Salud

El amor y el desamor influyen en si contraemos la gripe y otros virus

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Escrito por Redacción

La susceptibilidad a enfermedades infecciosas respiratorias como la gripe o el resfriado común depende de factores como el sexo, la genética o la edad. Sin embargo es poco conocido que también está fuertemente influida por nuestro estado emocional y sentimental.

Sin ir más lejos, hay evidencias de que en mujeres jóvenes que inician una relación amorosa se activan genes de inmunidad innata esenciales en la respuesta antiviral. El amor, al parecer, es un potente inmunorregulador.

La hormona cortisol está implicada en una serie de funciones fisiológicas fundamentales como el ciclo de vigilia-sueño, la regulación de la presión sanguínea o el equilibrio de sales en el organismo. En paralelo a todo eso, es una hormona esencial que desencadena el estado de alarma o estrés frente a riesgos físicos o psicológicos.

¿Qué implica el estado de alarma? Principalmente la activación de mecanismos de defensa frente a peligros reales, como por ejemplo un accidente, un robo con agresión o llegar tarde a una cita profesional importante.

Pero quizás lo más interesante es que también se activa en respuesta a riesgos emocionales potenciales percibidos como una amenaza por nuestro cerebro: dificultades para llegar a fin de mes, a cumplir las expectativas en nuestro trabajo o miedo a suspender un examen. Y, por supuesto, la amenaza de una ruptura sentimental.

El cortisol tiene un efecto global sobre nuestro organismo, preparándolo para la lucha o la huida. Entre otras cosas hace que se acelere el corazón y el consumo de oxígeno, y libera glucosa a la sangre para que los músculos estén preparados para dar una respuesta frente a esa amenaza real o percibida como tal.

En paralelo, se bloquean funciones no prioritarias en esos trances como el apetito, incluso se corta la digestión. También se inhibe la respuesta inmune, gran consumidora de recursos y energía.

Esto es, en sí mismo, una maravillosa consecuencia de la evolución biológica y la selección natural, que nos ha protegido y nos ha mantenido a salvo como especie. Pero solo como algo puntual. Porque el cuerpo no puede mantenerse siempre en estado de alarma.

El cortisol elevado por angustia vital y estrés crónico está asociado a una mayor susceptibilidad a diferentes enfermedades entre las que destacan las relacionadas con el sistema inmune y los virus.

La buena noticia es que durante una relación amorosa, además de notar mariposas en el estómago, reducimos los niveles de cortisol. Y eso suaviza la respuesta al estrés.

¿Y qué hay del desamor experimentado en nuestras propias carnes? ¿Influye en nuestro sistema inmunitario? Enormemente. Tanto es así que ¡se puede saber si una persona está enamorada mediante un análisis de sangre! Hay una batería de biomarcadores asociados con el amor. Por ejemplo, en mujeres jóvenes que inician una relación amorosa se produce la activación de genes de la ruta del interferón y de células dendríticas, esenciales en la respuesta antiviral.

Los datos publicados indican que sólo hay una salud y que existe una fuerte interrelación entre mente y cuerpo. Los efectos placebo y nocebo son un claro ejemplo de ello. Es necesario investigar la base biológica que vincula a ambas para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas globales que mejoren nuestra calidad de vida.The Conversation

Antonio José Caruz Arcos, Catedrático de Genética, Universidad de Jaén

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

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