El hielo, ya desprendido de los icebergs formados hace cientos de miles de años, es recogido del océano por la empresa Artic Ice, que lo almacena en compartimentos refrigerados y lo transporta en barco a los Emiratos Árabes Unidos. En Dubái, el manjar se encuentra en bebidas en bares y hoteles de lujo, y también se puede presentar como una atracción separada en la decoración.
Un uso tradicional
«Ya sabemos que los ricos son los causantes de la mayor parte de las emisiones de CO₂. De lo que estamos hablando aquí es de tomar hielo que está en peligro en Groenlandia, precisamente debido al calentamiento global, y llevar ese hielo a Dubái para que lo consuma la élite mundial», apunta la glacióloga Heidi Sevestre, del Programa Internacional de Monitoreo del Ártico, en una entrevista con Isabelle Martinetti de RFI en inglés.
El uso del hielo, explica Sevestre, forma parte de las tradiciones de los pueblos locales y ya es explotado por varias pequeñas y medianas empresas. La experta confirma que este hielo tarda más en derretirse y da como resultado una de las aguas más puras del mundo, a menudo recompensada con premios de los ‘sommeliers’ de agua mineral.
«En Groenlandia, el uso de hielo de casquetes polares, icebergs, es algo muy tradicional. Es cultural, en realidad: es una fuente de agua pura. Pero, por supuesto, enviar este hielo lejos, a Dubái, en los Emiratos, sólo puede ser perjudicial para el medioambiente, incluso si la empresa dice que se esfuerza por reducir la huella de carbono de esta operación tanto como sea posible», dice. «Me da la impresión de que están subestimando el impacto negativo de su actividad en el medioambiente», añade.
Consumo «prescindible»
Sevestre considera que no es necesariamente el hecho de recuperar este hielo lo que genera un impacto ambiental, sino el mensaje que transmite la actividad, en contradicción con los esfuerzos que todos los sectores están obligados a realizar para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. En el caso del hielo ártico, estas emisiones provienen del transporte, pero también de la creación de una necesidad de consumo «absolutamente prescindible», en opinión de la glacióloga.
«El impacto negativo se produce porque genera emisiones que son simplemente innecesarias. Creo que es importante que entendamos que hoy estamos haciendo todo lo que podemos, y espero que sea cierto, para reducir nuestra huella de carbono. En ese sentido, creo que deberíamos ir por el camino de lo que es suficiente, y no necesitamos más cubitos de hielo de Groenlandia en Dubái», recalca.
En las redes sociales, la iniciativa de Arctic Ice provocó indignación, y los internautas denunciaron la «peor idea del siglo» y afirmaron que «el proyecto es repugnante». El cofundador de la compañía, Malik V Rasmussen, dijo a The Guardian que había recibido amenazas de muerte de los usuarios más radicales.
El derretimiento, causado por la industria fósil
Arctic Ice afirma que, para el transporte, utiliza barcos que, de otro modo, volverían vacíos a Dubái, y también invierte en el almacenamiento de carbono para compensar el impacto de las exportaciones.
Heidi Sevestre señala que, a pesar de las señales negativas que indica un proyecto como este, la producción y el consumo de combustibles fósiles son la mayor amenaza para los glaciares de los polos.
«No debemos olvidar que son las empresas de combustibles fósiles las que producen gigantescas emisiones de gases de efecto invernadero. Un estudio publicado en la revista Nature revela que los casquetes polares de Groenlandia están perdiendo 30 millones de toneladas de hielo por hora en la actualidad debido a la industria de los combustibles fósiles», indica. «No es por estos pequeños negocios de allá. No debemos engañarnos a nosotros mismos con el objetivo», concluye.
RFI