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Vito Gabriele: «Me gustaría en mis años de ‘retiro’ reactivar la Fundación Arte Gabriele».

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Escrito por Beatriz Quintana

Araure.- Vito Gabriele ha sido violinista toda su vida. Nació y creció en un hogar donde el sonido agudo y peculiar de este instrumento sinfónico era una constante. Corcheas negras, blancas y redondas, se mezclaron con las primeras letras del abecedario y aprendió a leer al unísono, ambos códigos, porque la música viene en su sangre.

Su formación fue sinfónica desde que recibió las primeras clases de su padre hasta formalizar su entrada a El Sistema y su paso por la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, pero es en la música popular universal, donde ha encontrado su mayor reto, su nicho y su pasión, porque es a este género al que se dedica actualmente y desde hace muchos años.

Durante mucho tiempo, como miembro de la Dirección de Cultura de la Universidad Centro Occidental «Lisandro Alvarado» (UCLA), en Barquisimeto, enseñó música a los estudiantes en las diversas facultades. Ha conformado numerosas agrupaciones, donde siempre se ha destacado por su magistral interpretación del violín, al que imprime una fuerza y un sonido muy suyo. Creó y dirigió la Fundación Arte Gabriele, dedicada a la iniciación musical de niños y jóvenes y, además, es comerciante y gerente destacado.

Vito tiene un gran valor de la amistad, con una personalidad vivaz, siempre inmerso en el mundo de la cultura, no ha perdido la oportunidad de experimentar con diversos géneros musicales, que han embellecido su sonido y otorgado una libertad musical, lo que le permite interpretar desde Antonio Vivaldi, hasta improvisar solos de violín, entre los versos de un son cubano.

Hoy en día, es empresario independiente, también forma parte del equipo gerencial de una reconocida planta de cereales, tiene una linda familia y se ha realizado como padre, por tercera vez, en la madurez de su vida.

Soy italovenezolano

Su padre llegó de Italia durante los años 50 contratado como músico, durante la presidencia de Marcos Pérez Jiménez. En Acarigua, fue un reconocido profesor y fundador de escuelas de música. Su madre llegó después. Se conocieron y se casaron en Venezuela.

Vito es el mayor de 3 hermanos, nació en Acarigua el 30 de marzo 1972 y creció en la urbanización La Goajira, zona donde tiene grandes amigos y de la que guarda maravillosos recuerdos de infancia.

A los 5 años su papá le puso el primer violín en sus manos y comienza a enseñarle el lenguaje musical. Entra formalmente a la escuela de música del maestro Renzo Pelegatti, a los 7 años y comienza con teoría y solfeo, luego se une, tocando mandolina, a la estudiantina de la Casa de la Cultura «Carlos Gauna» y más tarde ingresa a la Orquesta Sinfónica Infantil del núcleo Araure.

Con apenas 10 años, en 1982 forma parte de la agrupación Guaturigua y viaja junto a su padre, a Francia, España e Italia.

En 1986, tras el divorcio de sus padres, Vito es enviado a Italia para continuar sus estudios en el Conservatorio de Palermo, vivió con sus abuelos paternos en Sicilia hasta 1996, mientras avanzaba en sus estudios de violín.

«Ya estaba muy acostumbrado a la vida en Italia, pero venía con frecuencia. Aquí quedaron mi mamá y mis hermanos. Regreso, aún cuando estaba muy bien allá, porque esta tierra tiene algo maravilloso que atrae y yo soy venezolano. Cuando mi abuela materna enfermó, poco antes de morir quiso verme, entonces, me vine y quise quedarme cerca de mi mamá», contó.

Aprovechó para concursar en Caracas, solicitando el ingreso a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y quedó en la fila de los primeros violines.

Se mantuvo allí tres años, hasta que sintió la necesidad de estar más cerca de su familia. Concursó esta vez en la Orquesta Sinfónica de Lara y se radicó en Barquisimeto.

La UCLA

Cuando se presentó una vacante en la Orquesta de Cámara de la UCLA, Gabriele ingresa al mundo cultural académico. Allí fue asistente de concertino y, junto al maestro Rodrigo Riera, coordinó las actividades culturales.

«Permanecí 23 años en la universidad, organizando intercambios culturales interuniversidades, dando conciertos, clases magistrales, integrando la música con otras expresiones artísticas como la pintura, la literatura y la danza».

Más tarde,Gabriele regresa a Acarigua. Es invitado por el Prof. Edgar Martínez, para que se integre como profesor de música al Instituto Universitario Tecnológico de Portuguesa y allí enseñó desde 1999 hasta el 2007.

Formó parte, también, del equipo de profesores del Centro de Bellas Artes durante 7 años y es nombrado su director después de la muerte del profesor y pianista Francisco Barrios. Fue una etapa de apenas 2 años.

El comercio

«La música aunque es mi pasión, no me daba la libertad financiera que yo deseaba, por eso renuncié. Te da muchas satisfacciones, libertad en el alma, pero la realidad es que es difícil solo ser artista. Así que me abrí paso en el comercio, inicié con una venta de repuestos pero fracasé -dice jocoso- porque cerraba para irme a tocar y no abría al día siguiente porque había llegado tarde de un toque».

Sin embargo ahora, como todo un señor, ha logrado el éxito y la estabilidad emocional y económica que antes no tuvo.

La música folklórica

La experiencia con la música venezolana comenzó cuando hizo trío con el guitarrista Edgar Martínez, el pianista Francisco Barrios y él con el violín.

«Edgar era muy creativo y, además, cantaba muy bien. Cuando solo quedamos él y yo, conocimos al maestro Jorge Luis González y creamos la agrupación bailable ‘Orizagua’. Ensayábamos mucho para poder hacer salsa y sones cubanos. Fue difícil, me tuve que enfrentar a la síncopa, que aunque en música clásica lo estudiamos, es más frecuente en la latina. La síncopa, es un tiempo irregular, muy usado en el merengue venezolano, pero ellos fueron muy tolerantes. Nos reuníamos todos los lunes, siempre acompañados y animados, por buenos amigos como María Gonzala Martínez y Wilmar Castro».

También formó parte de la estudiantina del Club Canario, dirigida por su padre Guillermo Gabriele (1988) y de la posterior Rondalla Canaria, dirigida por Edgar Martínez.

«La música venezolana, ha sido siempre un reto para mí, porque particularmente es más fácil tocar una polca o una obra clásica, que un pajarillo, un joropo o un merengue. Pero no me limito, he tratado de ser un músico universal».

Fundación Arte Gabriele

«Esta escuela fue muy importante en mi carrera, me traje a algunos de mis compañeros de la UCLA y apliqué la misma metodología y tuvimos mucho éxito durante 5 años. Cerramos por la crisis».

Cada final de año escolar se realizaba un acto en escenarios grandes para dar rienda suelta a lo aprendido en unos montajes realmente maravillosos.

La buena noticia, es que a Gabriele le entusiasma abrir nuevamente la academia. “Yo estoy ahora más tranquilo, más maduro y me gustaría poder dedicarme en mis años de ‘retiro’ a la docencia musical”.

La gerencia

«Después de la pandemia, ya el tema de la música no es lo más importante. Ahora estoy dedicado a mi trabajo en una gerencia con Alimentos Santoni. Además, inicié mis propios negocios, un bodegón y recientemente una trattoría, porque a los italianos nos gusta mucho comer».

Los hijos

Vito tiene tres hijos, Flavia de 17 que estudia medicina, Fabio de 14 y Adriano de 3 añitos. Éste último -indicó- le ha dado dirección a su vida. «Me organizó y le dio sentido a mi vida en la madurez y Gabriela, mi esposa, ha sido maravillosa, una compañera muy positiva con la que converso y comparto todo».

«En algún momento, cuando quiera retirarme, me refugiaré cien por cierto en la música, esa es mi pasión. Aún me faltan cosas por hacer, pero ya tengo lo principal, salud, paz interior y amor. Me siento realizado con mi vida familiar». (CNP 16.100)

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