasos», indicó .
Esa fue la razón de que ingresara en el año 1996 a «El Sistema». «Me llamó la atención una orquesta bailable que tenían mi familiares en Colombia. Ellos vieron mi talento y me pidieron que cuando llegara a Venezuela le dijera a mi mamá que me inscribiera en la orquesta. Ella me llevó a la sede de la Orquesta Sinfónica de Guanare», agregó.
Dos años después, en 1998, debutó como percusionista de la orquesta infantil. Con esfuerzo y disciplina avanzó en su preparación convirtiéndose en solista. Durante los años siguientes se ha venido formando con diferentes maestros venezolanos e internacionales, participando en festivales y seminarios dentro del país y en el exterior.
Pero más allá de todo el conocimiento adquirido y el nombre que se ha ganado con mucha dedicación, Óscar considera que lo mejor de esta experiencia como miembro de «El Sistema», es haber determinado muy temprano su vocación.
«Ser músico me encanta, sobre todo, pertenecer a una familia que siempre está allí, apoyándome, compartiendo conmigo y de la que puedo aprender cada vez más», dijo.
Viajar y tocar
Entre las más satisfactorias vivencias de ser parte de una orquesta está la de viajar, una forma de nutrirse de otras culturas y pedagogías.
Ha viajado por más de la mitad del país con el Ensamble de Percusión de los Llanos. En 2013 participó en una de las ediciones del Festival Epsival de Francia y ese mismo año, Bejarano fue invitado a la gira de la Orquesta Juvenil de Caracas que viajó por Japón y Corea del Sur.
En 2015 formó parte de la plantilla de profesores de la Orquesta Nacional Infantil de Venezuela,(ONIV) que viajó a Milán, Italia. También en ese año fue parte de los profesores que viajaron a reforzar el proyecto Sistema-Haití y en el 2023 vuelve a formar parte de la plantilla de profesores de la ONIV que guió a los jóvenes en su visita a Ginebra, Suiza.
El director
Bejarano dice con orgullo que llegó a ser el director de la orquesta a la que ha pertenecido desde pequeño, gracias a sus años de experiencia, pero sobre todo por el gusto de querer dirigir y compartir experiencias con las nuevas generaciones.
«Como todo niño supongo que quería ser policía, bombero o algo como un superhéroe. ‘El Sistema’ logró que pudiera convertirme en algo más satisfactorio para mí, cambiando todo el rumbo de mi vida y dándome la vocación más hermosa de todas, enseñar la música», afirmó.
-La música desde el principio ha sido como mi refugio, el lugar donde me siento y estoy protegido y en paz. Además, me permite enseñar a las nuevas generaciones a ser mejores personas, para nuestro país y para el mundo.
Aunque siempre hay una oportunidad para salir del país, indicó que realmente en este momento no se iría.
«No, hasta obtener todo el conocimiento necesario para enfrentar el mundo fuera de mi país y, lo más importante, porque mi función en este momento es asegurar una buena educación musical de los niños de Guanare y enseñarlos a ser mejores personas a través de la belleza de la música”, expresó.
En este sentido, se propone con el apoyo de la Gerencia Estadal de «El Sistema», conseguir más espacios apropiados «para que los niños y jóvenes de la orquesta de mi ciudad tengan lugares aptos y hacer crecer el núcleo Guanare, convirtiéndolo en un digno ejemplo para todos los demás núcleos de los Llanos Occidentales», dijo. (CNP 16.100)