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Frandieg Valera: “Sobrevivir al cáncer dos veces me mostró mi propósito: transformar el dolor en servicio”

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Escrito por Beatriz Quintana

Acarigua.- Solidaridad es una de las más notables virtudes de los venezolanos. Eso lo hemos demostrado en múltiples ocasiones y en diversidad de áreas. Abrimos los brazos y el corazón, sin pensarlo mucho. Basta que nos sintamos vulnerables para sentir que debemos acompañar a otros en su dolor, o que tengamos suficiente para compartir lo que tenemos, y si sentimos alegría ¡ni hablar! ¡Somos un país donde todos caben!, ¡somos personas de mucha humanidad!

Por eso cuando alguno ha transitado un camino difícil y lo supera, inmediatamente piensa en cómo puede socorrer al prójimo en un proceso parecido y ayudarle, mientras avanzan juntos.

Acompañada de algunos miembros de la Acción Voluntaria de Hospitales.

Así comienza el proyecto de acompañamiento para pacientes con cáncer que Frandieg Valera ha emprendido desde hace varios años y que hoy se ha convertido en su misión de vida. “Mujeres 360: historias reales”, que favorece a pacientes de esta enfermedad.

“Lo más desafiante fue enfrentar mis miedos y reconstruirme emocionalmente”.

Hace 10 años, le diagnosticaron cáncer de mama ductal infiltrante triple III, molecular grado 3. Asegura que fue una noticia que sacudió todo su ser ¡como si el mundo se detuviera! Pasó por cirugías, quimioterapias, radioterapias…”pero lo más desafiante fue enfrentar mis miedos y reconstruirme emocionalmente”, expresó.

-Este mismo proceso llegó a mi vida dos veces. Cuando creía que todo había pasado, que estaba bien, volví a comenzar desde cero. En ese momento mis pensamientos fueron: “Si algo me faltó por aprender la primera vez, en esta me gradué con honores, porque sana estoy. Soy un milagro de Dios”.

Para lograrlo, aplicó programación neurolingüística. Sin conocer que así se llamaba esa técnica, se preparó espiritualmente y entendió que el cuerpo es perfecto y así como enfermamos, sanamos. Ha aprendido en este proceso que la mente es poderosa y aunada a la fe, consiguió vencer el cáncer.

Su esposo la acompañó amorosamente a superar la enfermedad.

“Mi red de apoyo, sin duda alguna, fue mi familia. Mi madre —que ya no está— fue mi pilar principal, mis hermanos, y mi esposo que nunca soltó mi mano, me hizo sentir hermosa, inclusive sin cabellos; él me acompañó a cada cita médica, a las quimioterapias y cirugías. También conocí a otros pacientes que se convirtieron en hermanos durante el proceso”, añadió.

Superación y gratitud

Frandieg sintió, al principio, confusión, miedo, y tenía en su mente muchas preguntas sin respuesta. Pero después de superarlo, sintió una gratitud inmensa, una fuerza que no sabía que tenía. “Aprendes a valorar cada día como un regalo”.

Pasaron aproximadamente seis años, para poder dar ese apalancamiento, basado en su testimonio. Hablar de su experiencia, no para quejarse, sino todo lo contrario: ver el aspecto positivo que a ella le sirvió para poder superar el cáncer.

Actualmente se dedica a dictar charlas y dar acompañamiento a mujeres con cáncer y a sus familiares.

“En una cuenta de Instagram que se llama @Comovivirundíaalavez, comparto testimonios, consejos emocionales y, algunas veces, hasta puedo lograr la donación de medicamentos para otros pacientes. Luego me dije: ¿y por qué no una red de apoyo presencial?”, reflexionó.

Lo llevó a la acción y lo llamó “Mujeres 360: Historias reales”, donde cada una de las participantes pudiera expresar sus dudas y obtuviera respuestas y guía a preguntas como: ¿Y si me pasó, qué hago? ¿A dónde voy? ¿A quién le digo? ¿Quién me puede apoyar? y ¿En dónde adquiero los medicamentos?

Ella, por experiencia, sabe que es un proceso que se vive en familia. Por eso, el apoyo los incluye.

La familia también forma parte de ese apalancamiento, para organizamos talleres, conversatorios, tertulias y charlas de todo tipo de tema. Todo lo que haga bien a nuestra mente, cuerpo y espíritu”, aseguró.

-El cáncer me mostró mi propósito: transformar el dolor en servicio. También me ha ayudado a cumplir mi sueño de ser conferencista y ¿por qué no? hasta llegar a escribir un libro. De hecho, me preparé para este proyecto de vida con propósito; hice curso de locución, me gradué de máster orador y aún sigo preparándome.

En los últimos años se ha preparado para ser conferencista y ampliar a otras ciudades el proyecto Mujeres 360: historias reales.

Ya lleva más de siete años ofreciendo apoyo emocional y espiritual mediante charlas, tertualias, grupo de Whatsaap y presencial. “Cada mensaje que recibo de una mujer que se sintió identificada y acompañada me llena de satisfacción. Siento gratitud al poder ser parte de la sanación de esas personas, porque cada una libra una batalla por fuera y por dentro”.

Logros

Sin duda, el cáncer le cambió, pero también le reveló su propósito. Asegura que esa etapa fue un renacimiento, un despertar lleno de esperanza, un aprender que la vida es solo un instante y que “solo se vive un día a la vez”, frase que es ahora es su máxima.

“Han sido muchas las mujeres que han pasado por mis talleres, algunas ya no están, pero dejaron su luz. Otras son voluntarias, multiplicando el mensaje de fe, esperanza y vida”.

Dificultades

“Es devastador. Muchos pacientes abandonan el tratamiento por falta de recursos. Por eso también buscamos donativos, alianzas con APS, fundaciones, otros grupos de apoyo. En definitiva, un tratamiento para el cáncer es insostenible si no tienes los recursos suficientes. Por eso, prestamos esa ayuda para encontrar los medicamentos.

Saber reconocer y reprogramar las emociones es clave. “El cuerpo grita lo que el alma calla. Aprender a gestionar el miedo, la rabia, la tristeza… es parte del tratamiento. La medicina cura, pero el amor y la fe son definitivas”, afirmó Frandieg.

El cáncer, un maestro

-La enfermedad me enseñó a vivir con conciencia, a valorar lo simple, a soltar lo que no suma. ¡Me enseñó que la vida no se mide en años, sino en momentos que te hacen vibrar!

Ella, por muchos años, deseó ser madre. Hoy disfruta de esa satisfacción.

Con su hija Mariana Victoria y su esposo.

“Ser mama para mí siempre fue un sueño y, al pasar por este proceso, pensé que no lo lograría.  Mi hija Mariana Victoria, llegó a mi vida como mi recompensa, es mi mayor inspiración. Ella tan chiquita —porque apenas tiene cuatro años— tiene unos talentos increíbles; canta y baila. Verla tan feliz y escucharla, es celebrar día a día con una canción. Ella me recuerda a diario que estoy viva. ¡Es el mayor regalo que Dios me otorgó!

Un día a la vez

-Actualmente sigo ejerciendo mi carrera de Relaciones Industriales y sigo estudiando. Hace poco inicié un diplomado de Liderazgo. Estoy más que convencida que todo forma parte de mi crecimiento y desarrollo personal y profesional, con la meta de seguir aportando a esta sociedad. Seguir ayudando y aumentando mi comunidad de Mujeres 360.

“Tengo proyectos muy buenos para mi vida personal y profesional. Ojalá en este 2026 se puedan materializar. Mujeres 360 seguirá con su propósito, queremos seguir creciendo y expandirnos a otras ciudades, para llegar a muchas más mujeres que necesitan de nuestro acompañamiento. El otro, es organizar un Congreso de Salud Emocional y Cáncer, con un gran panel de especialistas en los temas”, agregó. (CNP 16.100)

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Beatriz Quintana

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