Araure.- El mindfulness o atención plena, es una práctica de auto observación para llevar a la mente a un solo punto. Se trata de una acción retadora, porque la mente no deja de pensar y siempre tenemos puesta nuestra atención sobre lo externo.
Así lo explicó Rosmary Yépez (@tierrayoga_om), especialista en yoga Hatha-Vinyasa, quien explicó que despertar nuestra atención plena es, básicamente, entrenar la mente para que se mantenga en el momento presente.
Para lograrlo, nos valemos de varias herramientas, que pueden ser sonidos, música y la respiración, principalmente.
En un mundo tan distraído, en el que todos estamos imbuidos en la tecnología, sin tiempo aparente, y en el que es más importante tener que ser ¿cómo hacer para focalizar la mente, sin pensar en lo que tenemos pendiente?
«A mí lo que más me ha funcionado, es atender la respiración. Aunque es una función involuntaria, no nos hemos dado cuenta de que lo podemos hacer de forma controlada», señaló.
Cuando centras tus pensamientos en la entrada y salida del aire en tu cuerpo, marcas el ritmo, el tiempo y la cantidad de aire, y es el momento en que podemos estar presentes.
Aunque todos respiramos, la mayoría de las personas no lo hace correctamente -dijo- hasta se nos dificulta respirar y es un mecanismo que está íntimamente ligado con todas nuestras funciones vitales.
Yoga en Acarigua y Araure
Hoy en día, afortunadamente, existe en nuestras ciudades portugueseñas un gran movimiento para conocer sobre las prácticas de meditación y relajación, celebrado este 15 de agosto, a nivel mundial.
«Es muy importante que la forma de obtener la información se expanda, porque esta cultura sigue siendo muy nueva para nosotros», indicó Yépez.
Nuestro ritmo de vida tan agitado, que nos ha ido llevado a buscar un pedacito de cielo dentro de nosotros, nuestra verdadera esencia y la práctica del yoga es una posibilidad tan sanadora y satisfactoria, como natural y posible.
Agradecer es la clave
«Poner en palabras lo que es la conciencia plena es difícil, es más fácil percibirlo, sentirlo, pero básicamente es alcanzar un estado de dicha a través del agradecimiento, una vía al alcance de todos si la prácticas a diario».
Esta práctica no tiene que ver con una religión específica. Todas las religiones lo hacen aunque le pongamos diversos nombres: rezar, orar, meditar; es mirar hacia adentro y hacer un nexo con una energía divina.
La diferencia radica en que, para las culturas que practican el yoga, somos parte de la divinidad como un todo perfecto y en el cristianismo Dios está en un plano más elevado.
Rosmary práctica yoga desde hace 6 años y es profesora desde hace 2. No lo buscó sino que llegó y se conectó con esa emoción. Eligió practicarlo y especializarse; no quiere de decir -explicó- que ella permanezca en estado de dicha.
«Me dio curiosidad saber cómo es eso de que nosotros somos todo y todo está en nosotros. A veces eso me lleva a mucha frustración, porque hay que adaptarse a un mundo materialista y yo quiero enseñar que es posible sentir completa y profunda felicidad, cuando se medita», señaló.
«La felicidad es posible, no significa andar permanentemente sonriente, sino sentir paz y tener sincronía con lo que dices, piensas y vives», finalizó. (CNP 16.100)