Maletas con ruedas y bolsas de plástico transparente en las que se adivinan una manta, una muda de ropa, un bol de hierro y un termo grande. Estos son los efectos personales que las familias esperan entregar a los pacientes en la sala de urgencias Covid del Hospital Chaoyang de Pekín.
Frente a la entrada, dos ancianos esperan en camillas. “¿Queda sitio? De momento es difícil conseguir camas», dice una enfermera. “Acompaño a un paciente, y primero hay que ver a un médico de urgencias para entrar”, agrega.
Ante la explosión de casos de infecciones, hubo que hacer lugar. En la capital se han reforzado los servicios reservados a los enfermos de fiebre. Una mujer pequinesa de unos sesenta años vino a traer pañales para su padre, que estaba hospitalizado. «Cuando llegué aquí hace unos días, el departamento acababa de abrir. Es un departamento nuevo. Hay muchos pacientes y ayer murieron cuatro. Dan prioridad a las personas mayores en estado grave”, cuenta a RFI.
Dada la magnitud de la oleada de Covid-19 en Pekín, los servicios de emergencia están saturados. Las autoridades han reclasificado la enfermedad y los criterios de muerte por neumonía vírica. «Mi padre tiene 93 años, tiene una neumonía común según los médicos. Pero dio positivo en la prueba de Covid, al igual que la mayoría de los pacientes de esta sala, todos ellos infectados por el virus», añade la mujer de Pekín.
El domingo 25 de diciembre, la Comisión Nacional de Sanidad dejó de publicar sus informes diarios sobre la epidemia. También modificó el criterio para computar las víctimas de covid-19 a aquellas fallecidas por un fallo respiratorio causado por la infección, lo que según los expertos disimulará las muertes de este repunte.