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Konna Tapia: «La belleza y los sueños no tienen edad»

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Escrito por Beatriz Quintana

Acarigua.- No hay certamen de belleza local y nacional, show de moda, evento o promoción publicitaria en la que una de las alumnas de Konna Tapia no haya participado, algunas incluso, se han traído a Venezuela coronas internacionales.

Konna fue señorita Lara en el concurso Chica 2001, Chica Pepsi, desfiló con Ángel Sánchez, hizo posible en el 2011 el Miss Portuguesa y en el 2021 el By Osmel Sousa, trayendo al propio «Zar de la Belleza» a nuestra ciudad, concurso que volverá a realizarse en octubre de 2022.

Ella, que cumplió su propio sueño de ser modelo y miss, tiene más de 30 años enseñando a caminar con gracia sobre tacones de 9 centímetros a un centenar de jovencitas que aspiran escuchar aplausos, luciendo una banda y una corona, pero también instruyéndolas en el comportamiento social para triunfar en la vida.

Esta guanareña de nacimiento se vino a Acarigua a los 5 años, se graduó con honores de Técnico Agrícola, profesión que cambió -aunque le encantaba- por el modelaje y la pasarela, una pasión que permanecerá con ella “hasta el último de sus días”.

Comenzó a formarse en la Lupe’s Fashion Studio, con Lupe Reyes y, al graduarse, se queda como instructora durante 4 años.

Era contratada, paralelamente, por las marcas de grandes y consolidadas empresas como maniquí viviente, modelo en el Juego de las Estrellas, desfiles de modas y fotografía para productos de tocador.

«Era una época en que esto era muy bien pagado. Yo salía de mis clases en San Carlos y me iba directo a Barquisimeto o Caracas a trabajar. Participé en Chica 2001 y en el tecnológico me recibieron con el diario en la mano cuando salió mi fotografía. No era nada fácil cambiar las botas y el barro por tacones y maquillaje, siempre tuve predilección por actividades distintas; el fútbol, el fisicoculturismo, me presenté en la aviación, siempre fui diferente, incluso, muchas veces no encajaba. No era fácil porque yo quería demostrar que no solo era una mujer bonita, sino una que buscaba realizarse en cualquier terreno, exitosamente».

Quedó de cuarta finalista y, a partir de allí, se catapultó entre las más cotizadas. Para ese momento, los certámenes sí requerían mujeres muy jóvenes, pero no así el modelaje. Durante 13 años fue permanentemente solicitada y, sin embargo, decidió crear su propia agencia en Acarigua y seguir en el medio, pero enseñando todo lo que sabía.

Treinta años han pasado -comentó- y se han ido destruyendo estereotipos contra los que ella siempre luchaba. «Ahora tengo alumnas, casadas y con hijos, bellísimas y hasta pueden participar en los concursos».

«Mi visión en Konna Academia de Modelaje, siempre ha sido demostrar que una mujer puede compaginar esta profesión con cualquier otra, no porque se dedique a la moda y la belleza, es menos inteligente ni menos preparada».

En la Acarigua de entonces no había muchos espacios para exhibir lo que las niñas aprendían, por lo que ella misma debía producir los espectáculos idóneos.

«En primer lugar las instruyo como modelo de persona, reforzando valores, modales, enseñándoles oratoria, etiqueta protocolo. No exijo ningún requisito, más que el buen comportamiento y las ganas de aprender», señaló.

Ha tenido entre sus alumnas Emmarys Pinto, Michelle Barone, Aleska Cordido, Jessica Scheell y muchas misses más, con experiencias internacionales exitosas y no puede ocultar su emoción cuando habla de ellas.

El Miss Venezuela

«Nada va a opacar nunca el gran logro de haber traído por primera y única vez la selección del Miss Portuguesa, como antesala del Miss Venezuela».

Fue la misma Gisselle Reyes, afamada modelo e instructora que había sido invitada a la academia, quien se lo propone. Konna, sin temor ni dinero, dijo que sí. «Y lo hice, no le tengo miedo a los retos, todo lo que se hace con trabajo efectivo y amor, sale bien».

Etiqueta y protocolo, su mejor producto

Otro de sus permanentes invitados es el extraordinario François Wefer, ícono internacional de la moda y la etiqueta. Con él, incursionó en el servicio hotelero, el protocolo institucional y la etiqueta social.

Konna ha hecho de esta área, una de sus fortaleza. Desde el comienzo de su academia, ha realizado cursos en el Círculo Militar y diplomado en la Universidad Central de Venezuela y se certificó internacionalmente en organización de eventos.

«La atención al público ha decaído mucho. Hay una gran necesidad de guardar la distancia, el respeto, la consideración por el tiempo del otro con la puntualidad, seguir defendiendo la magnificencia de las instituciones y la formalidad en las empresas», indicó.

Sus reglas en la academia son claras y precisas cuando se trata menores de edad «porque no se trata solo del nombre de la academia, es mi nombre el que está en juego y la reputación ha sido hasta hoy, intachable».

«Le he dedicado mi vida a este proyecto, a mi academia, muchas veces me han preguntado por qué nunca me casé, la respuesta es que esta es y será siempre mi prioridad, y quien no lo entiende y comparte, no puede estar a mi lado».

«Mi madre tiene Alzheimer»

La vida le ha puesto una de las más duras pruebas como hija.

Es una enfermedad cruel, con la que su madre ya tiene 12 años y la ha visto apagarse un poco cada día. Los cuatro primeros años fueron los más difíciles.

«He aprendido mucho, yo, que no he sido de abrazar y besar, porque así no fui educada, me he reconciliado con esa parte dulce de mí, y he trabajado el amor materno para darle a mi madre la mejor atención en sus últimos años. Hoy ya está en la última etapa. A diario le recuerdo que soy su hija, que me tiene y que jamás estará sola. Doy gracias a Dios porque he logrado hacer el equilibrio entre su cuidado y mi trabajo».

Renovación

Ha comenzado a transformar y actualizar su curso. Seguirá insistiendo con 100 o 20 alumnas, porque no lo hace por dinero. Insistirá hasta volver a darle el brillo que tuvo en sus mejores años.

«La academia solo cerrará cuando yo no exista. esto lo hago porque es mi pasión, mientras haya niñas que quieran crecer y ser mejores cada día, porque una corona se puede comprar, pero los sueños solo se logran con constancia. Enseñar, esto es lo que quiero seguir haciendo, mientras me quede vida». (CNP 16.100)

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