Acarigua.- Al frente de la Fundación Raúl Alfredo Silva Amigos Contra el Cáncer hemos visto siempre el rostro de una valiente mujer, que hizo del deseo de su hijo —después de su partida— una realidad, con la que ayuda a otros niños que padecen esa enfermedad. A su lado, a veces detrás o adelante, arreglándolo todo, cargando cajas, trasladando medicamentos o llevándola a donde ella necesite, está su marido, Henry Castillo Eslava, siempre dispuesto. Hoy habla de la mujer y la obra que ha cambiado su vida.

Henry Castillo, siempre al lado de su esposa respaldando la Fundación RAS.
Henry, aunque no era el padre biológico de Raúl Alfredo, asumió como suyo el compromiso junto a su mujer, cuando ella le participó que llevaría adelante la noble tarea de buscar ayuda para los familiares de los niños con cáncer. Él no hizo ninguna diferencia entre ese primer hijo e Isabel, la segunda hija de la pareja, quien también ha crecido viendo a sus padres apoyarse, darse ánimo y trabajar sin pausa por la fundación que su hermano mayor soñó.
“Raúl falleció el 30 de marzo y al mes la ‘Negra’ me hizo la propuesta y, por supuesto, le dije que contaba conmigo”, dijo Henry. Una historia que en lugar de puntos suspensivos, ha sido sostenida con palabras de amor, apoyo ¡y entre signos de admiración!
La obra benéfica comenzó informalmente hace 16 años, vendiendo llaveros y bolígrafos. Podíamos verlos haciendo potazos en las calles araureñas o en el pequeño toldo que ubicaban en la avenida 13 de Junio. La fundación RAS, fue registrada oficialmente el 9 de julio de 2009 y hoy tiene una sede bien acondicionada, gracias al empeño de la familia Castillo Silva y a la colaboración de muchos seres con corazones sensibles y maravillosos.
Henry lleva junto a Norlys 19 años. Él dice que ha sido amor del bueno, porque cuando la vio quedó impactado. Fue a realizar un trabajo y ese día, la vida le cambió.
“Conocí a la ‘Negra’ en una fiesta de cumpleaños. Me llamaron para que le hiciera mantenimiento a un congelador y, bueno, ella estaba en esa reunión ¡Fue amor a primera vista!”, expresó.
Lo más loable de todo, es que Castillo siempre deja el protagonismo a su mujer y a su hija, aunque nunca las desampara; ellas son las que brillan, hablan y resaltan. Por eso y bien merecido, hoy agradecen su gran esfuerzo y trabajo, dirigiendo el ‘Departamento de todística’, por todos los niños que la Fundación RAS protege.
La otra versión
“Conocí a Henry cuando Raúl tenía 12 años, y ellos hicieron desde el primer día una amistad fabulosa. De hecho, él ‘se metió en un bolsillo’ primero a Raúl Alfredo. Al cabo de unos días nos hicimos novios, tal como un par de adolescentes. Dios nos sorprendió con el embarazo de Isabel, y se cumple el gran sueño de Raúl, que pedía de regalo una hermana”, agregó Norlys.
Siempre responsable y protector de su hogar, cuando Raúl enfermó se dedicó a cuidar de su niña que tan solo era una bebé de un año y nueve meses, mientras que la madre iba a Barquisimeto, a cumplir tratamiento de quimioterapia para Raúl.
“Nunca nos abandonó, trabajaba todo el día, pagaba a una señora que se quedara con la niña, la llevaba en la mañana y la buscaba al final de la faena. La cuidó con esmero y dedicación. Cuando Raúl partió, Henry fue ese bastón que me sostuvo y cuando le dije que debíamos abrir la fundación para continuar el legado de Raúl su repuesta fue de inmediato: ‘cuenta conmigo’. Mi viejo, mi gordito, mi costillita, es mi todo. Como padre, abuelo, amigo, esposo, es sencillamente un ser lleno de bondad”, indicó.

Norlys y Henry el día de su boda por la iglesia.
La fundación
Castillo nació en Cúcuta, Colombia, el 27 de julio 1965. Él y Norlys se comprometieron en poco tiempo y Raúl tuvo la oportunidad de conocer a su hermana, Isabel, que apenas tenía 2 años cuando él murió.
“Este tiempo acompañando a la ‘Negra’, desarrollando la fundación, han sido años de lucha constante. Hemos crecido como personas en el servicio desinteresado que le brindamos a tantos niños que nos necesitan, y he aprendido a valorar más la vida”, afirmó.
Henry, dedica todo el tiempo posible a la fundación y, a la par, ejerce su oficio. Va de un lugar a otro instalando aires acondicionados, reparando equipos, llevando a Norlys aquí y allá, o a su hija y sus amigas, y colaboradoras. Busca exámenes, traslada a un niño y organiza jornadas deportivas. Está a cargo de muchas responsabilidades a la vez.
En esta fundación toda la familia tiene responsabilidades.
“Soy técnico en mantenimiento y refrigeración. Llevo gran parte de mi vida dedicado a este servicio que le brinda el sustento a mi hogar y familia. En realidad, Dios es quien me da el tiempo justo y necesario para atender a mis clientes y ocuparme de los menesteres de la fundación”, nos explica.
Le hemos visto hacer tanto en un carrito viejo, pero cumplidor, que muchas veces, sin embargo, lo dejó a mitad de camino. Pero nunca paró. Actualmente, gracias a Dios, tiene uno mejor.
“Pues siempre, gracias a Dios he tenido trabajo, y confiando en Dios que me provee día a día. He aprendido una cita bíblica y la practicamos en casa: ‘Todo lo puedo en Cristo que me fortalece’. Si tengo dificultades, le entrego mis cargas a ese ser supremo que lo puede todo”, indicó. Este fin de semana, está en un retiro de Emaús, hermandad de la que forma parte.
Henry tiene una gran respuesta cuando le preguntamos su posición dentro de la fundación.
–Jajaja , soy el vicepresidente, pero el cargo que me asignó mi “Negrita” es el de coordinador del ‘Departamento de todística’. Me encargo de todo: llevar, traer, montar, limpiar, cocinar, representar a la fundación si la ‘Negra’ está ocupada, comentó con humor.
Conociendo la historia de Norlys y todo lo que se ha propuesto, apenas sin recursos, y con poca ayuda en sus inicios, seguro que hubiese flaqueado muchas veces, si no hubiese tenido a su esposo al lado.
“Siempre he confiado en Dios y ella llegó a mi vida para cambiarla por completo. Ella y yo somos uno solo. Dios no se equivocó al ponerla en mi camino”, aseguró.
Agregó que la fundación es una gran responsabilidad que llevan adelante con amor y mucha responsabilidad. “Es parte de nuestro día a día. A nosotros nos da mucha paz y tranquilidad ayudar a los niños; hemos aprendido mucho de ellos. Esta es una labor incansable e interminable”.
Tantos casos de niños con cáncer, con pocas oportunidades, escasos recursos, unos con la alegría de recuperarse de la enfermedad y otros por la tristeza de su partida, pueden, alguna vez, sobrepasar las fuerzas de cualquiera.
“Me gusta lo que hago. Creo que servir a estos niños es apasionante, sobre todo cuando los acompañamos hasta el último día de tratamiento. Cuando ellos salen de remisión total yo me doy por bien servido”, añadió.
Isabel
-Mi princesa Isabel es la última de mis hijos. En mi primer matrimonio tengo 3 hijos, y otra hija en Colombia, soy abuelo de 6 nietos. Isa llegó a mí vida para brindarme estabilidad. Con ella logré tener el hogar que todo hombre puede soñar. Creció viendo el ejemplo de sus padres sirviendo a Dios a través de la fundación. Ella también se ha formado desde niña, como una gran servidora.

Isabel con Henry y Norlys, el día de su bautizo.
Desde las redes sociales, llevando ayuda y mostrando los buenos momentos, todo puede verse muy bien, pero sostener una fundación para el cáncer podría revivir, con cada caso, el momento triste de la partida de Raúl.

“Hemos crecido como personas en el servicio desinteresado que le brindamos a tantos niños”, aseguró Henry.
“Pues sí, tristemente se revive ese momento cuando los niños fallecen. También celebramos la vida con toques de campanas. Es realmente para mí gratificante cuando los niños vencen ese monstruo y cuando se van al cielo pido a Dios les dé el descanso eterno”, afirmó.
-Yo me lleno —de verdad— de mucha conformidad, y he aprendido que le vida es tan corta… ¡y nos brinda tantas posibilidades que en ocasiones dejamos perder! He aprendido a ser feliz con lo que tengo. Agradezco a Dios cada día la oportunidad que me da de despertar y poder seguir ayudando. (CNP 16.100)