Araure.- La inasistencia a clases tiene larga data, desde que la crisis económica golpea en gran magnitud a la educación venezolana en todos sus niveles, sobre todo en el sector público.
Pero los dos años de pandemia anularon completamente la educación presencial. Niños y padres padecieron esta nueva situación en la que la enseñanza virtual tomaría el protagonismo en primaria y secundaria, agravada porque las escuelas públicas no cuentan con plataforma tecnológica y, actualmente, por la inconformidad de los docentes con sus ingresos.
Las consecuencias en los niños, de esta inasistencia a las instituciones educativas, se pueden notar en varios aspectos según la opinión del psicólogo Guillermo Laurentin, quien es también docente universitario y gerente general del Colegio Alejandro Humboldt.
«El aislamiento, el andar con la cara tapada, el temor, el que los padres tuvieran que convertirse en guías muchas veces sin estar preparados, generaba conflictos severos emocionalmente que concluían en peleas y frustración», señaló el especialista.
Aunque algunos tenían que levantarse y vestirse, la adaptación fue difícil y para otros fue imposible; simplemente dejaron de asistir.
Tanto en los colegios públicos como en los privados las consecuencias son muy negativas desde el punto de vista de lectura-escritura.
«Era una necesidad volver al colegio y aún cuando la covid permanecía, se fue regresando paulatinamente. Los equipos electrónicos tienen muchas ventajas pero, definitivamente, no se puede aprender a escribir si no se practica. Hay rigidez en la muñeca de estos niños que dificulta la buena escritura, por eso los padres acuden a terapias y tareas dirigidas, en busca de soluciones para tal retroceso cognitivo».
De allí, que haya en la mayoría de los niños y jóvenes, una creciente deficiencia a la hora de escribir y esto conlleva a que tampoco puedan leer correctamente, lo que afecta su rendimiento escolar.
Además, hay una gran dependencia de las redes y un lenguaje creado para estos que limita el léxico y la hilaridad de las ideas.
«Otro de los problemas es que tenemos un sistema educativo que no se ha adaptado a la evolución en el tiempo de un mundo cada vez más interconectado, que abunda en información. Los maestros tampoco pueden actualizarse y no todos están aptos para enseñar digitalmente, mucho menos los padres», señaló.
Pese a esto, los que aún permanecen en los colegios privados, van avanzando de grado y tienen muchas oportunidades para alcanzar las competencias, porque el docente está obligado a repetir el contenido, indicó Laurentin.
Explicó que si hay absentismo se cortan los procesos de sociabilización, debido a que es en la escuela donde pasan la mayor parte de su tiempo y hay escaso o nulo desarrollo de la autonomía y de la responsabilidad que se alcanza con la escolaridad.
«También se anulan los procesos psicobiológicos de tener una rutina para levantarse, asearse y la disposición para aprender. Elementos de respeto y de valores, las normas de buenas costumbres, el honor a los símbolos patrios, también se pierden», señaló.
Lo más importante en cualquier sistema educativo es que exista una relación estrecha entre la escuela, los padres y el alumno, porque la familia es la que planta la ética y el comportamiento moral, sostuvo.
La educación, en definitiva, no puede dejarse de lado; es un proceso contante y necesario para la formación no solo de profesionales aptos para el desarrollo de un país sino de ciudadanos honestos y capaces de discernir, tener sentido crítico y vivir en consonancia con las buenas costumbres. (CNP 16.100)
