Según los últimos datos proporcionados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), en 2022, 1 de cada 31 niños en los Estados Unidos fue diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA), lo que representa un aumento considerable en comparación con los 1 de cada 150 niños registrados en el año 2000.
Esta cifra representa un aumento del 384% y resalta una tendencia creciente en el diagnóstico de este trastorno en las últimas dos décadas. Este incremento es atribuible, en gran parte, a las mejoras en la detección y a un nivel de concienciación sin precedentes entre los profesionales de la salud, así como a un mayor reconocimiento social del autismo.
En un contexto más amplio, el aumento también refleja el progreso de los métodos diagnósticos, con nuevas herramientas y enfoques que permiten identificar el TEA de forma más temprana y precisa. Los datos fueron recopilados de 16 sitios en 14 estados, incluidos lugares clave como Arizona, California, Nueva Jersey, Tennessee y Texas, y Puerto Rico.
Desigualdades en los diagnósticos
El informe del CDC también puso en relieve la disparidad en la prevalencia del TEA entre distintos grupos étnicos. Los diagnósticos fueron más frecuentes entre los niños negros, hispanos y asiáticos, en comparación con los niños blancos.
Este patrón sugiere que, además de un aumento en la detección, las comunidades históricamente sub identificadas experimentaron una mejora en la identificación de casos. En particular, la prevalencia entre los niños varones sigue siendo notablemente más alta, con una tasa 3,4 veces mayor que entre las niñas.
El análisis también reveló que los niños nacidos en 2018, en comparación con los nacidos en 2014, fueron diagnosticados con autismo a una tasa significativamente más alta, lo que indica un mayor acceso a la identificación temprana y a los recursos para el diagnóstico.
Según el organismo, esto puede ser una señal positiva de que las políticas y esfuerzos de concienciación están surtiendo efecto, aunque también muestra las desigualdades existentes en el acceso a estos servicios.
Factores que explican el aumento
Los expertos coinciden en que el aumento en los diagnósticos de TEA está relacionado, en gran parte, con la mejora en la capacidad de identificación temprana, pero el debate sobre las causas subyacentes del trastorno sigue siendo amplio y complejo.
Zachary Warren, director del Instituto de Tratamiento e Investigación de Trastornos del Espectro Autista (TRIAD) de los EEUU y uno de los autores del informe, subrayó que el incremento en la prevalencia se debe principalmente a las mejoras en los métodos de detección. Según él, se mejoró “enormemente la identificación del autismo”, lo que permitió detectar casos que antes habrían pasado inadvertidos.
Sin embargo, según había destacado en una nota a Infobae el médico psiquiatra infanto-juvenil Christian Plebst (MN 81.138), el aumento no puede ser explicado únicamente por una mejora en el diagnóstico, sino que también refleja fenómenos sociales y biológicos de mayor alcance.
Plebst, quien es consultor en desarrollo infantil, educación, inclusión, convivencia y autoconocimiento, afirmó que el incremento de casi un 6.000% en los diagnósticos en los últimos 30 años es una señal de que algo más profundo está ocurriendo en la sociedad y el entorno que rodea a los niños en desarrollo. En su opinión, factores ambientales, como el uso excesivo de pantallas y la pérdida de contacto con la naturaleza, también juegan un papel importante en el incremento de los casos.
Desafíos para las familias y la educación
A medida que aumentan los diagnósticos, también lo hacen los desafíos que enfrentan las familias y los sistemas educativos. Paulo Morales, presidente de TEActiva, una organización civil sin fines de lucro que trabaja en la concientización de la problemática del autismo, señaló en un comunicado que las escuelas inclusivas están colapsadas debido a la creciente demanda de apoyo para los niños con TEA.
“1 de cada 31 niños es prácticamente un chico por aula. Como muchos colegios no los aceptan, entonces los establecimientos inclusivos están colapsados. Conseguir acompañantes terapéuticos es una odisea. Está claro que la mayoría de la sociedad necesita más información para que podamos convivir todos en el mismo mundo, pero si desde la dirigencia no se generan políticas públicas adecuadas, esto solo puede empeorar”, afirmó Morales.
En ese sentido, señaló: “Solo las familias con recursos suficientes pueden encontrar un equilibrio, pero para la gran mayoría termina siendo un sálvese quien pueda. Hay mucha desesperación y desorientación basta mirar lo que la gente publica en cualquier red social de cualquier ONG para ver una muestra”. Y en ese tono, agregó: “Hace rato que profesionales prestigiosos y con amplia experiencia en la temática definen al autismo como una pandemia. Primero arrancaron por lo bajo, pero algunos ya se animan a afirmarlo públicamente. Es que hay que decirlo con todas las letras: el autismo es una pandemia y es lo que viene”.
Morales destacó, además, la necesidad urgente de un enfoque más inclusivo y equitativo para abordar la creciente prevalencia del TEA. “Si no es una pandemia, pónganle el nombre que quieran, no es momento de discutir semántica, ni colores, ni simbología, sino de tomar cartas en el asunto. El avance de este trastorno es preocupante y no es nada romántico como gran parte de la sociedad y dirigencia cree. Es verdad que conviven historias de superación, pero la gran mayoría de las personas con TEA y sus familias no la tienen nada fácil”.
El debate sobre la “epidemia de autismo”
El uso del término “epidemia de autismo” generó controversia entre los especialistas. Algunos líderes, como el secretario de Salud y Servicios Humanos de los EEUU, Robert F. Kennedy Jr., utilizaron esta expresión para describir el aumento de los casos, pero expertos como el doctor Alex Kolevzon, psiquiatra estadounidense especializado en autismo, rechazan este término, argumentando que no se trata de una enfermedad contagiosa, sino de un aumento en la identificación y comprensión del trastorno.
En la misma nota a este medio con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, Plebst había señalado que debido al incremento de los diagnósticos, “el autismo puede ser considerado una pandemia”.
El debate sobre si el autismo constituye o no una “epidemia” refleja un choque de perspectivas sobre cómo interpretar el crecimiento de los diagnósticos. Para muchos, el término puede generar pánico y malentendidos, mientras que otros lo ven como una forma de enfatizar la gravedad del fenómeno.
Sin embargo, la principal preocupación sigue siendo garantizar que, independientemente de cómo se denomine, las políticas públicas y la atención médica sean adecuadas para enfrentar el aumento de los casos y brindar un apoyo real a las familias afectadas.
“En Argentina, como en todo el mundo, hay muchos avances en cuanto al autismo. Hay muy buenos profesionales, pero lamentablemente están desbordados porque el crecimiento del diagnóstico se volvió exponencial y ya es un problema que se debe resolver a nivel estatal, incluyendo a toda la sociedad.
En un país donde no hay ninguna estadística oficial sobre el tema se hace muy difícil, hace pocos años se hizo un censo y no se preguntó prácticamente nada sobre discapacidad. Mientras se investiga el origen, hay que trabajar urgentemente en formar mejor a pediatras, docentes y cualquier profesional que convive con nuestros hijos. Y para poder tomar decisiones sabias deberíamos empezar, al menos, por tener estadísticas fidedignas”, finalizó Morales.
El incremento en la prevalencia del TEA en niños refleja tanto avances en la detección y concienciación como un cambio en los factores sociales y ambientales que afectan el desarrollo infantil. Sin embargo, este fenómeno también revela las profundas desigualdades en el acceso a recursos y la falta de preparación de los sistemas de salud y educación para hacer frente a esta creciente demanda. A medida que aumentan los diagnósticos, es crucial que las políticas públicas y las prácticas educativas evolucionen para garantizar que todos los niños con TEA, independientemente de su origen, reciban el apoyo necesario para alcanzar su máximo potencial.
Infobae