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Feliz día a los padres que hacen la diferencia

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Escrito por Beatriz Quintana

Acarigua- Porque en Venezuela, en la mayoría de los hogares, es la madre la que lleva la mayor responsabilidad en la crianza de los hijos, hoy, por aquellos padres que sí están, y los que ya se fueron pero son inolvidables al haberlo dado todo, hacemos un homenaje cálido y sentido a esos hombres.

Por esos papás que hacen la diferencia en un país de machos procreadores que se esfuman. A esos que besan a sus hijos, que a diario los llevan a la escuela, los protegen, los educan y sostienen; a los que en su corazón llevan tatuados el nombre de sus hijos, a ellos decimos con cariño: ¡Feliz Día del Padre!

¿Y cómo surge este día?

La idea de crear el Día del Padre surgió en Estados Unidos, concretamente en 1910, cuando una mujer llamada Sonora Smart Dodd quiso rendir homenaje a su padre que la había criado en solitario a ella y a sus cinco hermanos, en una granja de Washington. A Sonora se le ocurrió la idea mientras escuchaba un sermón sobre el Día de la Madre en la iglesia local. Propuso la fecha para el 5 de junio, que era el cumpleaños de su padre.

En 1924 llegó la primera declaración oficial por parte del presidente Calvin Coolidge, que apoyó la idea de establecer un Día Nacional del Padre. No fue hasta 1966 cuando llegó la declaración definitiva del presidente Lyndon Johnson, estableciendo la fecha de la efeméride en Estados Unidos para el tercer domingo de junio. La celebración fue ganando adeptos y se extendió por todo el mundo, eso sí, con diferentes fechas y tradiciones.

El Día del Padre se celebra el 19 de marzo en los países de tradición católica europea por coincidir con el Día de San José.

La mayoría de países iberoamericanos adoptaron la fecha estadounidense, por lo que actualmente festejan el Día del Padre el tercer domingo de junio.

Héctor Francisco Gagliardi (1909-1984), es un poeta argentino, recitador y letrista de tango. De Gagliardi, para leer con sentido del humor y tomar nota les dejamos a todos, los que lo merecen, este poema.

Poema al Padre

Oye negra, ¿te puedo hablar?
ya los chicos se han dormido
así que, así que deja el tejido,
que después te equivocas.

Hoy te quiero preguntar,
por qué motivo las madres amenazan a sus hijos
con ese estribillo fijo de “¡ah cuando venga tu padre!”
y con tu padre de aquí, y con tu padre de allá,
resulta de que al final, al verme llegar a mí,
lo ven entrar a Caín y escapan por todos lados.

Y yo que vengo cansado de trabajar todo el día,
recibo de bienvenida una lista de acusados,
tú empiezas con tus quejas y yo tengo que enojarme,
igual que hacía mi padre al escuchar a mi vieja.
Entraba a fruncir la ceja apoyando a ese fiscal
que en medio del temporal se erigía en defensora,
lo mismo que tú ahora que siempre me dejas mal,
si los perdono, “que ejemplo ¿es así como los educas?”
si los castigo “eres bruto, no tienes sentimientos”.

A mí, a mí que llegué contento y no tuve más remedio
que poner cara de serio y escuchar tu letanía,
a mí, a mí que me paso el día pensando en jugar con ellos
yo sueño en llegar a casa y olvidarme felizmente del trabajo,
de la gente y de todo lo que pasa.

Los hijos son la esperanza y el porqué de nuestras vidas,
por eso nunca les digas “¡ah! cuando venga tu padre”,
no quiero encontrar culpables, quiero encontrar alegría,
que no me pongas de escudo como lo hacía mi madre,
que consiguió que a mi padre lo imaginara un verdugo,
él llegaba y te aseguro que se acababan las risas.

Y en lugar de una caricia o hablarle como a un amigo,
lo miraba compungido, presintiendo una paliza,
y el pobre, que me entendía, sacudiendo la cabeza
escuchaba con tristeza lo que mi madre decía. Y que él, y que él de sobra sabía “¡que con este no se puede,
que me pinta las paredes, que trajo las suelas rotas,
que la calle, la pelota, que me saca canas verdes!”.

«A la cama, sin cenar», aburrido me ordenaba,
mi madre me consolaba y yo, y yo lo culpaba a él,
a él que había llegado recién de trabajar cansado
y ya lo había yo amargado con todas mis travesuras.

Los hijos nunca analizan el sentimiento del padre,
porque el brillo de la madre es tan fuerte, que lo eclipsa
solo le hacemos justicia cuando nos toca vivir a nosotros su problema,
¡ay… si mi padre viviera! que recién lo comprendí
y por qué nunca me dijo lo mucho que me quería.

Si hoy yo sé cuánto sufría al ver enfermo a su hijo
porque me miraba fijo el primer pantalón largo
y sé, y sé que hasta me habrá besado cuando yo estaba dormido
hoy que todo lo comprendo, ¿por qué no estás a mi lado?
¿por qué no estás ahora para besarte bien fuerte viejo lindo?
y ofrecerte mi cariño a todas horas.

Ves a tu hijo que llora, pero llora con razón,
porque te pide perdón pensando en aquellos días
en que ciego no veía que eras puro corazón,
déjame negra que llore, es tan lindo desahogarse.

En fin, veamos que hacen nuestros futuros señores
mira esos pantalones, tápale un poco a la nena
sí, sí, ya sé, no me lo digas, hoy se fue a la calle sola,
acuéstate rezongona, mañana, mañana será otro día. (CNP:16.100).

 

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