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Olga Gutierrez, una arquitecta sobresaliente en un ámbito laboral dominado por hombres

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Escrito por Beatriz Quintana

Araure.-  «El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas». Esta frase puede identificar cada situación, que estoy segura, a muchos nos ha tocado vivir. ¡Cuántas veces me ha tocado ajustar las velas!

Como la mujer valiente, capacitada y optimista que es, Olga Josefina Gutiérrez Díaz ha tenido que direccionar su vida durante diferentes etapas, pero tomando una decisión que hace la diferencia: ejecutar acciones para solucionar la circunstancias adversas, sin quejarse, y poner toda su atención e intención en el objetivo propuesto, hasta lograrlo.

Esta extraordinaria profesional, y maravilloso ser humano, ha conseguido méritos a través de su desempeño tanto en la administración pública como en sus proyectos y empresa privada, en la que ha cosechando éxitos definitivos, marcando la diferencia en un mundo dominado por los hombres: el de la construcción.

Olga es una profesional destacada en el sector de la construcción

Fue la primera mujer presidente del gremio de ingenieros, la 1era. mujer contralora del estado. también fue 2da. vicepresidenta de la Cámara de Turismo y presidenta de FundaAraure. Ejerció, además, los cargos de directora regional de Mindur y directora de la Sala Técnica de la Contraloría del estado Portuguesa.

Con 35 años continuos como gremialista, actualmente es representante de Portuguesa en la asamblea nacional del Colegio de Ingenieros de Venezuela, tesorera de la Cámara de la Construcción y directora de la Cámara de Comercio de Acarigua-Araure.

La vida no solo le presentó retos profesionales a la altura de su potencial y talento, sino que también probó su gallardía, perseverancia y positividad como madre de Ire Alejandro Gutiérrez Díaz, su único hijo, quien presentó desde muy pequeño una irritación cerebral, que no le ha facilitado el camino, pero que hoy, contrario a todos los pronósticos y a múltiples obstáculos es ingeniero industrial y se prepara para asumir su propia empresa.

«Podría decir quizás que mi mayor reto ha sido ascender en el ámbito profesional, pero no, mi mayor reto ha sido ser mamá, con esa visión optimista que me transmitió mi madre. Dios ha guiado cada situación y cada momento, tanto como profesional como en mi rol maternal, regalándome un hijo maravilloso, al cual transmito esta misma forma de ver la vida, y unas hermanas y familia que me apoya», aseguró.

Olga, hace algunos años, escribía una columna que llamó «Nuestra huella en el universo», porque siempre ha pensado que pasamos por esta vida dejando huellas, y que debemos hacer lo posible porque éstas, sean siempre positivas.

Hoy recorremos, someramente, las suyas y hacemos homenaje en el Mes de la Mujer, a su trayectoria y su productiva vida.

Del campo a la ciudad

Nació el 11 del mes 11 de 1958, a las 11:00 a. m. –un número que, dice, la identifica– en la finca “Castejonero» del municipio Papelón, un hato que Simón Bolívar entregó al coronel Castejón, por pago de haberes militares y que luego fue heredada a su papá.

Su infancia transcurrió entre sus abuelos maternos y los padres. A los cinco años la internaron junto a sus dos hermanas mayores en el colegio de monjas Santo Ángel, ahora Ángel de la Guarda.

«De ese internado recuerdo que era muy consentida, porque era la más pequeña y jamás se me olvido el número 24 de identificación de mis enseres. De ahí, salí por problemas de asma, para estudiar en el Colegio Simón Rodríguez», dijo.

«Si algo aprendí de mi madre fue la idea de que la vida no nos pertenece del todo. A menudo me preguntaba: ¿cómo podía tener esa visión tan optimista, a pesar de las dificultades que había enfrentado? ¡Me di cuenta de que, más allá de su fe, su capacidad para ser agradecida era una elección. Una decisión consciente de no dejar que las circunstancias la definieran! En un mundo que a veces parece tan oscuro, ella eligió ver la luz y esa es quizás la mayor lección que he aprendido, además de su capacidad de trabajo, de perseverancia, y la importancia de la valoración del esfuerzo», señaló.

-Así que aquí estoy, tratando de seguir su ejemplo, recordando que cada día es una oportunidad. Que, aunque la vida tenga sus altibajos, siempre habrá un motivo para sonreír y dar gracias, indicó.

Fue integrante de la primera promoción de el Liceo Hilarión López en 1975 y dice orgullosa que, 49 años después, conservan la amistad. Luego de graduada quería estudiar Turismo, pero no fue posible. Entonces, en 1976, se fue a Maracaibo para estudiar arquitectura.

El año 1985 fue muy significativo para Olga, ya que vivió momentos que la llenaron de gratitud. Graduarse como arquitecto y tener la oportunidad de formar parte del comité de recepción de la primera visita del papa Juan Pablo II a Maracaibo.

«Fue un verdadero privilegio. La energía que emanaba su presencia es indescriptible; su mensaje caló hondo en los corazones de todos los católicos, no solo por sus palabras, sino también por sus acciones de amor y esperanza. Ese mismo espíritu de esperanza ha guiado mi vida durante mis 66 años», agregó.

Ajustando las velas

Al graduarse de arquitecto, una carrera que describe como muy bella, donde predomina lo estético, lo femenino, imaginaba trabajar en un mundo de arte, de mezclar colores, diseñar espacios funcionales “y, como dice el dicho, ‘la vida es similar a un rompecabezas: cada pieza tiene una razón, un lugar y un porqué’. No insistas en poner piezas donde no caben o encajan”. No todo fue color de rosas, pero triunfó.

Tenía que ser fuerte, pero a la vez empática. Asumir mi rol como mujer en un ámbito laboral que siempre ha sido dominado por los hombres, acotó.

Éxito profesional

Siempre resiliente y decidida, ejerció cargos públicos importantes y fue la primera mujer presidente del gremio de ingenieros.

«De esa época, conjuntamente con un gran equipo que siempre me ha acompañado y al que agradezco infinitamente, recuerdo las fiestas, los sancochos, los juegos de truco, sóftbol, bolas criollas, dominó. En 1992 se trajeron los Juegos Nacionales del Colegio de Ingenieros a Acarigua-Araure, donde participaron 1750 atletas de todos los estados», rememoró.

Realizó unos proyectos con el Conavi que se llamaban «Habilitación Física de Zona de Barrios», en Turén, específicamente en los sectores Barrio Los Unidos, San Antonio y La Jacobera. «Un proyecto muy lindo, porque fue un trabajo conjunto con la comunidad. Fueron cuatro años de compartir, cada día experimentar sus vivencias, sus sueños; fue un espacio para la incursión», explicó.

Estos proyectos le hicieron descubrir cuánto le gusta compartir con la gente, el trabajo comunitario y una gran inquietud como habitante de estas ciudades hermanas.

-Hacer algo por la ciudad donde vivimos, donde crecen nuestros hijos, buscar crear conciencia en cada uno de nosotros, para tener una ciudad verde y limpia, es un trabajo que me propongo algún día realizar. Hay muchas personas dispuestas, lo que falta es unirnos y lograr formar un equipo que trabajemos en función de la responsabilidad social que nos toca como habitantes de Acarigua-Araure. Los hombres somos responsables del desequilibrio ambiental, por lo tanto, solo los hombres pueden restablecer ese equilibrio, enfatizó.

Ama y disfruta de la vida sana, del yoga y es profundamente espiritual.

Al salir de la administración pública se dedicó a promocionar los postgrados de la Unellez. Ella cursó el de Administración de Empresas Turísticas y Gerencia: mención Administración.

Gremialista

Inició la actividad gremial en 1989. Son ya 35 años sin pausa como gremialista. «Ser gremialista se lleva en la sangre, es una sensación de identidad, compromiso social, solidaridad, trabajo en equipo, además de una conexión profunda con la gente».

-Cada encuentro y cada experiencia, por pequeña que parezcan, ha contribuido a mi formación y enriquecido mi travesía, así como cada persona que se ha cruzado en mi camino, en un mundo donde se celebra el éxito individual, es importante construir comunidades sólidas y duraderas, manifestó.

Su hijo, su orgullo

Al saberse embarazada decide asumir su vida con su amado hijo, la de su madre y dejar a un lado todo lo demás.

«Nunca esperando que alguien me diera nada, decidí solucionar. Eso me dio la fortaleza de la energía yang. Para muchos un hogar es papá, mamá e hijos, para mí es: mi hijo y mi mamá ¿Qué hacía: quejarme o ajustar las velas?, reflexionó.

Tenía 38 años, y tuvo un duro y complicado trabajo de parto. Madre soltera, con una crianza marcada por la ausencia del padre biológico.

“Al transcurrir unos días de nacido, presentó una irritación cerebral, que trajo como consecuencia dificultades en el lenguaje y muchas complicaciones más, que ameritaron hospitalización», comentó.

Esos primeros años fueron de total abnegación, trabajo y dedicación, pero Olga no se cruzó de brazos ante el diagnóstico inicial por parte de los médicos.

«Muy poca gente creía en su futuro, pero decidí que no sería alguien con discapacidad, sino alguien realmente especial, y exploré todas las alternativas existentes (neurólogos, psiquiatras infantiles, psicopedagogos, terapistas de lenguaje). Todo esfuerzo enfocado, para que viviera en un ambiente de exigencia, optimismo, confianza, y lo logramos a través de diversas terapias y mucha constancia», indicó.

Cuando le correspondía inscribirlo en un colegio para comenzar su primaria fue rechazado, indicándole que buscara una institución para niños especiales.

«Con lágrimas en los ojos salí de allí, haciendo un juramento: ‘Algún día regresará a ese colegio con un título de profesional’. Conseguí cupo en otro, también exigente, gracias a la ayuda de unos amigos. Recibió apoyo de los maestros, coordinadores y directores. No, no fue fácil, porque sus compañeros de estudio no lo tomaban en cuenta. Sin embargo, él decidió ser disciplinado, organizado, comprometido, optimista y así logró superar la primaría, secundaría y la universidad».

La arquitecta orgullosa de los logros de su hijo

Hoy en día, ya graduado como ingeniero industrial, Ire quiere ser motivo para inspirar a otros, decirles que no se desanimen ante las dificultades, que los obstáculos los conviertan en retos y que con determinación, voluntad y la fuerza de creer en Dios, todo se logra.

«Hoy puedo decir que no hay retos que no se puedan cumplir ni obstáculos que no se puedan vencer. Mi hijo ya es profesional. Trabajamos años duros para superar ese diagnóstico y sigue preparándose para conseguir su sueño: liderar su propia empresa. Esto demuestra que todo lo que uno se propone y enfocándose sin dejarse vencer por el desánimo, la flojera o el miedo, se convierte en realidad», aseguró Olga.

Arquint

«Después de once años en la administración pública, con mi hijo recién nacido, salgo de la Contraloría, y con la orden política de que nadie me diera trabajo, porque mi embarazo me dio la fuerza para enfrentar situaciones difíciles en aquel momento, pero con la frente en alto, porque si algo me ha caracterizado es la lealtad y la honestidad», afirmó.

Crea entonces su empresa, Arquitectura Integral (Arquint). Luego llegaron los socios y cambia su personalidad jurídica para ser una empresa de concreto premezclado.

Actualmente es una empresaria exitosa

Mis amigos, mis hermanos

Ella se conserva a sus 66 años físicamente saludable y con excelente figura, porque le encanta la práctica de yoga y pilates. Ama la playa, viajar, bailar tango y salsa, compartir con amigos y en familia.

«Me encanta todo lo que sea espiritual. Estudié Terapia Gestalt durante cuatro años, un modelo de psicoterapia que se centra en el desarrollo personal, vivir el ‘aquí y el ahora’, ser responsable de lo que se siente y se vive, sin culpar a los demás de lo que te ocurre, tomar de cada situación lo que te ayude a crecer y desechar lo que te incomoda. Además, también estudié Kabbalah».

-Para mí, la amistad es como una hermandad, donde se comparten valores. Implica poder contar con el otro, no solo en los buenos momentos, sino también en los malos. Es lealtad, respeto, reciprocidad, donde no se juzga. Es un pilar fundamental en nuestras vidas. Como buena escorpio, soy incondicional. Valoro la autenticidad y honestidad; cuando me siento traicionada me alejo de las personas, manifestó.

El legado

Ella, que ha tenido la suerte de tener en su vida mucha gente que ha agregado valor a todo lo realizado, quiere transmitir como filosofía de vida, que no se puede tener éxito cuando se es individualista, porque éste se consigue rodeándote de personas que te suman.

Su mensaje final va dirigido a las personas que enfrentan situaciones complejas y hasta han creído que no pueden más.

«Cuando aprendes a conocerte a ti mismo, vences las barreras y miedos: Solo tienes que atreverte a salir de la zona de confort. Enfócate en lo que es más importante para ti. Las personas somos libres para decidir desde donde queremos observar nuestra realidad; desde la oscuridad o desde la luz», agregó.

-Estoy agradecida por cada oportunidad y por el cariño recibido de tanta gente. No puedo dejar de mencionar el Salmo 23: “El señor es mi pastor, nada me faltara”, acotó. (CNP 16.100)

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